LA HAYA O EL FRAUDE DE LOS DERECHOS HUMANOS
UNA CATERVA DE MASONES CON TOGA CONSIENTE QUE PROSIGA EL GENOCIDIO PERPETRADO POR ISRAEL. Hoy, Día del Holocausto, terminan 75 años de fraude. En una ridícula resolución cautelar, el alto tribunal de la ONU admite que hay «peligro» en Palestina y ordena «tomar medidas» para impedir la posible comisión de un genocidio, como si éste no se hubiera producido y siguiera produciéndose ya en tiempo real y ante nuestros propios ojos. Estos sabios han descubierto, en efecto, que los palestinos (y los filipinos, los californianos, los gallegos…, suponemos…) «tienen derecho» a ser protegidos de un genocidio. ¡Bravo! ¿Cuánto les pagan por representar, disfrazados con sus patéticas togas, estas típicas payasadas liberales? Y, en la práctica, lo más importante: Israel podrá continuar adelante con sus planes de limpieza étnica porque su gobierno niega que exterminar a 10.000 niños en tres meses sea un genocidio y asevera que «ya protege» a la población civil… expulsándola de sus tierras (delito de limpieza étnica). Además, en palabras de Yoav Gallant, ministro de defensa de Netanyahu «el Estado de Israel no necesita sermones sobre la moralidad para distinguir entre terroristas y la población civil de Gaza». Algo que todo el mundo ha podido comprobar tras la matanza de ancianos, mujeres e infantes, incluidos bebés que, ex hyphotesi, hemos de entender, eran «terroristas» porque «no hay inocentes en Gaza, todo el mundo está pagado por Hamas». La única parte positiva de la resolución de ayer es que la CIJ admitió a trámite la denuncia de Sudáfrica y, con ello, otorgó verosimilitud a la «posibilidad» (¿?) de que Israel esté perpetrando un genocidio. No hacerlo, cuestionar la evidencia abrumadora de los hechos, habría desencadenado un verdadero escándalo; los magistrados masones de La Haya son, empero, como poco, hábiles expertos en la rabulística jurídica de los «derechos humanos».
LA INTENCIÓN GENOCIDA
Sobre los hechos objetivos no hay dudas y son de dominio público. Pero la parte más difícil de acreditar en un delito de genocidio, afirman los expertos, es el la disposición subjetiva del victimario, es decir, su intención consciente de dañar a un grupo étnico en cuanto tal. Ahora bien, en el caso de Palestina el tribunal lo tenía fácil para dictaminar un inmediato alto el fuego: bastaba sólo con leer la prensa sobre las auténticas barbaridades declaradas por el gobierno, el presidente de Israel y otros agentes del sionismo o el judaísmo.
«No hay inocentes en Gaza» (ministro israelí).
«No hay civiles inocentes en Gaza» (presidente de Israel).
«No hay palestinos civiles inocentes en Gaza, todos son terroristas» (rehén judía).
El ex embajador de Israel ante la ONU llama a los palestinos «animales horribles e inhumanos».
Los palestinos son animales humanos (Netanyahu).
«Estamos luchando contra animales humanos».
Israel difunde imágenes de bebés asesinados por Hamas (bulo).
Netanyahu convocó a una guerra santa de aniquilación contra el pueblo palestino.
Amalec o la guerra santa de Netanyahu.
Parece evidente por estas declaraciones que Israel no necesita sermones de la ONU sobre derechos humanos: todo indica que los israelíes son, precisamente, los más capacitados para aleccionar a la humanidad en esa materia y distinguir, por ejemplo, entre bebés terroristas y bebés no terroristas. ¡A ese nivel de perturbación mental ha llegado el sionismo! En cualquier caso, la locura israelí confesando al mundo sin enrojecer de vergüenza, en boca del primer ministro, su intención nunca desmentida de exterminar a toda la población palestina incluidos los lactantes (entre otras abyecciones), tenía que haberse traducido en una enérgica resolución cautelar de alto el fuego inmediato. En lugar de ello, la CIJ depuso la tibia y salomónica sugerencia preventiva que documentamos a continuación.
Israel-Palestina: La Corte Internacional de Justicia ordena a Israel “tomar todas las medidas» posibles para «prevenir” un genocidio en Gaza
26 Enero 2024
El tribunal reconoce que los palestinos tienen derecho a ser protegidos de actos de genocidio. La decisión se produce a petición de Sudáfrica, que pidió al tribunal que tomase medidas cautelares para detener la «conducta genocida» de Israel después de que su Ejército haya matado a más de 25.000 civiles, herido a más de 60.000 y desplazado a 1,7 millones de personas.
La Corte Internacional de Justicia, máximo órgano judicial de la arquitectura de paz y seguridad internacional, ha ordenado este viernes a Israel “tomar todas las medidas» posibles para «prevenir” un genocidio en Gaza, reconociendo que al menos algunos de los derechos reivindicados por Sudáfrica y para los que solicita protección son plausibles.
Así mismo “Israel también debe tomar medidas efectivas para impedir la destrucción y garantizar la preservación de las pruebas relacionadas con las denuncias de actos comprendidos en el ámbito del artículo segundo y el artículo tercero de la Convención sobre el Genocidio contra miembros del grupo palestino en la Franja de Gaza», dijo el tribunal.
«El tribunal considera además que Israel debe tomar medidas inmediatas y efectivas para permitir la prestación de los servicios básicos y la asistencia humanitaria que se necesitan urgentemente para hacer frente a las adversas condiciones de vida a las que se enfrentan los palestinos en la Franja de Gaza», agregó la Corte.
Sin pronunciamiento sobre el cese de las operaciones militares
No obstante, la Corte no se ha pronunciado sobre el cese de las operaciones militares por parte de Israel, tal y como había solicitado el Estado de Sudáfrica denunciando una “conducta genocida” en Gaza, aunque los jueces sí exigen que Israel “garantice con efecto inmediato que sus militares no cometan” actos de genocidio.
Las medidas provisionales, que son “de obligado cumplimiento”, si bien el tribunal no dispone de medios para hacerlas cumplir, son un tipo de medida cautelar antes de que se adopte una decisión definitiva sobre el litigio, sobre el que es probable que pasen años antes de que se dicte sentencia.
Las exigencias de Sudáfrica son creíbles
La Corte Penal Internacional admite en la explicación de su decisión que “al menos algunos de los derechos reivindicados por Sudáfrica y para los que solicita protección son plausibles».
En concreto, asegura el tribunal: “Este es el caso con respecto al derecho de los palestinos de Gaza a ser protegidos de actos de genocidio y actos prohibidos conexos (…) y el derecho de Sudáfrica a exigir el cumplimiento por parte de Israel de las obligaciones de este último en virtud de la Convención”.
En varios párrafos, la corte explica en qué basa esas afirmaciones.
“El Tribunal observa que la operación militar llevada a cabo por Israel tras el ataque del 7 de octubre de 2023 ha causado un gran número de muertos y heridos, así como la destrucción masiva de viviendas, el desplazamiento forzoso de la gran mayoría de la población y grandes daños a la infraestructura civil”, indica el tribunal.
Y añade que, aunque las cifras no pueden verificarse de forma independiente, “la información más reciente indica que 25.700 palestinos han muerto, se han registrado más de 63.000 heridos, más de 360.000 viviendas han quedado destruidas o parcialmente dañadas y aproximadamente 1,7 millones de personas han sido desplazadas internamente”.
La Corte también recoge los informes de una misión al norte de Gaza de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en la que indicó que, a 21 de diciembre de 2023, «un porcentaje sin precedentes del 93% de la población de Gaza se enfrenta a niveles de crisis de hambre, con alimentos insuficientes y altos niveles de malnutrición”.
El informe agregaba que, al menos uno de cada cuatro hogares, enfrenta «condiciones catastróficas»: experimenta una falta extrema de alimentos e inanición y ha recurrido a la venta de sus posesiones y a otras medidas extremas para poder permitirse una simple comida.
“El hambre, la indigencia y la muerte son evidentes», aseguraba la OMS.
El tribunal también refleja otras declaraciones de diferentes agencias humanitarias de la ONU en las que se recoge que “este ha sido el mayor desplazamiento del pueblo palestino desde 1948 y que la actual guerra afecta a más de dos millones de personas, literalmente toda la población de Gaza” o que la crisis de Gaza «se ve agravada por un lenguaje deshumanizador» de los palestinos.
“La Corte también toma nota de un comunicado de prensa de 16 de noviembre de 2023, emitido por 37 relatores especiales, expertos independientes y miembros de grupos de trabajo que forman parte de los procedimientos especiales del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, en el que expresan su alarma por la retórica claramente genocida y deshumanizadora procedente de altos funcionarios del gobierno israelí».
En su demanda, que comenzó a principios de este mes en La Haya, Sudáfrica pidió al Tribunal -órgano principal de la ONU- que indicara medidas provisionales para «proteger contra nuevos daños graves e irreparables a los derechos del pueblo palestino en virtud de la Convención sobre el Genocidio».
Entre las medidas solicitadas por Sudáfrica figura la suspensión inmediata de las operaciones militares de Israel en la Franja, y que sus fuerzas tomen «todas las medidas razonables» para impedir el genocidio.
Sudáfrica también pidió al tribunal mundial que ordenara a Israel que impidiera los desplazamientos forzosos, permitiera que la población civil recibiera agua y alimentos adecuados y garantizara que se conservaran las pruebas de cualquier posible genocidio.
Los abogados de Israel afirmaron, por su parte, que las medidas provisionales, en caso de concederse, equivaldrían a «un intento de negar a Israel su capacidad para cumplir sus obligaciones con la defensa de sus ciudadanos», en referencia a los ataques de Hamás el 7 de octubre, que causaron 1200 muertos, la captura de 250 personas como rehenes y el desplazamiento de 110.000 personas, según datos de Israel.
Medidas tomadas por inmensa mayoría
La mayoría de las medidas cautelares expresadas por la Corte fueron tomadas por una inmensa mayoría de los jueces (que variaron entre 15 a favor y dos en contra o 16 a favor y uno en contra).
El Estado de Israel deberá presentar un informe al Tribunal sobre todas las medidas adoptadas para dar efecto a las órdenes del Tribunal en el plazo de un mes a partir de ahora.
Escandaloso esto de «resolver» que uno «tiene derecho» a que no le maten. No ha sucedido, empero, nada inesperado en el circo progresista. Antes bien, la historia de los derechos humanos es una continua representación de la sangrienta comedia liberal. De hecho, la burla de la razón observada en esta resolución cautelar resulta a la postre poca cosa si la comparamos con el hecho de que es el propio discurso liberal de los derechos humanos y el Holocausto el que hace posible la perpetración del crimen. Entre el comportamiento de Israel con los palestinos y el de los EEUU con los indígenas de América no hay, en efecto, una diferencia sustancial. Las afirmaciones israelíes sobre los «animales humanos» apenas se distinguen de las acusaciones de «salvajes» arrojadas por los colonos estadounidenses como justificación de sus atrocidades genocidas. Es el mismo derecho liberal que se esgrimió entonces y esgrime hoy Israel. El «derecho» talmúdico y rabulístico que se aplicó en Nüremberg (y no sólo en Nüremberg) contra las «bestias nazis». En palabras del teólogo alemán Franz J. Hinkelammert:
La OTAN no asumió ninguna responsabilidad por sus actos. Bill Clinton declaró que la responsabilidad por el aniquilamiento de Serbia era de los serbios. Toda acción de la OTAN se acompañó de una propaganda referida a las violaciones de los derechos humanos que los serbios cometían en Kósovo. Cuanto más se presentaban estas violaciones, más la OTAN se sentía con el derecho, y hasta con la obligación moral, de seguir con el aniquilamiento. Las violaciones de los derechos humanos de parte de los serbios fueron transformadas, por medio de esta propaganda, en un imperativo categórico para el aniquilamiento de Serbia. Fueron usadas como aceite para la fábrica de la muerte. Por lo tanto, la guerra fue transformada en una «intervención humanitaria». Casi no se hablaba siquiera de guerra.
Fuente: https://educacion.uncuyo.edu.ar/upload/la-inversion-de-los-derechos-humanos-f-hinkelammert.pdf
—¿Condena usted que la violada (Palestina) le arree una patada en los testículos al violador (Israel)? Diga sí o no. —Sí. —¿Por qué? —Porque pegar patadas en los testículos es algo condenable. Israel tiene derecho a defenderse. —No hay más preguntas. pic.twitter.com/8XQuVYRFWO
— Jaume Farrerons (@JaumeFarrerons) January 25, 2024
El «derecho humanitario» posibilitó, con una hipocresía infamante y nauseabunda, la acusación contra «los nazis» por parte de países que, como la dictadura de Lenin y Stalin, habían cometido crímenes de lesa humanidad exterminando a millones de personas. Y que los continuaron perpetrando después del rito sacrificial de los amalecitas practicado en Nüremberg. El «derecho» liberal es precisamente el instrumento discursivo que permitió a los EEUU arrojar dos bombas atómicas sobre civiles con total impunidad jurídica. O a la Gran Bretaña implementar, desde la Primera Guerra Mundial, un descarado plan de exterminio contra la población civil alemana mucho antes de que empezara el verdadero Holocausto, cuyo relato oficial guarda el mismo tipo relación farisaica y torcida con la realidad que el discurso actual del «Israel tiene derecho a defenderse». Para decirlo otra vez por boca de Hinkelammert:
Los derechos humanos se transformaron en una agresividad humanitaria: violar los derechos humanos de aquellos que los violan. Detrás de esto hay otra convicción según la cual quien viola derechos humanos, no tiene derechos humanos. El violador de los derechos humanos es transformado en un monstruo, en una bestia salvaje que se puede eliminar sin que haya la más mínima cuestión de derechos humanos. Pierde hasta el carácter de ser humano. La relación es como aquella entre San Jorge y el dragón. La responsabilidad por el aniquilamiento la tiene quien es aniquilado. Quien aniquila, en cambio, tiene el poder e igualmente el honor de respetar los derechos humanos. Es el prócer de los derechos humanos, y la sangre que vierte, lo purifica. Pero eso tiene otra consecuencia. Para poder aniquilar un país, únicamente hace falta comprobar que este país viola los derechos humanos. No es necesario mostrar o discutir otras razones. Hay que sostener que la situación de los derechos humanos en el país que es la meta, es insostenible. Se puede entonces de manera legítima amenazarlo con el aniquilamiento y, en el caso de rechazar el sometimiento, aniquilarlo efectivamente. Es obvio que este tipo de política de derechos humanos, sólo la puede hacer un país que tiene el poder para hacerla. En efecto, necesita tanto el poder militar correspondiente como el poder sobre los medios de comunicación. Teniendo estos poderes, la política de los derechos humanos y la imposición del poder se identifican. Todo lo que se le antoje al poderoso lo puede hacer, y todo eso será la imposición legítima de los derechos humanos a sus adversarios. Esta es la inversión de los derechos humanos, en cuyo nombre se aniquila a los propios derechos humanos. Ella tiene una larga historia. De hecho, la historia de los derechos humanos modernos es a la vez la historia de su inversión, la cual transforma la violación de estos mismos derechos humanos en un imperativo categórico de la acción política.
Pero esa historia nos remite a la Biblia y, más en concreto, al Antiguo Testamento, la Torah, que el liberalismo se limita a secularizar en la Modernidad. En Gaza, la «inversión de los derechos humanos» perpetrada por el liberalismo en beneficio de la pseudo democracia liberal y bíblica de los ricos —los EEUU, GB, Israel, etc.— muestra sus raíces histórico-ideológicas judías. Podemos observar un ejemplo de la naturaleza de este fenómeno en las declaraciones del filósofo argentino, de procedencia judía, Ariel Feldman, cuando afirma que «a los nazis se les puede hacer cualquier cosa» y se lamenta por que se acuse a los palestinos de «nazis», sin siquiera percibir —porque forma parte substancial de su judaísmo— la inversión de los derechos humanos que esta queja abona y justifica de forma ciega:
Véase minuto 1:45:31 del video.
EL JUDAÍSMO COMO IDEOLOGÍA RACISTA, SUPREMACISTA Y GENOCIDA (1). GENOCIDIO
Ariel Feldman (judío argentino): "A los nazis se les puede hacer todo". pic.twitter.com/iP7d0jamkL
— Jaume Farrerons (@JaumeFarrerons) January 27, 2024
[Fuente primaria de estas declaraciones: video de La Base, minuto 41:09].
Habla Feldman de inversión perversa, pero, a su juicio, dicha «inversión» consiste en acusar a los palestinos de nazis, no de invertir los derechos humanos para convertirlos en un instrumento de vulneración de los derechos humanos. Una, esta sí, perversa y más fundamental inversión que posibilita «hacer de todo» a alguien. Pero este no fue un invento nazi, sino judío: el anatema, que ya hemos analizado en otro artículo (véase incrustado supra). En consecuencia, el descrédito de los derechos humanos, el descrédito de Occidente y su falsa democracia (liberal, por supuesto), equivale lógica y moralmente también al descrédito del judaísmo y de la «ideología del Holocausto» (Norman G. Finkelstein) cuya ignominia hemos podido comprobar una y otra vez, y hoy en La Haya, hasta el hartazgo.
Figueres, la Marca Hispànica, 27 de enero de 2024.
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