QUÉ SE DECIDE EN UCRANIA
REMACHANDO EL ORDEN DE YALTA. Desde la desaparición de la URSS, una amenaza proyectaba su sombra sobre el hemisferio anglo-estadounidense —oligárquico— respecto de Europa, a saber, la de una virtual Europa unida, social y tecnológicamente avanzada, soberana e independiente en política exterior o defensa, que incorporase Rusia a su proyecto. Existe otra amenaza, en el mundo árabe, de la que no hablaremos mucho hoy, pero que también ha sido neutralizada por la política occidental y nos vale como ejemplo por su casi obscena obviedad. Se trata de políticas geoestratégicas, tácticas y diplomáticas que prevén el peor escenario posible para la oligarquía financiera judeo-cristiana y actúan preventivamente con décadas de anticipación. En el caso árabe, el objetivo principal es impedir el surgimiento de un nacionalismo laico que pueda pactar con Europa en perjuicio de Israel/GB/EEUU o, mejor dicho, de sus élites oligárquicas, el«pueblo escogido». A tales efectos Occidente, desde los tiempos del Imperio británico, ha promovido el integrismo islámico en detrimento de la modernización cultural árabe. Londres —y luego Washington— se han aliado con las fuerzas más retrógradas del islam: el wahabismo, el salafismo, Arabia Saudí, los talibanes…, todo ello con el fin de mantener a los pueblos árabes sumidos en la ignorancia, el subdesarrollo y la opresión religiosa. Occidente ha neutralizado, verbi gratia, a un Mossadegh, para colocar en su lugar a un Jomeini. Ha favorecido a Hamás en detrimento de la OLP; ha utilizado la excusa del islamismo y el terrorismo promovidos por el propio Occidente para inocuizar o liquidar uno a uno todos los regímenes estatales nacionalistas y laicos del mundo árabe: Líbano, Irak, Libia, Siria… Decíase combatir la yihad, pero se utilizaban a esos mismos yihadistas de Daesh contra Al-Assad o Gadhaffi. Etcétera. Geoestrategia occidental de otras características, aunque idénticos fines depotenciadores, ha sido la implementada en Europa y contra Europa desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
¿CÓMO SE PRODUCEN LOS ATENTADOS DE FALSA BANDERA? (1). LA TEORÍA DEL GRIFO
LA POLÍTICA ANTI-EUROPEA DE INGLATERRA
Occidente —bloque formado por EEUU, Reino Unido e Israel y del que la denominada Unión Europea (UE) es sólo un vasallo político y militar con rango geoestratégico inferior a Canadá o Australia—, ha heredado la política exterior británica del equilibrio, un eufemismo para la técnica del divide y vencerás aplicada, eso sí, a escala continental. Esta diplomacia consistía en evitar que una sola nación sea capaz de unificar todo el continente. Cuando eso ocurría y la nación X se convertía en clara candidata para ocupar dicho lugar hegemónico, Inglaterra se aliaba con las demás (verbi gratia, naciones A, B, C) y promovía una guerra de A + B + C para aplastar a X. El proceso se ha repetido tres veces: 1/ con la España de los Habsburgo desde los tiempos de Carlos V hasta la paz de Westfalia; 2/ con la Francia luisina y la de Napoleón Bonaparte; 3/ con la Alemania de Bismarck y la de Hitler. Observen que la nación hegemónica continental se ha ido desplazando de oeste a este (primero España, luego Francia, finalmente Alemania), mientras la sede física de la oligarquía occidental migraba hacia el oeste (primero las Provincias Unidas, luego el Reino Unido, finalmente los Estados Unidos…). En la actualidad, se está repitiendo el mismo escenario pero con… Rusia. Rusia es, en efecto, la última nación europea soberana capaz de unificar el continente, mientras que la presunta Unión Europea (UE) constituye sólo un apéndice anti-europeo de la Alianza Atlántica oligárquico-occidental. La guerra entre Rusia y Ucrania es en realidad un conflicto geoestratégico preventivo contra Europa y en provecho de Occidente. De los dos bandos enfrentados, uno «representa» a Europa (Rusia) y el otro «representa» a Occidente (Ucrania). Pero conviene no confundir a Rusia con Putin, personaje sobre cuya agenda real existen dudas harto fundadas.
Para comprender la «etapa inglesa» de la historia oligárquica es menester conocer la figura de Benjamín Disraeli, el primer ministro inglés, de procedencia judía, que forjó, junto con la rama británica de los Rothschild, los mecanismos oligárquicos clásicos del dispositivo de opresión occidental. Éstos fueron heredados posteriormente, exactamente en 1913, por las colonias británicas de América «independizadas» de Londres. Véase, aunque con fuertes reparos debido a la ideología cristiana del autor, el siguiente artículo sobre las relaciones entre Disraeli y Lionel de Rothschild. También merece la pena echarle un vistazo a una carta de Disraeli a Lionel de Rothschild. Las relaciones entre Disraeli y los Rothschild están acreditadas por el propio Archivo Rothschild:
Así fue que en 1875, Lionel, a través de su empresa NM Rothschild & Sons, adelantó a su amigo Disraeli (representante del gobierno británico) 4.000.000 de libras esterlinas para comprar acciones del Canal de Suez. Según la leyenda, esto fue negociado en un acuerdo de caballeros, sin documentación, un préstamo técnicamente sin garantía por una suma de varios miles de millones de libras esterlinas en la actualidad. / Disraeli fue acusado por William Gladstone de socavar el sistema constitucional de Gran Bretaña, debido a su falta de referencia o consentimiento del Parlamento al comprar las acciones con fondos de los Rothschild (…)
Fuente: Archivo Rothschild.
Pero las evidencias más aplastantes sobre la ideología racista y supremacista judía de Disraeli las aporta el propio interesado, quien publicó varias novelas donde explica el papel que desempeña el cristianismo en la promoción de los intereses del «pueblo escogido». Disraeli era miembro del partido conservador británico y defendía la identidad judeo-cristiana de Inglaterra, mientras que los Rothschild militaban en el partido whig, liberal, cuya función es, precisamente, disolver las identidades de los prueblos gentiles para propiciar el avance del proyecto oligárquico judío entre «las Naciones». Se dispone on line de tres libros de Disraeli con sus «confesiones» ideológicas, que comentaremos en otro artículo. La más célebre de sus obras es la siguiente:
Coningsby o la nueva generación. El editor comenta:
“Coningsby; o La nueva generación”, publicada en 1844, es la mejor de sus novelas, no como relato, sino como estudio de los hombres, las costumbres y los principios. La trama es ligera, poco mejor que un dispositivo para unir bocetos de personajes y declaraciones de opiniones políticas y económicas; pero estos son siempre interesantes ya menudo brillantes. El motivo que subyace en el libro es político. Es, en resumen, un intento de mostrar que la salvación política de Inglaterra debía buscarse en su aristocracia, pero que esta aristocracia era moralmente débil y socialmente ineficaz, y que debe enmendarse antes de que pueda cumplir su deber para con el Estado. cumplido. Por supuesto, el interés en este aspecto del libro ha desaparecido en gran medida con las condiciones políticas que reflejaba. Sin embargo, como imagen de la vida aristocrática en Inglaterra en la primera parte del siglo XIX, tiene un significado y un encanto perdurables. Disraeli no se encuentra entre los grandes escritores de ficción realista inglesa, pero en este campo especial ninguno de ellos lo ha superado. Desde este punto de vista, en consecuencia, «Coningsby» se incluye apropiadamente en esta serie.
Fuente: https://gutenberg.org/files/7412/7412-h/7412-h.htm#link2H_4_0001
En el «Prefacio» de 1894, leemos:
El propósito principal de su autor era reivindicar las justas pretensiones del partido tory (…) Era oportuno… mostrar que el conservadurismo no era una frase, sino un hecho; y que nuestras instituciones políticas eran la encarnación de nuestras necesidades populares. (…) / No fue originalmente la intención del escritor adoptar la forma de ficción como instrumento para esparcir sus sugerencias, pero, después de reflexionar, resolvió valerse de un método que, en el temperamento de los tiempos, ofrecía la mejor oportunidad de influir en la opinión./ Al considerar el esquema tory, el autor reconoció en la IGLESIA al agente más poderoso en el desarrollo previo de Inglaterra, y el medio más eficiente de esa renovación del espíritu nacional a la que apuntaba. La Iglesia es una corporación sagrada para la promulgación y mantenimiento en Europa de ciertos principios asiáticos, que, aunque locales en su nacimiento, son de origen divino, y de aplicación universal y eterna. / Al afirmar el carácter supremo de la política eclesiástica y la majestad del principio teocrático, se hizo necesario ascender al origen de la Iglesia cristiana, y afrontar con un espíritu digno de una época crítica y comparativamente ilustrada, la posición de los descendientes de esa raza que fueron los fundadores del cristianismo. Los judíos modernos habían trabajado durante mucho tiempo bajo el odio y el estigma de la malevolencia medieval. En la Edad Media, cuando se desconocía la historia, las pasiones de las sociedades, imperturbadas por la experiencia tradicional, eran fuertes, y sus convicciones, no mitigadas por la crítica, eran necesariamente fanáticas. Los judíos fueron considerados en la Edad Media como una raza maldita, los enemigos de Dios y del hombre, los enemigos especiales del cristianismo. Nadie en aquellos días se detuvo a reflexionar que el cristianismo fue fundado por los judíos; que su Divino Autor, en su capacidad humana, era descendiente del rey David; que sus doctrinas declaradamente eran la culminación, no el cambio, del judaísmo; que los Apóstoles y los Evangelistas, cuyos nombres los hombres invocaban diariamente, y cuyos volúmenes abrazaban con reverencia, eran todos judíos; que el trono infalible de Roma mismo fue establecido por un judío; y que un judío fue el fundador de las iglesias cristianas de Asia, y cuyos volúmenes abrazaron con reverencia, eran todos judíos; que el trono infalible de Roma mismo fue establecido por un judío (…) / Las naciones europeas, relativamente hablando, se habían convertido entonces sólo recientemente a la creencia en Moisés y en Cristo; y, por así decirlo, todavía avergonzados de las deidades salvajes a quienes habían abandonado, pensaron que expiaban su pasada idolatría vengándose de una raza a la que, y solo a la que, estaban en deuda por el Evangelio que adoraban./ Al reivindicar el derecho soberano de la Iglesia de Cristo a ser la perpetua regeneradora del hombre, el escritor pensó que había llegado el momento en que se debería intentar hacer justicia a la raza que había fundado el cristianismo. / El escritor ha desarrollado en otra obra (‘Tancred’) las opiniones respecto a la gran casa de Israel que insinuó por primera vez en ‘Coningsby’. Nadie ha intentado refutarlos, ni es posible la refutación; ya que todo lo que ha hecho es examinar ciertos hechos en cuya verdad todos están de acuerdo, y sacar de ellos conclusiones irresistibles de las que el prejuicio puede rehuir por un momento, pero que la razón no puede negarse a admitir. D. GROSVENOR GATE: mayo de 1894.
Fuente: https://gutenberg.org/files/7412/7412-h/7412-h.htm#link2H_PREF
Queda claro, por tanto, que el propósito de la oligarquía no es erradicar el cristianismo, sino reafirmarlo en sus fuentes judías ya reconocidas por la Iglesia al aceptar el Antiguo Testamento como parte del canon cristiano. Son falsas y tramposas, es decir, hablando claramente, obscenamente oligárquicas, todas las leyendas sobre el supuesto anti-cristianismo de la oligarquía (fábulas características del inepto anti-semitismo cristiano), según las cuales, para combatir a la oligarquía, deberíamos reivindicar la religión cristiana contra el «ateísmo» y la «modernización».
LOS EUROPEOS DESCUBREN CON TONTA SORPRESA QUE INGLATERRA ES UN PAÍS RACISTA Y SUPREMACISTA
RESTAURAR EL ORDEN DE YALTA HOY
Pero la crucial fijación de nuestro contexto interpretativo no termina con la caracterización de la diplomacia británica. Es menester aplicar el esquema hermenéutico anterior —que, en términos muy generales, sigue siendo válido— a la situación histórica surgida tras el derrumbamiento de la URSS. Porque la URSS de Stalin era, desde el punto de vista geopolítico, una máscara de Rusia, pero 1/ la URSS ya no existe y el poder ruso se ha visto notablemente disminuido con la caída del muro de Berlín (1991) y el derrumbamiento del bloque del Este (Pacto de Varsovia). Además, 2/ la diplomacia británica, desde que la oligarquía judía mudó por segunda vez de residencia, dejó de ser decisiva a partir 1945, siendo así que quienes han heredado sus funciones son los EEUU (e Inglaterra conserva sólo el estatus de «principal aliado» de América). Finalmente, el esquema anterior se ve modificado por un tercer y todavía más decisivo factor, a saber, 3/ el sionismo internacional y el Estado de Israel, es decir, el hecho de que la relación entre Israel y EEUU no es interaliada, sino que los EEUU están subordinados a Israel mediante complejos resortes culturales e institucionales oligárquicos que giran entorno al cristianismo bíblico estadounidense y al denominado lobby israelí. Para comprender este punto es necesario documentarse primero con la obra del sociólogo de izquierdas James Petras, quien creadita el control judío de la política estadounidense:
También conviene documentarse sobre los procesos institucionales e ideológicos (sionistas cristianos) que hicieron posible la impunidad del ataque israelí al buque militar estadounidense USS Liberty, por no hablar de la implicación israelí en el ataque del 11-S. Véase el libro de Phillip F. Nelson Remember the Liberty!
Respecto al 11-S, es muy importante la aportación de Hischam Hamza «Israël et le 11 de setembre: le grand tabou», que puede leerse aquí en pdf.
EL TERRORISMO ISLÁMICO ES UNA INVENCIÓN DE OCCIDENTE (1). EL TESTIGO
La tradicional geoestrategia británica está siendo implementada en la actualidad por Occidente, pero Occidente ya no es Inglaterra, sino, ante todo, Israel; mientras que Rusia, por otra parte, ya no puede aspirar por sí sola a la hegemonía continental (oportunidad que perdió tras la disolución de la URSS), pero sí podría, incorporada a una Europa soberana y aliada con Alemania, convertir un Estado Unitario Europeo —Eurasia— en la primera potencia mundial en detrimento de Occidente. Así que se trata, para Occidente (y su vasallo la UE) de mantener a Rusia lo más alejada posible de Europa, lo que es tanto como decir, alienar Europa —de sí misma—para promover el proyecto bíblico. Y lo que es peor: Putin colabora, aunque sea de mal grado, en este proyecto (véase Dugin) intentando, a una con Occidente pese a las apariencias, resucitar el orden de Yalta, que implica el statu quo ruso de «segunda potencia mundial» surgido tras la derrota de Alemania —y, por ende, de Europa. En consecuencia, la OTAN no va a defender Ucrania porque Ucrania está siendo sacrificada al Moloch oligárquico. El papel de Putin en toda esta tragicomedia sería, en el mejor de los casos, el de un líder forzado por la OTAN a elegir entre generar un conflicto intraeuropeo en Ucrania (el eterno divide y vencerás de la política occidental en Europa), impuesto ahora por la agenda oligárquica postpandémica, o renunciar completamente a la soberanía nacional rusa que el país todavía conserva. Vladimir Putin, desde una óptica nacionalista y patriótica perfectamente legítima, habría elegido el mal menor en detrimento de la opción Nord Stream 2 con Alemania. No podemos saber si Putin jugaba de forma oportunista con dos barajas o si, desde el principio, ha sido un aliado de Trump y, por ende, de Occidente, en la restauración de Yalta, con Europa como principal perjudicada.
¿QUÉ HACER?
Sea cual fuere el rol de Putin en este nuevo capítulo del libro del Apocalipsis —el jinete de la guerra— como fuente ideológica de la agenda oligárquica, sabemos, en todo caso, que Europa ha vuelto a perder. Y los europeos, ahora mismo, no podemos hacer absolutamente nada para rectificar el error, porque las políticas de la UE se deciden de arriba a abajo, siendo así que brilla por su ausencia, como ya explicamos en otro artículo, una verdadera democracia europea, no hay «libertad» sino una desvergonzada dictadura de la troika (FMI, BCE, Comisión Europea). ¿Qué hacer, según nuestra opinión, al menos en el terreno de una vía indirecta a medio y largo plazo? Lo explicamos en nuestro artículo del 5 de febrero:
(…) la Unión Europea (UE), vasallo de los EEUU, sólo puede existir actualmente como una vergonzante dictadura de los bancos, de los señores inversores y de los mercados financieros. Su ejecutivo, la troika (formada por el BCE, el Fondo Monetario Internacional FMI y la Comisión Europea), no ha sido elegido democráticamente por nadie, se nutre de abyectos títeres de los usureros y constituye un descarado órgano autoritario de la oligarquía. Por tanto, el primer paso hacia una política exterior europea real es la democratización de las instituciones europeas, empezando por el Parlamento Europeo, y el nombramiento democrático de un presidente de gobierno elegido por todos los ciudadanos europeos. Dicho gobierno democrático europeo es el que debe promover una Constitución Europea que garantice la soberanía de los pueblos europeos y los derechos fundamentales de sus ciudadanos. Para ser creíble, entre otras cuestiones que no detallaremos aquí, la Constitución Europea tiene que abolir el Tratado de Maastricht y restituir al Estado democrático el poder regaliano (de producir dinero) que ha sido arrebatado a la ciudadanía y entregado a la banca privada con consecuencias devastadoras para el Estado social y democrático de derecho. Cualquiera que sea la estructura del Estado europeo, unitaria o federal, que deberá decidirse democráticamente, el gobierno europeo incluirá además dos carteras, a saber, defensa y política exterior, que sí serán unitarias so pena de su absoluta inutilidad. En ese momento, Europa estará en condiciones de abandonar la OTAN y pactar con Rusia, un país europeo que debe formar parte de la Unión con los mismos derechos que todos los demás. La integración de Rusia en una Europa democrática, la cual a su vez pactará con China y el mundo árabe en pie de igualdad, pondrá fin a la hegemonia estadounidense sobre el mundo occidental y, con ella, a la tiranía de la oligarquía. Será también, por supuesto, el fin del Estado de Israel.
Quizá la incorporación de Rusia a la UE pondría fin a los problemas con Ucrania, pero de eso, por supuesto, no se habla en ningún sitio. Tampoco Putin —o no nos consta. Evitar la confusión entre Rusia y la figura de Putin constituye por tanto, ahora mismo, un requisito necesario de higiene moral, ideológica y política.
Figueres, la Marca Hispànica, 2 de marzo de 2022.
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