EL EXTRAORDINARIO DISCURSO SUPREMACISTA DE QUIENES AFIRMAN NO ENTENDER EL MOTIVO DE LAS CRÍTICAS AL JUDAÍSMO. Enlazamos a continuación dos conferencias impartidas en la Casa de América de Madrid, con el judío Roberto Blatt como protagonista. El objeto del acto es la identidad judía en cuanto ficción cuya consistencia remite, precisamente, al antisemitismo, es decir, la famosa tesis especular de J. P. Sartre. Curiosamente, no se escucha ni una sola palabra sobre el concepto supremacista de pueblo elegido, aunque el director del Centro Sefarad-Israel, Miguel de Lucas, sí hace referencia, sin inmutarse, a la pretensión judía de que su dios tribal es el único dios verdadero y el resto de los dioses no existen. ¡Casi nada!

No abundan, pues, los conferenciantes en el eleccionismo, verdadera esencia de la ideología judía, pero el supremacismo judío tenía que hacer acto de presencia sí o sí en algún momento y forma del evento propagandístico (hasbara). Y, en efecto, dicho fantasma con el pijama a rayas se paseará obscenamente por la sala hacia la mitad del video cuando Roberto Blatt, judío practicante, pretende que Occidente «es» el judeo-cristianismo. O en otros términos: Occidente ha sido creado por los judíos y sólo ellos. La estupefaciente idea, muy resumida —a sus propias palabras me remito: véase m. 29 y ss.— reza así: los judíos crean el cosmopolitismo al preservar una identidad aterritorial continua en el tiempo durante 4.000 años mientras que el resto de las culturas e imperios, mucho más poderosos pero territoriales, iban desapareciendo uno tras otro. Además, el cristianismo, con su precepto de conversión gentil, fundaría la universalidad. Pero, atención, el cristianismo es sólo otra rama del judaísmo. ¡Cierto! Y sus argumentos respecto al cristianismo como derivación del judaísmo son histórica y teológicamente incuestionables. Otra cosa es la «OPA cultural» de Blatt sobre la Modernidad. Dos vertientes judías construyen la Modernidad [sic], minuto 30:53.

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Blatt se olvida de la filosofía, de la ciencia, de la ilustración, del arte clásico, del derecho público, de la ciudadanía imperial y de la democracia que, o bien no formarían parte de la Modernidad, o bien serían inventos judíos a pesar de que, según los libros de historia, fueron instituciones grecorromanas. Todo ello sin olvidar que el judeo-cristianismo aniquiló la cultura grecorromana e hizo retroceder Europa a la Edad Media hasta que ésta recuperó sus raíces paganas en el Renacimiento. Y  sin olvidar tampoco que el judeo-cristianismo sigue corroyendo por dentro la Modernidad europeo-occidental —de cuño grecorromano, helenista— y la está aniquilando desde dentro a marchas forzadas por segunda vez en la historia . El judío Blatt tiene, en definitiva, que ejercer a la postre el ministerio judío y convencernos de que los judíos son el pueblo elegido. Su recurso a la mentira era inevitable. Mas con ello nos ha explicado sin querer las verdaderas causas del antisemitismo.

Figueres, la Marca Hispànica, 7 de julio de 2022.

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