TODOS LOS INSTIGADORES DE ESTE CRIMEN DE LESA HUMANIDAD SON JUDÍOS SIONISTAS. Estamos ante un delito tipificado por el Tribunal Militar de Nuremberg. Los perpetradores permanecen impunes a pesar de las evidencias de que provocaron una guerra con el único fin de favorecer la posición geoestratégica de Israel en Oriente Medio. Los EEUU se convirtieron así en un bochornoso instrumento del sionismo. Hasta que el pueblo norteamericano no despierte y comprenda que el país ha sido secuestrado, estos criminales podrán continuar perpetrando sus fechorías. 

Abraham Shulsky, judío sionista, director de la OSP.

El origen del fraude de las armas de destrucción masiva se puede localizar con exactitud en la Oficina de Planes Especiales (OSP) que operó entre septiembre de 2002 y junio de 2003. Dicho organismo estuvo dirigido por el judío Abraham Shulsky. Con él colaboraron otros judíos de ideología sionista, neoconservadora, neocon o zioncon. Todos estos términos designan el mismo conjunto de falacias racistas y supremacistas judías, pero resulta sorprendente el apoyo que reciben de políticos no-judíos, aunque normalmente cristianos (los cristianos sionistas) de Estados Unidos —como Donald J. Trump— y del resto del mundo occidental. En España, son ejemplos claros de cristianos sionistas no-judíos José María Aznar o Santiago Abascal, dirigente del partido ultraderechista Vox y seguidor tanto de Aznar cuanto del propio Trump. No obstante, los impulsores originarios del bulo o fake news de las armas de destrucción masiva iraquíes eran casi todos ellos judíos —con la única excepción del cristiano sionista Donald H. Rumsfeld— y mantenían estrechas relaciones con el Estado de Israel.

Douglas J. Feith, judío sionista, subsecretario de Defensa y miembro de la OSP.

Según James Petras:

El entonces subsecretario de Defensa Douglas Feith y Paul Wolfowitz fundaron la OSP. Por su parte, Schulsky era un ávido seguidor y protegido de Richard Perle, el famoso militarista y viejo partidario de ataques militares sobre regímenes árabes en Oriente Próximo. (…) Feith y Perle escribieron un infame documento sobre política en 1996 para un extremista del Partido Likud, Benjamin Netanyahu, titulado «Ruptura limpia: una estrategia para asegurar el reino», en el que pedían terminar con Saddam Hussein y sustituirlo por un monarca hachemita (pp. 24, 25).

Ya en 1996 la invasión de Irak estaba decidida. Así las cosas, tenemos a dos pájaros más implicados en el delito: Wolfowitz y Perle. Podríamos preguntarnos si eran también judíos.

Paul Wolfowitz, judío sionista, fundador de la OSP.

En su imponente obra El poder de Israel sobre los Estados Unidos, James Petras identifica con nombres y apellidos a los criminales:

Se señaló claramente a los fanáticos sionistas que dirigían la OSP, Abraham Schulsky y Feith, como la fuente de la «falsa información» que llevó a la guerra que buscaban Wolfowitz y Rumsfeld. El hecho de que los fanáticos sionistas se organizaran y actuaran como una camarilla de fanáticos arrogantes con ideas afines, hostiles a cualquier punto de vista contrario aportado por la inteligencia profesional y los funcionarios civiles y militares, señala que sus lealtades y conexiones estaban en otra parte, muy probablemente en el régimen de Sharon en Israel (p. 25).

Los neocon ignoraron los informes de la CIA, e incluso del Mossad, que desmentían la existencia de las armas de destrucción masiva iraquíes. Los nombres y los rostros de estos asesinos se hicieron famosos con la invasión de Irak:

Richard Perle, judío, fanático sionista, asesor de George W. Bush y directo responsable de la invasión de Irak.

La invasión estadounidense de Irak y su agresiva postura militar contra la mayoría de los regímenes árabes de Oriente Próximo dieron a conocer al mundo entero el nombre de estos diseñadores de política sionista. Wolfowitz y Feith ocuparon los cargos segundo y tercero, respectivamente, más importantes del Pentágono. En la OSP, ellos protegían a a Abraham Shulsky, Richard Perle, entonces presidente del Comité de Política de Defensa, y Elliot Abrams, defensor del genocidio en Guatemala en la década de los años 80, entonces alto directivo de los asuntos de Oriente Próximo para el Consejo de Seguridad Nacional (p. 26).

Aparece aquí otro personaje, Elliot Abrams, y podemos preguntarnos si, casualmente, además de un carnicero sanguinario, es también judío sionista.

Elliot Abrams, judío sionista, una de las peores bestias asesinas implicadas en el fraude.

Cuando la fake news quedó en evidencia y el propio Bush tuvo que reconocer que nunca habían existido las celebérrimas armas de destrucción masiva iraquíes, algunos de estos personajes fueron apartados de sus cargos. Donald Rumsfeld, el único de todo el grupo que no era judío, fue utilizado entonces como chivo expiatorio y las críticas por el desastre de Irak se centraron en él, sin mencionar nunca el hecho de que todos los demás eran judíos y él, sólo por casualidad, no-judío y encima de ascendencia alemana. Aviso para navegantes: este es el destino que les espera a todos los no-judíos que colaboren con el sionismo.

Figueres, la Marca Hispánica, 11 de febrero de 2020.

Fuente: James Petras: El poder de Israel sobre los Estados Unidos, Madrid, Iepala, 2013. Título original: The power of Israel in the United States, Atlanta, Clarity Press, 2006.  

 

VICTORIA NULAND O LA JUDÍA SIONISTA QUE PROVOCÓ LA GUERRA

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