EL FUTURO DE RUSIA O LAS SANCIONES ECONÓMICAS COMO ARMA DE DESTRUCCIÓN MASIVA. ¿Qué precio? EEUU/GB/Israel nunca han pagado ningún precio por sus crímenes de lesa humanidad. El 12 de mayo de 1996, la embajadora de Estados Unidos ante la ONU y posterior Secretaria de Estado Madeleine Albright reconoció en el programa «Sixty Minutes», de la televisión norteamericana, que en Iraq habían muerto, como consecuencia del bloqueo de alimentos impuesto por Naciones Unidas y alentada por Estados Unidos, 500 mil niños, pero era «un precio que vale la pena pagar« (Cubadebate, 20-5-2012). Las palabras exactas fueron: Es una elección difícil, pero creemos que vale la pena este precio (I think this is a very hard choice, but the price, we think the price is worth it).  Luego, en sus memorias, la feminista, antifascista y judía Madeleine Albright aseveró haberse arrepentido de expresarse con tanta crudeza, pero se trataba sólo de una mera cuestión de imagen. En efecto, el expediente de la genocida Albright en Ruanda, Yugoslavia (e Irak durante el período posterior a entrevista) hasta que en 2001 abandonó la política, no autoriza a presumir ningún tipo de arrepentimiento, disculpa o enmienda. Y puede calificarse sin exagerar de película de terror, pero dentro la línea política habitual de los EEUU desde el exterminio de la población indígena de América del Norte a las bombas atómicas contra civiles de Hiroshima y Nagasaki o el genocidio de Vietnam. Lo cierto es que no sólo no se arrepintió Albright, sino que la matanza en Irak continuó bajo su mandato como secretaria de Estado de los EEUU, por lo que la cifra de 500.000 niños exterminados fue ampliamente superada. Ahora podría repetirse la misma situación con las sanciones económicas a Rusia y la criminal idea de que «el pueblo ruso debe sufrir».

¿QUIÉN INVENTÓ EL BULO DE LAS ARMAS DE DESTRUCCIÓN MASIVA IRAQUÍES?

Feminista, antifascista y judía.

NO SE ARREPINTIÓ JAMÁS

Que Albright, la feminista y antifascista Albright, no se arrepintió de nada, queda de manifiesto por su política en Irak como secretaria de Estado (1997-2001), de tal suerte que, en efecto, el número de niños iraquíes asesinados por Occidente hasta 1996 aumentó en seis mil cada mes:

¿Cuántos niños más mataron Albright, la administración de Bill Clinton y “nosotros” porque “nosotros” pensábamos que “valía la pena”? Cientos de miles, según un estudio del parcialmente desclasificado documento de la Agencia de Inteligencia de la Defensa “IRAQ WATER TREATMENT VULNERABILITIES” [énfasis en el original]. El documento parcialmente desclasificado fue descubierto en 1998 en un sitio web oficial del Sistema Militar de Salud. En 2001, la Asociación de Estudiosos del Genocidio publicó el estudio mencionado anteriormente: The Role of “Iraq Water Treatment Vulnerabilities” in Halting One Genocide and Preventing Others. / Durante la Primera Guerra del Golfo de 1991, Estados Unidos atacó a propósito todas las plantas de purificación de agua y las instalaciones de saneamiento en Irak, lo que en sí mismo es un crimen de guerra. El documento “Iraq Water Treatment Vulnerabilities” (Vulnerabilidades en el tratamiento del agua en Iraq), elaborado por el Departamento de Defensa de Estados Unidos e implementado en 1991, fue continuado por el presidente Bill Clinton. Incluso después de que Albright admitiera en “60 minutes” que el régimen de sanciones estadounidense había matado a 500.000 niños iraquíes, “nosotros” continuamos con el draconiano embargo de equipos de purificación de agua. / El “nosotros” del Departamento de Defensa y de Madeleine Albright sabía que sin agua potable la tasa de enfermedades transmitidas por el agua, como el cólera, enfermaría y mataría a cientos de miles de iraquíes. Privar a toda una población de lo esencial de la vida es un genocidio y una violación de los Convenios de Ginebra. La degradación del suministro de agua para causar a sabiendas epidemias, como el cólera, es una guerra biológica. / Las sanciones económicas y los embargos comerciales son una guerra de asedio bárbara contra la población civil. No hay manera de embellecerlas como si fueran humanitarias o unos objetivos quirúrgicos en contra de un régimen. Ahora, piensen en los millones de personas de Cuba, Irán, Venezuela, Siria, Birmania y Costa de Marfil que están sufriendo un embargo por parte de Estados Unidos hoy en día. / El documento “Iraq Water Treatment Vulnerabilities” revela la intención diabólica de un régimen de sanciones, incluso cuando está autorizado por la ONU. Es por éstas y otras razones que el Comité Internacional de la Cruz Roja ha planteado a menudo sus preocupaciones, incluidas las relativas a los regímenes de sanciones autorizados por la ONU. Ni siquiera este organismo tiene autoridad para violar los Convenios de Ginebra, y se extralimita cuando lo hace.

Fuente: https://www.resumenlatinoamericano.org/2022/01/26/medio-oriente-el-genocidio-liderado-por-eeuu-y-la-destruccion-del-yemen/

La antifascista Albright: su familia huyó de los nazis y luego regresó a la Checoslovaquia comunista. ¿Cómo se puede pretender que Albright es «fascista» (Nazarín Armanian dixit)?

Según Albright, un fascista es un matón con un ejército. Debería haber añadido: un matón con un ejército es fascista y sólo es fascista cuando se opone a los intereses de EEUU. Circunstancia que, a nuestro juicio, convertiría a cualquier «matón» «con un ejército» en una persona decente porque no hay ni puede haber nada peor en este mundo que «los intereses de EEUU».  Sobre la actuación de Albright en Yugoslavia:

Albright en sus memorias expresa pesar por su declaración de «valió la pena» en la entrevista de 1996. Y le dijo a Newsweek en 2006: “Me temo que Irak se convertirá en el mayor desastre de la política exterior estadounidense, peor que Vietnam”. Pero ella tiene parte de responsabilidad por el bombardeo de Irak en diciembre de 1998 («Operación Zorro del Desierto»), un preludio de la invasión de 2003. Ella ayudó a producir el desastre. / Y ayudó a producir el desastre en la ex Yugoslavia. A medida que aumentaba la violencia en la provincia serbia de Kosovo, entre el Ejército de Liberación de Kosovo y las fuerzas de seguridad, ella (y Cohen) exageraron deliberadamente el número de muertos albanokosovares y exigieron el derecho de Estados Unidos a intervenir. Ella arregló la alianza de facto con el ELK, anteriormente calificado de “terrorista” por funcionarios estadounidenses. En marzo de 1999, en las conversaciones de Rambouillet entre Serbia y los rebeldes kosovares, junto con EE. UU., sus aliados europeos y Rusia, EE. UU. exigió que toda Serbia (y otros estados dentro de lo que quedaba de Yugoslavia) se sometiera a la ocupación virtual por parte de la OTAN. . Yugoslavia se mantuvo orgullosa al margen del Pacto de Varsovia y se enorgulleció de su participación en el Movimiento de Países No Alineados. Ningún gobierno de Belgrado podría haber cumplido con las demandas de Albright.

Fuente: https://dissidentvoice.org/2010/10/the-evil-of-madeleine-albright/

Así que Belgrado devino «fascista» y «fascista»/»fascismo» constituye la palabra/estigma rigurosamente exacta para identificar a los verdadaderos enemigos de Occidente (EEUU/GB/Israel). Quien emplee esa palabra en el mismo sentido que Albright acata la ideología occidental y representa, lo sepa o no, un falso disidente, un disidente controlado o un impostor progre —títere de Soros— al estilo de Pablo Iglesias.

EL CRIMINAL NEOCOLONIALISMO DE LOS EEUU EXPLICADO POR UNO DE SUS EX AGENTES (1). LA CONFESIÓN

EL BLOQUEO NAVAL BRITÁNICO DONDE SE GESTÓ EL NAZISMO

Alemania no sólo terminó acusada injustamente de buscar y desencadenar la gran guerra, sino que impúsosele un bloqueo económico ilegal (verdadero causante de la táctica submarina alemana) cuyas víctimas fueron los civiles. Comenzó, pues, el exterminio de civiles, práctica que procede del bando aliado y ya había sido aplicado ampliamente en las colonias británicas, incluida Irlanda. Este abuso de todo derecho se mantuvo, por si fuera poco, después de la rendición de Berlín y durante un año, provocando 800.000 muertos directos y 1 millón indirectos, la mayor parte ancianos, mujeres y niños. [Cfr. C. Paul Vincent: The Politics of Hunger. The Allied Blockade of Germany, 1915-1919, Ohio University Press, Ohio, London, 1985]. El draconiano Tratado de Versalles castigó a Alemania con efectos de amputación territorial, expolio económico, quiebra financiera, humillación nacional y paro masivo. Los «niños del hambre» crecidos en medio de la abyecta fechoría occidental fueron luego, en muchos casos, jóvenes de las SA, las tropas de choque del nacionalsocialismo. ¿Podía perorárseles a ellos sobre la «democracia» y los «derechos humanos» del civilizadísimo mundo occidental? En la página 162 del libro de Vincent leemos:

Whether one espouses the psychoanalytical argument that childhood deprivation fostered irrational behavior in adulthood or the physiological assertion that widespread malnutrition in childhood led to an impaired ability to think rationally in adulthood, the conclusion remains the same: the victimized youth of 1915-1920 were to become the most radical adherents of National Socialism.

Al parecer, según el judío C. Paul Vincent, el sometimiento al mundo occidental habría sido, en cambio, un rational behavior. El propio Adolf Hitler no se explica sino como resultado de esta mentira asesina que sólo ahora, casi un siglo después, queda al descubierto para vergüenza de los eternos germanófobos y «amigos de Israel». Los engaños, aparentemente inocuos, tienen su precio. El historiador Geoffrey Regan pinta el cuadro de un horror del que los alemanes —como los serbios o ahora los rusos— nunca fueron culpables, a pesar de que se les imputó por ello:

Con posterioridad a la guerra se ha calculado que el bloqueo naval británico se cobró un coste de por lo menos ochocientas mil vidas civiles, y frustró más de un millón de nacimientos. Además, el número de alemanes hambrientos que murió durante la epidemia de gripe fue un 250 por 100 superior al de británicos. (…) Se multiplicaron los suicidios entre la población femenina e infantil, y en todas partes se respiraba el olor de la carne podrida de cuerpos aún vivos, como consecuencia de la desnutrición.

(Fuente: Geoffrey Regan: Guerras, politicos y mentiras, Barcelona, Crítica, 2006, p. 31.)

Regan abunda en el tema (p. 29):

La deliberada y calculada “política de hambre” que empleó el gobierno británico durante la primera guerra mundial apuntaba directamente contra los civiles de las Potencias Centrales. Entre 1914 y 1929 el bloqueo naval fue la estrategia preferida de la Marina Real británica. (…) El primer lord del almirantazgo Winston Churchill admitió de buen grado que la marina británica aspiraba a “matar de hambre a toda a población alemana –hombres, mujeres y niños, jóvenes y ancianos, heridos y sanos- hasta la rendición”. / El bloqueo naval fue un crimen de guerra que violaba la convención de La Haya de 1907, que solamente consideraba como “contrabando” inaceptable el transporte de alimentos cuando este iba dirigido al personal militar enemigo, no a los civiles.

Como es sabido, Alemania recurrió a la guerra submarina para responder al bloqueo ilegal de su país, hecho por el cual Alemania ha sido acusada de perversidad a pesar de que en varias ocasiones ofreció renunciar a dicha arma siempre que Inglaterra levantara el criminal bloqueo. La respuesta de Estados Unidos a las actuaciones británicas sería acusar a los alemanes por su crueldad y, en cambio, justificar el bloqueo ilegal (Regan, p. 29):

Cuando Alemania contraatacó enfrentándose a Gran Bretaña con la campaña submarina, alegó ante los países neutrales más importantes –sobre todo Estados Unidos- que la Marina Real estaba estrangulando progresivamente la población civil. Sin embargo, las quejas alemanas fueron barridas del escenario por el coronel House –el consejero del presidente Woodrow Wilson- con el curioso razonamiento de que “Inglaterra no está ejerciendo su poder de ninguna forma censurable, ya que está dirigida por una democracia”.

¿Rational behavior, señor Vincent? Con ello quedaba quizá consagrado el principio, hoy indiscutible ya al parecer, de que las “democracias” pueden perpetrar genocidios y, por ende, que no se distinguen moralmente de las dictaduras, aldabonazo que debió de resonar muy hondo en el subconsciente de los alemanes. Sin embargo, las fechorías de la «democracia más antigua del mundo» (¿?) no concluyeron con el bloqueo, sino que pasaron de crimen de guerra a genocidio cuando Alemania se rindió y, sin embargo, el bloqueo fue mantenido por las autoridades aliadas, sobre todo —París era una fiesta–a instigación de Francia (Regan, p. 31):

Cientos de millares de civiles alemanes estaban siendo asesinados por los hombres de Estado del bando aliado, a pesar de que la guerra ya había concluido.

Este es el coste de las mentiras de los políticos, que no se limitan a las causas de la Primera Guerra Mundial, sino también a las de la Segunda y, por supuesto, como sabemos, a sus presuntas consecuencias hasta la actualidad. Las plutocracias capitalistas no han hecho otra cosa que provocar la aniquilación. El comunismo fue una reacción frente al horror del capitalismo. Y el fascismo, a su vez, una reacción frente al horror comunismo. Sin embargo, se pretende que el «horror» por excelencia es el fascismo, tercer y último actor del escenario —y el más sobredeterminado de todos ellos. ¿Ahora va a repetirse el bucle? Todo indica que sí. Pero, en cualquier caso, obsérvese que el primer eslabón y factor determinante de la cadena causal es siempre el mismo y tiene un nombre, a saber: la oligarquía financiera judeo-cristiana.  La oligarquía de parásitos criminales que domina el hemisferio occidental carga con una responsabilidad inmensa, mas no por ello deja ni por un momento de mentir, saquear y asesinar al por mayor mientras se presenta como defensora de los «derechos humanos» y la «democracia». Estamos a las puertas de una nueva guerra que se justificará, cómo no, con fraudes como la de las «armas de destrucción masiva» de Sadam Hussein y «Putin el nuevo Hitler». Y propiciará bloqueos al estilo de Alemania, Cuba, Venezuela o Irak. La víctima es ahora Rusia. El pueblo ruso debe sufrir, escuchábamos hace unos días en el programa de Susanna Griso (Antena 3) de boca del economista liberal Daniel Lacalle. Quizá algún día se nos cuente la fábula propagandística de que «valió la pena» el exterminio de un millón de niños rusos.

Empero, el paraíso de paz y prosperidad mundial prometido a cambio no llega, antes bien, el mundo construido pieza a pieza por la oligarquía es un mundo de horror, el mismo que, paradójicamente, se le imputa a Hitler. ¿No debemos —rational behavior— empezar a sospechar que quienes en Occidente ostentan un poder político y económico abrumador nos han engañado? Esta cuestion afecta también a la narración sobre «Hitler» que la oligarquía viene transmitiendo a la posteridad con machacona insistencia. Porque, si los mayores criminales y mentirosos de la historia odian sobre todas las cosas a… «Hitler», si Adolf Hitler encarna para ellos el «mal absoluto», entonces será menester quizá escuchar atentamente, con otros oídos, aquéllo que Adolf Hitler tiene que decirnos. 

Figueres, la Marca Hispànica, 8 de marzo de 2022.

LOS ALIADOS EXTERMINARON A 13 MILLONES DE CIVILES ALEMANES

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