LOS ALIADOS EXTERMINARON A 13 MILLONES DE CIVILES ALEMANES
LA NOTICIA QUE NUNCA EXISTIÓ. No es Auschwitz, sino Dresden. El genocidio alemán, el crimen de lesa humanidad perpetrado contra los alemanes, comenzó empero antes de que nadie hablara de «el Holocausto». Todos los medios de comunicación corporativos e incluso los sitios críticos alternativos de la izquierda silencian este hecho. Nosotros, siguiendo nuestra línea editorial de publicar aquéllo que otros ocultan para engañar y manipular a la mayoría de la población, nos hacemos eco de unos datos incontrovertibles que aparecieron por primera vez en el blog nacional-revolucionario FILOSOFÍA CRÍTICA hace ya más de diez años. Algunos impostores se han alimentado de ese sitio sin citar la fuente, pero no importa: que la verdad llegue a la gente debe ser nuestra única prioridad.
EL MAYOR GENOCIDIO DE LA HISTORIA
El 23 de septiembre de 2009 publicábamos la primera entrada de la serie de artículos revisionistas «El mayor genocidio de la historia». La fuente principal era la obra Other Losses, del periodista canadiense James Bacque (1989). En ese post se vertieron una serie de afirmaciones que han dado mucho de sí y que ahora convendría matizar y ajustar a los nuevos conocimientos adquiridos. Hace ya tiempo que hemos limitado la cifra de víctimas del genocidio alemán al número de afectados, es decir, a la suma del total de los asesinados más aquéllos que fueron expulsados de sus hogares, deportados, a las mujeres violadas, etc. La cifra de 13 millones de exterminados se reserva al máximo (provisional) de una horquilla que oscila a partir de los 8 millones. Si la horquilla es tan amplia se debe a que, según James Bacque, los ciudadanos alemanes que perecieron a resultas de la hambruna planificada por las autoridades aliadas de ocupación son 5,7 millones (plan Morgenthau), pero este cálculo se obtiene 1/ comparando los censos anteriores y posteriores al período 1945-1949, 2/ sumando a dichos censos los desplazados de las provincias del Este y las minorías germanohablantes de la Europa central y balcánica, y 3/ restando las víctimas alemanas por otros conceptos. En consecuencia, resultaba prudente dejar bastante abierto el margen posible de error. En función de tales cálculos, se obtiene que en el último censo posterior a la catástrofe habían desaparecido más de 5 millones de alemanes, los cuales no se pueden atribuir a caídos en el frente, prisioneros desarmados exterminados, víctimas de los bombardeos terroristas angloamericanos u otras categorías. Nosotros, en su momento, propusimos 13 millones de víctimas dando por buenos los 5,7 millones de la hambruna establecidos por Bacque y aquella fatídica cifra ha sido confirmada, de forma casi exacta, por el profesor Dr. Bernhard Bellinger, de Berlín, quien publica la siguiente tabla:
http://www.professor-bellinger-berlin.de/hist_ma3.html
Como puede comprobarse examinándola con detalle, al total de 15.799.000 hay que sustraer los soldados alemanes caídos en combate, que son unos 3 millones. La resta nos da 12.729.000 víctimas. Pero Bellinger admite sólo 500.000 muertos por los bombardeos terroristas anglo-americanos, mientras que nosotros nos basamos en la cifra de Jörg Friedrich (2002) en Der Brand. Deutschland im Bomberkrieg 1940-1945, donde se consigna un mínimo de un millón de muertos como consecuencia de dichas operaciones aéreas de exterminio. Si añadimos esta diferencia, léase: unos 500.000 muertos más, la cifra total de víctimas asciende a 13.229.000 personas.
Trece millones de personas asesinadas por motivos racistas: ¿el mayor genocidio de la historia moderna?
Las polémicas entorno a conceptos como los desaparecidos o las víctimas de los bombardeos terroristas no van a modificar en exceso estas conclusiones, no obstante conviene dejar constancia de algunos extremos.
Tenemos a 1.272.000 de militares alemanes, presuntos desaparecidos que, en opinión de Bacque, son los exterminados en campos franceses y americanos para prisioneros alemanes. Mientras duró el conflicto bélico, y dado que los alemanes respetaban la Convención de Ginebra con los prisioneros capturados a los occidentales, firmantes también de la misma, Washington no se atrevió a masacrar a los prisioneros alemanes por miedo a posibles represalias con los 2 millones de soldados ingleses y americanos internados en campos alemanes. Sin embargo, una vez vencida Alemania, Eisenhower ideó el perverso concepto de F. E. D. (Fuerzas Enemigas Desarmadas) a fin de poder contraponerlo al de P. W. (Prisioneros de Guerra) y estar en condiciones de omitir los preceptos legales de la convención. No sólo eso, centenares de miles de P. W. pasaron como por ensalmo a convertirse en F. E. D. a base de trucar las estadísticas poblacionales de los campos. ¿Cuál era la finalidad de dichas innovaciones terminológicas y trasiegos burocráticos? Simplemente, dejar a los prisioneros alemanes a merced del ocupante y sin que ninguna potencia protectora pudiera reclamar la fiscalización del funcionamiento interno de los campos, es decir, el respeto a la normativa humanitaria internacional relativa a los prisioneros de guerra. Según Bacque, el número de víctimas de lo que, en este concepto, para nosotros constituye sólo una fase más en el proyecto global de exterminio planificado, es de un millón. Como consecuencia de estas investigaciones y debates, se empezó a hablar del hoy ya famoso vermisste Million, que los occidentales intentaron atribuir a los soviéticos pero cuya responsabilidad apunta más bien a los aliados franceses y americanos. Los ingleses, que habían masacrado a los civiles alemanes mediante bombardeos terroristas, se sometieron a la Convención de Ginebra en el caso de los prisioneros de guerra en sus propias zonas de ocupación, a pesar de lo cual no denunciaron las atrocidades que se estaban cometiendo en los campos administrados directamente por Eisenhower y De Gaulle.
La obra de James Bacque desató en su momento una polémica que sigue abierta en la actualidad. Demostraremos en los próximos posts que los intentos de desacreditar a Bacque han fracasado y que, a partir de las cifras aportadas por especialistas sobre los que no pesa la menor sombra de duda en cuanto a seriedad y profesionalidad, puede hablarse de un plan de amputación étnica del pueblo alemán iniciado en 1941 (aunque ya existían antecedentes a finales de la Primera Guerra Mundial) y completado en 1949.
Quizá la contribución más importante de aquella primera entrada de 23 de septiembre de 2009 no consistió, por tanto, en sumar las cifras de los diferentes conceptos de víctimas alemanas, sino en descubrir la existencia del plan de exterminio mismo. Evidentemente, las pruebas de que ese plan no son un invento o una fantasía del autor, trascienden el mero indicio, de suerte que el silencio académico en torno a este escándalo tarde o temprano tendrá que ser roto, aunque sólo sea, como ocurrió con Bacque, para insultar a quienes hemos levantado la bandera de la verdad. Algunos insultos ya pudieron leerse en la entrada que entonces publicara Filosofía Crítica. Siguen ahí, no han sido suprimidos. En estos momentos, empero, disponemos de una larga lista bibliográfica que avala aquello que a la sazón dependía de la lectura de unos pocos autores, como De Zayas, Bacque, Friedrich o Macdonough. Podemos sostener que una de las causas del holocausto fue el plan de exterminio del pueblo alemán ideado en EEUU, es decir, que el asesinato masivo de judíos fue en parte la «venganza nazi» por el plan Kaufman/Morgenthau y los bombardeos terroristas de las ciudades alemanas interpretados por la inmensa mayoría del pueblo como la inexorable aplicación de dicho plan. A partir de ese momento, la atroz indiferencia de los alemanes hacia el destino de los hebreos se convirtió en una realidad cotidiana. Los aliados (del Este y del Oeste) generaron, en fin, de forma consciente, las condiciones del distanciamiento emocional y moral que facilitara el desprecio de las autoridades del Tercer Reich hacia un «discurso humanitario» cuya realidad, a los ojos de la ciudadanía, se habría demostrado un fraude. ¿Puede afirmarse, después de lo sucedido en el mundo entre la aprobación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948) y nuestros días, que dicha normativa es algo más que un instrumento de propaganda al servicio del imperialismo de Washington? Que cada cual ensaye su respuesta; nosotros hace ya mucho tiempo que publicamos aquí la nuestra.
La tabla de Bellinger
A continuación examinaremos una a una las cifras de la tabla de Bellinger y las fuentes bibliográficas en que se basan.
En primer lugar tenemos a los militares alemanes desarmados que fueron exterminados en campos de concentración franceses, norteamericanos y soviéticos, pero también yugoeslavos, polacos y checos. Bellinger acepta 1.800.000 víctimas. Según Bacque, esta cifra habría que elevarla a 2.500.000 víctimas.
En cuanto a las víctimas de los soviéticos, la cifra asciende a 1.335.500 personas. La fuente de Bellinger es la siguiente: Nawrtail, H., Nachkriegverluste unter dem Vertriebenen, Gefangenen und Verschleppten, München, 1986, p. 66. / Ratza, W.: «Die deutschen Kriegsgefangenen des Zweiten Weltkriegs, Der Faktor Arbeit», in: Zur Geschichte der deutschen Kriegsgefangenen, editado por Erich Maschke, Tomo IV, München 1973, página 207.
Por lo que respecta a los franceses existe cierto consenso, a pesar de la polémica a la que ya nos referiremos en un próximo post, entre Bacque y su más visceral crítico, Arthur L. Smith (quien llega a insultarle, como veremos), respecto de la alta mortandad de los campos franceses, con 113.000 víctimas asesinadas por los hombres de De Gaulle y de la Résistance française. Fuente de Bellinger: Smith, Arthur L., Die vermisste Million»: zum Schicksal deutscher Kriegsgefangener nach dem Zweiten Weltkrieg, München, 1992, p. 86 (no hemos podido confirmar esta fuente en el original, por lo que entendemos que debe de tratarse de un error) / Bacque, J., Das geplante Tod. Deutsche Kriegsgefangene in amerikanischen und französischen Lagern, Frankfurt/Berlín, 1999, p. 336.
En los campos yugoeslavos tenemos la nada despreciable cifra de 90.000 víctimas asesinadas por las autoridades comunistas. Fuente de Bellinger: Böhme, K. W.: «Die deutschen Kriegsgefangenen in Jugoslawien 1941-1949», in: Zur Geschichte der deutschen Kriegsgefangenen, editado por Erich Maschke, Tomo I/1 y I/2, München 1962.
En lo que concierne a los campos americanos, la polémica está abierta y de ella nos ocuparemos en la próxima entrada. Según Bacque, el «vermisste Million» (millón desaparecido) es la consecuencia de la política de Eisenhower, con 800.000 víctimas. Macdonough rechaza tanto los cálculos de Bacque como la contabilidad estadounidense, reconociendo una cifra de 100.000 víctimas. Nawratil, H., en la obra citada, pp. 44-45, que es la que Bellinger recoge en su tabla, se atiene a las cifras oficiales de 24.000 víctimas. El «millón desaparecido» se incluye por tanto en categoría correspondiente de «desaparecidos», a todas luces demasiado abultada.
Finalmente, la citada obra de Nawratil, pp. 44-45, reconoce 22.000 víctimas en los campos polacos y checos.
El segundo bloque de víctimas estaría formado por los civiles alemanes, con un total de 10.000.000 de víctimas, según las cifras de Bellinger, que a su vez se subdividirían en tres categorías: víctimas mortales de la limpieza étnica, víctimas de los bombardeos terroristas británicos y víctimas de la hambruna planificada.
Por lo que se refiere a los segundos, Bellinger sólo admite 500.000 víctimas a tenor de la siguiente base documental: Czesanky, M., Europa im Bomberkrieg 1939-1945, Graz, 1998, p. 698. / Arntz, H., «Presse- und Informationsamt der Bundesregierung», in Kessing’s Archiv der Gegenwart, 3 abril de 1953, p. 3937. Para nosotros la cifra se eleva a un mínimo de un millón de víctimas y posiblemente 1.100.000 víctimas. Fuente: Friedrich, J., op. cit.
En cuanto a la limpieza étnica, afecta a 1/ la violencia contra la población alemana del Reich (Reichdeustche), con 3.200.000 de víctimas. Fuente: Nawratil, H., Schwarzbuch der Vertreibung 1945 bis 1948, München, 1999, p. 79; 2/ violencia contra las minorías germanohablantes (Volksdeutsche), con 472. 400 víctimas.
A estas cifras habría que añadir las de la hambruna en Alemania, con 5.700.000 víctimas. Fuente: Bacque, J., Verschwiegene Schuld die allierte Besetzungspolitik in Deutschland nach 1945, Berlín/Frankfurt, Ullstein, 1995, p. 139.
La primera cifra se desglosaría en los siguientes apartados:
- a/ violencia rusa en Alemania: 240.000 víctimas. Fuente: Nawratil, H., op. cit., pp. 56, 66.
- b/ cárceles para civiles: 100.000 víctimas. Fuente: Nawratil, H., pp. 64, 67.
- c/ violencia rusa en Austria: 60.000 víctimas. Fuente. Nawratil, H., pp. 57, 66.
- d/ asesinados durante la deportación de las provincias alemanas del Este: 2.800.000 víctimas. Nawratil, H..: Schwarzbuch der Vertreibung 1945 bis 1948, München 1999, p. 79.
La segunda cifra se desglosaría en los siguientes apartados:
- a/ minorías germanohablantes en Rusia: 300.000 víctimas. Fuente: Kulturrat der Deutschen aus Russland e V. (Editor): Volk auf dem Weg, Deutsche in Russland und in der G. U. S., 1993, Mit freundlicher Förderung der Bundministeriums des Innern, Bonn, 1993, p. 18.
- b/ minorías germanohablantes en Yugoeslavia: 85.000 víctimas. Fuente: Arbeitskreis Dokumentation im Bundesverband des Landsmannschaft der Donauschwaben, Sindelfingen, und der Donauschwäbischen Kulturstiftung der privaten Rechts, München: Leidensweg der Deutschen im kommunistischen Jugoslawien, Tomo II, Erlebnisberichte über Verbrechen an dem Deutschen durch das Tito-Regime in der Zeit von 1944-1949, München Sindelfingen, p. 1015.
- c/ minorías germanohablantes en Rumanía: 10.000 víctimas. Bundesministerium für Vertriebene, Flüchtlinge und Kriegsgeschädigte (Editor): Das Schicksal der Deustchen in Rumänien. Dokumentation der Vertreibung der Deutschen aus Ost-Mitteleuropa, Tomo III, p. 80.
- d/ minorías germanohablantes en Polonia: 77.000 víctimas. Sack, J., Auge um Auge. Die Geschichte von Juden, die Rache für den Holocaust suchten, Kabel, 1995, p. 329.
Las bajas alemanas en el frente fueron relativamente pocas, pero la carnicería que los demócratas organizaron después con los prisioneros y los civiles alemanes ya inermes no tiene quizá parangón en la historia moderna. En definitiva, los vencedores de la Segunda Guerra Mundial fueron unos auténticos dechados de hipocresía; quienes nos gobiernan encarnan hoy a sus herederos y cómplices.
¿Quién es Bernhard Bellinger?
Quedan fuera de los cálculos, según expresa mención de Bellinger, las víctimas de los trabajos forzados a que fueron sometidos no sólo los soldados prisioneros, sino los propios civiles, particularmente en Rusia y Francia. Los afectados son más de 5 millones de personas. El número de los que perecieron está todavía por calcular:
Diese Tabelle enthält nicht die Zahl der Opfer von Gewalttaten gegen deutsche Zwangsarbeiter im Herrschaftsbereich der Siegermächte. Die Zahl der deutschen Zwangsarbeiter dürfte viele Millionen betragen haben. In Russland wurden nicht nur Kriegsgefangene zur Zwangsarbeit herangezogen, sondern auch Zehntausende Zivilpersonen nach der Besetzung der deutschen Ostgebiete nach Russland verschleppt. Die US-Army stellte die Zahl ihrer deutschen Kriegsgefangenen auf 5.235.689 Personen fest. Von diesen übergab sie einen großen Teil an die anderen Siegermächte einschließlich Russlands für Zwecke der Zwangsarbeit. So forderte beispielsweise Frankreich zum Zwecke der Zwangsarbeit 750.000 Gefangene an und erhielt nach der einen Quelle 730.000 und nach einer anderen Quelle 886.000 Gefangene. Diese Zwangsarbeiter wurden in Frankreich unter anderem auch dafür eingesetzt, Minenfelder zu räumen. / Unterlagen über Opfer von Gewalttaten mit Todesfolge für deutsche Zwangsarbeiter liegen in zahlreichen Fällen vor, wurden aber noch nicht in einem geschlossenen System dokumentiert und ausgewertet.
Si a las víctimas ya contabilizadas y documentalmente acreditadas se suman las de los contingentes de trabajadores forzados (civiles y militares), entonces !la cifra de 13 millones de víctimas podría ser ampliamente rebasada y aproximarse a los 17 millones apuntados por nosotros en 2009!
El profesor Dr. Bellinger no es ningún antisistema, precisamente, sino alguien muy bien integrado en el mismo dispositivo de poder oligárquico que cometió tales atrocidades. Un presidente del Rotary Club (1985-1986) es alguien que ha superado todos los filtros de confiabilidad oligárquica. Quizá su postura frente a los abusos perpetrados por los vencedores con los prisioneros alemanes, singularmente por parte de los americanos, se explique a partir de la siguiente afirmación:
Ich bin ein Freund Russlands und ein großer Freund und Bewunderer der Vereinigten Staaten, war oft – auch beruflich – dort und bin dankbar, dass ich in einem der Westsektoren mit Hilfe unter anderem der Amerikaner dazu beitragen konnte, unser Land wieder aufzubauen.
(«soy un amigo de Rusia y un gran amigo de los Estados Unidos, he estado allí por motivos profesionales a menudo y me siento agradecido de haber podido contribuir en el sector occidental a reconstruir nuestro país con ayuda entre otros de los americanos»). Pero, ¿cómo se puede ser amigo de quien provocó una hambruna con 5.700.000 víctimas reconocidas como tales en su Tabelle? ¿Quizá de nuevo la «culpa alemana», que pone el carro delante del caballo y convierte los efectos en causas?
Abschließend erlauben Sie mir bitte eine persönliche Anmerkung. Meine Kritik und meine Untersuchungen sollen nicht die Straftaten der Deutschen in der Zeit von 1933 bis 1945 aufrechnen oder in Frage stellen.
Una vez más ya no se trata de los «hechos», sino de las interpretaciones, o sea, de la filosofía. Estos hechos forman parte de los misterios políticos de nuestra situación histórica, donde las evidencias del crimen se encuentran ya, para quien quiera buscarlas, en las bibliotecas especializadas, pero sólo llegan a la prensa con cuentagotas y, desde luego, garantizando, en las formas y en el lenguaje, que pocos se atrevan a sacar las consecuencias políticas fulminantes de la espantosa verdad.
La consabida excusa habitual es que «los alemanes empezaron»; trátase empero de una falsedad que (ya hemos apuntado y documentado en otras entradas algunos datos pero seguiremos abundando en ello) no puede explicar las gigantescas atrocidades «progresistas» y «demócratas» que precedieron, ya sea al propio nazismo, ya al holocausto en cuanto tal.
Jaume Farrerons PhD
Figueres, la Marca Hispànica, 13 de mayo de 2012.
LA HISTORIA DE EEUU ES EL EXPEDIENTE POLICIAL DE UN ASESINO EN SERIE
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