EL SIONISMO DEL ESTADO DE ISRAEL Y LA DIÁSPORA CONSTITUYE LA SECULARIZACIÓN POLÍTICA Y NACIONALISTA DE LA RELIGIÓN JUDÍA. Los escasos críticos que osan abordar este tema acostumbran a distinguir entre sionismo (político) y judaísmo (religioso). Pero se trata sólo de una estrategia para eludir, en vano, la etiqueta —y el estigma social— de  antisemitas. Tanto los antisemitas —que haberlos, haylos— cuanto los no-antisemitas que critiquen las prácticas criminales del Estado de Israel y, por ende, la ideología que las sustenta, serán tarde o temprano calificados de antisemitas aunque pretendan cuestionar únicamente el sionismo. Ahora bien, el delito de antisemitismo tipifica la instigación del odio a «los judíos» en general o a alguien en particular por el simple hecho de ser «judío». Por nuestra parte, rechazamos la idea de que los judíos conformen una etnia o pueblo: judío es quien se declara públicamente adherente del «judaísmo». Y deja de serlo, en todo caso, cuando condena explícitamente la ideología judía. Por ejemplo, Karl Marx en su primera obra publicada: Zur Judenfrage (1844), cuya argumentación, dicho sea de paso, compartimos aquí en su totalidad. En efecto, desde el momento en que cualquiera puede en principio «convertirse» al judaísmo, no existe una raza judía en el sentido antropológico y biológico del vocablo. Los delirios racistas sobre el «gen judío» y la pretensión rabínica de que es judío el hijo de madre judía aunque apostate del judaísmo, no se sostienen y son, además, agua torrencial para el molino antisemita. Otro tanto puede afirmarse sobre el sionismo: ideología laica, hay judíos sionistas y judíos no sionistas, como también sionistas cristianos («no-judíos»). La crítica del sionismo per se no puede, en consecuencia, ser calificada nunca —honesta y objetivamente— de antisemita por muy absurda que se le antoje al sionista de turno. Nuestra crítica, en la serie de artículos que publicaremos y de la cual éste será el primero, va dirigida a ciertos aspectos del judaísmo entendido como fundamento religioso del sionismo y al sionismo en cuanto ideología que inspira y legitima las políticas racistas, supremacistas y genocidas del Estado de Israel. Sólo pueden sentirse afectados por nuestra crítica los ciudadanos israelíes, los judíos de la Diáspora y los gentiles («no-judíos») que sustenten o convaliden dichas políticas de extrema derecha, pero no «los judíos» o alguien —quienquiera que sea— «por el simple hecho» de ser judío. En todo caso, conviene advertir que la religión judía no se agota, ni mucho menos, en los elementos objeto de crítica y discusión. 

Yahvé a Josué: «Ahora, vete y castiga a Amalec, consagrándolo al anatema con todo lo que posee, no tengas compasión de él, mata hombres y mujeres, niños y lactantes, bueyes y ovejas, camellos y asnos» (I Samuel 15, 3). Niño palestino asesinado por el ejército israelí.

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Yahvé a Josué: «Ahora, vete y castiga a Amalec, consagrándolo al anatema con todo lo que posee, no tengas compasión de él, mata hombres y mujeres, niños y lactantes, bueyes y ovejas, camellos y asnos» (I Samuel 15, 3). Lactante asesinado por el ejército israelí.

EL ANATEMA EN LA LEY JUDÍA O LA FUNDAMENTACIÓN TEOLÓGICA DEL GENOCIDIO

Muchos pueblos del pasado y del presente —esperemos que no del futuro— han perpertrado genocidios y, en cambio, no existe una certeza historiográfica de que los hechos descritos en el Antiguo Testamento —incluido el Deuteronomio, la Torah o ley judía— se correspondan con una realidad histórica. En todo caso, y mientras dicha ley siga vigente entre los judíos, conserva una pasmosa actualidad, como poco en el Estado de Israel, cuya legitimación teológica quedó consagrada recientemente tras constituirse como Estado de apartheid. Ya sólo esta circunstancia convierte los pasajes de la Torah o Antiguo Testamento donde se justifica y aplaude el genocidio en objetos de crítica filosófica legítima. En efecto, en la Biblia hebrea, el genocidio de los pueblos infieles —un tipo de prácticas que se atribuyen en la actualidad al Estado islámico, pero rara vez a Israel— queda jurídicamente justificado como mandato divino para la conquista de la Tierra Prometida o el castigo de aquéllos quienes, en general, ofendan al dios judío:

«El que ofrece sacrificios a otros dioses, será entregado al anatema» (Éxodo 22, 19). «Ningún ser humano consagrado como anatema podrá ser rescatado; deberá morir» (Levítico 27, 29).

Bien entendido que el hecho de no reconocer al dios judío como único dios y no someterse a él es ya motivo de ofensa susceptible de ser castigada con anatema. El anatema, además de asesinato, es también un expolio cuyos beneficiarios reales son los sacerdotes judíos:

«Ese campo, cuando quede libre en el jubileo, será consagrado a Yahveh como campo de anatema y será propiedad del sacerdote» (Levítico 27, 21). «Nada de lo que a uno pertenece —hombre, animal o campo de su propiedad— que haya sido consagrado a Yahveh con anatema podrá venderse ni rescatarse. Todo anatema es cosa sacratísima para Yahveh» (Levítico 27, 28).

El exterminio de las personas consagradas en anatema incluye a inocentes por definición, como los niños:

«Nos apoderamos entonces de todas sus ciudades y consagramos al anatema toda ciudad: hombres, mujeres y niños, sin dejar superviviente» (Deuteronomio 2, 34). «Las consagramos al anatema, como habíamos hecho con Sijón, rey de Jesbón: anatema a toda ciudad: hombres, mujeres y niños« (Deuteronomio 3, 6).

Para que no queden dudas, el dios judío especifica que los lactantes, bebés o niños de pecho también quedan sujetos a la validez jurídica del anatema —una pena o sanción colectiva— y deben ser exterminados con el resto de los vivientes del caso (incluidos los animales):

«Ahora, vete y castiga a Amalec, consagrándolo al anatema con todo lo que posee, no tengas compasión de él, mata hombres y mujeres, niños y lactantes, bueyes y ovejas, camellos y asnos» (I Samuel 15, 3).

Las referencias de la Torah, lugar textual de la ley judía (Halajá), no se limitan a las aquí citadas, de manera que pudieran considerarse anecdóticas y su mención, por ende, malintencionada por parte del crítico. Por el contrario, en el redactado bíblico se pueden detectar 506 pasajes donde se describe la perpetración de genocidios (Fuente: Pepe Rodríguez: Los pésimos ejemplos de Dios. Según la Biblia, Madrid, Temas de Hoy, 2008, p. 30). Pero lo más extraordinario del asunto es que la inmensa mayoría de dichos crímenes habrían sido cometidos por judíos siguiendo las órdenes de su dios Yahvé, es decir, que quedan ideológicamente legitimados por la ley judía hayan sido realmente perpetrados o no. Por cierto, salvo error u omisión, no nos consta que los rabinos hayan derogado las normas de la Halajá que ordenan el genocidio de los enemigos de Israel. Antes bien, las 613 normas del judaísmo remiten a las mismas fuentes que los fragmentos genocidas, a saber, el Deuteronomio y Números. Por ejemplo, la norma 464 prescribe:

464. Incendiar a la ciudad de descarriados a la idolatría y eliminar a sus ciudadanos. 

Este precepto, una suerte de convalidación general del anatema, establece como mandato válido y vigente (véase normas 603 a 605: 603. Recordar lo que nos hizo Amalek. 604. Borrar su descendencia de la Tierra. 605. No olvidar lo que nos hicieron) todas las atrocidades que los textos genocidas de la Torah describen con palmaria fruición. A continuación reproducimos algunos de dichos pasajes, obtenidos mediante el buscador de una Biblia on line y el criterio de búsqueda «anatema»:

  • Entonces Israel formuló este voto a Yahveh: «Si entregas a ese pueblo en mi mano, consagraré al anatema sus ciudades.» (Números 21, 2).
  • Oyó Yahveh la voz de Israel y les entregó aquel cananeo. Los consagraron al anatema a ellos y a sus ciudades. Por eso se llamó aquel lugar Jormá. (Números 21, 3)
  • Nos apoderamos entonces de todas sus ciudades y consagramos al anatema toda ciudad: hombres, mujeres y niños, sin dejar superviviente. (Deuteronomio 2, 34)
  • Deberás pasar a filo de espada a los habitantes de esa ciudad; la consagrarás al anatema con todo lo que haya dentro de ella. (Deuteronomio 13, 16)
  • De este anatema no se te quedará nada en la mano, para que Yahveh aplaque el ardor de su ira y sea misericordioso contigo, tenga piedad de ti y te multiplique como prometió bajo juramento a tus padres (Deuteronomio 13, 18) sino que las consagrarás al anatema: a hititas, amorreos, cananeos, perizitas, jivitas, y jebuseos, como te ha mandado Yahveh tu Dios (Deuteronomio 20, 17) porque nos hemos enterado de cómo Yahveh secó las aguas del mar de Suf delante de vosotros a vuestra salida de Egipto, y lo que habéis hecho con los dos reyes amorreos del otro lado del Jordán, Sijón y Og, a quienes consagrasteis al anatema. (Josué 2, 10)
  • La ciudad será consagrada como anatema a Yahveh con todo lo que haya en ella; únicamente, Rajab, la prostituta, quedará con vida, así como todos los que están con ella en su casa, por haber ocultado a los emisarios que enviamos. (Josué 6, 17)
  • Pero vosotros guardaos del anatema, no vayáis a quedaros, llevados de la codicia, con algo de lo que es anatema, porque convertiríais en anatema todo el campamento de Israel y le acarrearíais la desgracia. (Josué 6, 18)
  • Consagraron al anatema todo lo que había en la ciudad, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, bueyes, ovejas y asnos, a filo de espada. (Josué 6, 21)
  • Pero los israelitas cometieron un delito en lo del anatema. Akán, hijo de Karmí, hijo de Zabdí, hijo de Zéraj, de la tribu de Judá, se quedó con algo del anatema, y la ira de Yahveh se encendió contra los israelitas. (Josué 7, 1)
  • «Israel ha pecado, también ha violado la alianza que yo le había impuesto. Y hasta se han quedado con algo del anatema, y lo han robado, y lo han escondido y lo han puesto entre sus utensilios». (Josué 7, 11)
  • «Los israelitas no podrán sostenerse ante sus enemigos; volverán la espalda ante sus enemigos, porque se han convertido en anatema. Yo no estaré ya con vosotros, si no hacéis desaparecer el anatema de en medio de vosotros». (Josué 7, 12)
  • Levántate, purifica al pueblo y diles: «Purificaos para mañana, porque así dice Yahveh, el Dios de Israel: El anatema está dentro de ti, Israel; no podrás mantenerte delante de tus enemigos hasta que extirpéis el anatema de entre vosotros». (Josué 7, 13)
  • El designado por la suerte en lo del anatema será entregado al fuego con todo lo que le pertenece, por haber violado la alianza de Yahveh y cometido una infamia en Israel. (Josué 7, 15)
  • Josué no retiró la mano que tenía extendida con el dardo hasta que consagró al anatema a todos los habitantes de Ay. (Josué 8, 26).
  • Sucedió, pues, que Adoni Sédeq, rey de Jerusalén, se enteró de que Josué se había apoderado de Ay y la había consagrado al anatema, haciendo con Ay y su rey como había hecho con Jericó y su rey, y de que los habitantes de Gabaón habían hecho las paces con Israel y que estaban en medio de Israel. (Josué 10, 1)
  • El mismo día Josué tomó Maquedá y la pasó a filo de espada, a ella y a su rey: los consagró al anatema con todos los seres vivientes que había en ella. No dejó escapar a nadie, e hizo con el rey de Maquedá como había hecho con el rey de Jericó. (Josué 10, 28)
  • La tomaron aquel mismo día y la pasaron a cuchillo. Consagró al anatema aquel día a todos los seres vivientes que había en ella, lo mismo que había hecho con Lakís. (Josué 10, 35)
  • La tomaron y la pasaron a cuchillo, con su rey, todas sus ciudades y todos los seres vivientes que había en ella. No dejó ni un superviviente, igual que había hecho con Eglón. La consagró al anatema, a ella y a todos los seres vivientes que había en ella. (Josué 10, 37)
  • Se apoderó de ella, de su rey y de todas sus ciudades, las pasaron a filo de espada y consagraron al anatema a todos los seres vivientes que había en ella, sin dejar uno solo con vida. Como había hecho con Hebrón, así hizo con Debir y su rey, igual que había hecho con Libná y con su rey. (Josué 10, 39)
  • Batió, pues, Josué todo el país: la Montaña, el Négueb, la Tierra Baja y las laderas, con todos sus reyes, sin dejar ni un superviviente. Consagró a todos los seres vivientes al anatema, como Yahveh, el Dios de Israel, le había ordenado. (Josué 10, 40)
  • Pasaron a cuchillo a todo ser viviente que había en ella, dando cumplimiento al anatema. No quedó alma viva y Jasor fue entregada a las llamas. (Josué 11, 11)
  • Josué se apoderó de todas las ciudades de aquellos reyes, y de todos sus reyes y los pasó a cuchillo para cumplir en ellos el anatema, según le había mandado Moisés, siervo de Yahveh. (Josué 11, 12)
  • Porque de Yahveh provenía el endurecer su corazón para combatir a Israel, para ser así consagradas al anatema sin remisión y para ser exterminadas, como había mandado Yahveh a Moisés. (Josué 11, 20)
  • Por entonces fue Josué y exterminó a los anaquitas de la Montaña, de Hebrón, de Debir, de Anab, de toda la montaña de Judá y de toda la montaña de Israel: los consagró al anatema con sus ciudades. (Josué 11, 21)
  • ¿No prevaricó Akán, hijo de Zéraj, en el anatema, y la cólera alcanzó a toda la comunidad de Israel, aunque él no era más que un solo individuo? ¿No murió por su crimen? (Josué 22, 20)
  • Judá se fue con su hermano Simeón, derrotaron a los cananeos que habitaban en Sefat y consagraron la ciudad al anatema. Por eso la ciudad se llamó Jormá. (Jueces 1, 17)
  • Esto es lo que habéis de hacer: Consagraréis al anatema a todo varón y a toda mujer que haya conocido varón, pero dejaréis con vida a las doncellas. Así lo hicieron. (Jueces 21, 11)
  • Capturo vivo a Agag, rey de los amalecitas, y pasó a todo el pueblo a filo de espada en cumplimiento del anatema. (I Samuel 15, 8)
  • Pero Saúl y la tropa perdonaron a Agag y a lo más escogido del ganado mayor y menor, las reses cebadas y los corderos y todo lo bueno. No quisieron consagrarlo al anatema, pero consagraron al anatema toda la hacienda vil y sin valor. (I Samuel 15, 9)
  • Respondió Saúl: «Los hemos traído de Amalec porque el pueblo ha perdonado lo mejor del ganado mayor y menor con intención de ofrecerlo en sacrificio a Yahveh tu Dios. Cuanto a lo demás, lo hemos entregado al anatema.» (I Samuel 15, 15)
  • Yahveh te ha enviado por el camino y te ha dicho: «Vete, y consagra al anatema a estos pecadores, los amalecitas, hazles la guerra hasta el exterminio». (I Samuel 15, 18)
  • Saúl respondió a Samuel: «¡Yo he obedecido a Yahveh! Anduve por el camino por el que me envió, he traído a Agag, rey de Amalec, y he entregado al anatema a los amalecitas». (I Samuel 15, 20)
  • Del botín, el pueblo ha tomado el ganado mayor y menor, lo mejor del anatema, para sacrificarlo a Yahveh tu Dios en Guilgal. (I Samuel 15, 21)
  • Dijo al rey: «Así dice Yahveh: Por haber dejado ir de tus manos al hombre entregado a mi anatema, tu vida pagará por su vida y tu pueblo por su pueblo.» (I Reyes 20, 42)
  • Bien has oído lo que los reyes de Asiria han hecho a todos los países, entregándolos al anatema, ¡y tú te vas a librar! (II Reyes 19, 11)
  • Hijos de Karmí: Akar, que perturbó a Israel por haber violado el anatema. (I Crónicas 2, 7)
  • Estos que se han citado por sus nombres vinieron en tiempos de Ezequías, rey de Judá, y destruyeron las tiendas de aquéllos, y los refugios que allí se encontraban, entregándolos al anatema hasta el día de hoy; y habitaron en lugar de ellos, ya que había allí pastos para sus ganados. (I Crónicas 4, 41)
  • Porque se levantaron los ammonitas y moabitas contra los moradores del monte Seír, para entregarlos al anatema y aniquilarlos, y cuando hubieron acabado con los moradores de Seír se aplicaron a destruirse mutuamente. (II Crónicas 20, 23)
  • «¿Quién de entre todos los dioses de aquellas naciones que mis padres dieron al anatema pudo librar a su pueblo de mi mano? ¿Es que vuestro Dios podrá libraros de mi mano?» (II Crónicas 32, 14)
  • Todo aquel que no viniera en el plazo de tres días, según el consejo de los jefes y de los ancianos, vería consagrada al anatema toda su hacienda y sería él mismo excluido de la asamblea de los deportados. (Esdras 10, 8)
  • Judit ofreció todo el mobiliario de Holofernes, que el pueblo le había concedido, y entregó a Dios en anatema las colgaduras que ella misma había tomado del dormitorio de Holofernes. (Judit 16, 19)
  • Les obligó a encerrarse en sus torres, les puso cerco y dándolos al anatema, abrasó las torres con todos los que estaban dentro. (I Macabeos 5, 5)
  • Porque se ha emborrachado en los cielos mi espada; ya desciende sobre Edom y sobre el pueblo de mi anatema para hacer justicia. (Isaías 34, 5)
  • Bien has oído lo que los reyes de Asur han hecho a todos los países, entregándolos al anatema, ¡y tú te vas a librar! (Isaías 37, 11)
  • Destituía los príncipes de mi santuario; por eso entregué a Jacob al anatema y a Israel a los ultrajes. (Isaías 43, 28)
  • (…) y toda la hondonada de los Cuerpos Muertos y de la Ceniza, y toda la Campa del Muerto hasta el torrente Cedrón, hasta la esquina de la Puerta de los Caballos hacia oriente será sagrado de Yahveh: no volverá a ser destruido ni dado al anatema nunca jamás. (Jeremías 31, 40)
  • «Sube a la tierra de Meratáyim, sube contra ella; y a los habitantes de Pecod pásalos a espada y dalos al anatema hasta el último – oráculo de Yahveh -: haz en todo según te lo he mandado.» (Jeremías 50, 21)
  • «Venid a ella desde el confín, abrid sus almacenes. Haced con ellos montones y dadlos al anatema: no quede de ella reliquia». (Jeremías 50, 26)
  • «El arquero que no aseste su arco, ni se jacte de su cota. No tengáis piedad para sus jóvenes escogidos: dad al anatema todo su ejército«. (Jeremías 51, 3)
  • Ellos comerán la oblación, el sacrificio por el pecado y el sacrificio de expiación. Todo lo que sea consagrado al anatema en Israel será para ellos. (Ezequiel 44, 29)
  • «¡Levántate y trilla, hija de Sión! Que yo haré tu cuerno de hierro, y haré de bronce tus pezuñas: triturarás a pueblos numerosos, y consagrarás su botín en anatema a Yahveh, y su riqueza al Señor de toda la tierra». (Miqueas 4, 13)

Fuente: https://www.bibliacatolica.com.br/es/busca/la-biblia-de-jerusalen/anatema

Como conclusión y a los efectos que nos conciernen para la crítica del judaísmo en CARRER LA MARCA, cabe afirmar que el judaísmo en cuanto ideología racista debe ser combatido sin descanso —y erradicado al fin— por todas las personas decentes de este mundo, pero, siendo así que el judaísmo no constituye una raza, etnia o pueblo, sino una ideología, su extirpación debe practicarse en forma de ilustración, ciencia, crítica, argumentación, refutación y acción política democrática y nunca como eliminación física —individual o colectiva— de aquéllos a quienes un poder cualquiera adhiera la etiqueta-estigma de «judíos». Además, las persecuciones genocidas de los antisemitaspógromos han sido atizadas por determinados dirigentes de la comunidad judía para fortalecer su paranoica cohesión interna, de tal suerte que refuerzan a la postre el judaísmo y representan, por si fuera poco, una inversión simétrica de esta ideología racista, supremacista y genocida contra los propios judíos (véanse, al respecto, los trabajos del antropólogo André Gaillard), la cual perpetúa, consecuentemente, el sistema de valores judaico entre quienes habrían pretendido supuestamente abolirlo. En definitiva, poco ocurre que los sionistas actuales sean «como los nazis», sino que los nazis quisieron extirpar el judaísmo con métodos oriundos del propio judaísmo tras dos mil años de aculturación judeo-cristiana. No resultaron los nazis, en suma, suficientemente nazis —demasiado cristianos, demasiado judíos todavía— y la consecuencia fue el holocausto. ¡Hete aquí su más grave error!

Figueres, la Marca Hispànica, 29 de mayo de 2021.

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