PODEMOS DIFUNDE COMO FOTO HISTÓRICA LA IMAGEN DE UNA PELÍCULA
EL PARTIDO DE PABLO IGLESIAS PROPAGA FAKE NEWS. A veces una foto es suficiente para entender la esencia del fascismo, reza la doctrina de los presuntos progresistas al servicio del judío neoliberal Georg Soros. A veces basta una frase para entender el antifascismo:
Para deshacernos de nuestros enemigos, debemos tener nuestro propio terror socialista. Debemos atraer a nuestro lado digamos a noventa de los cien millones de habitantes de la Rusia soviética. En cuanto a los otros, no tenemos nada que decirles. Deben ser aniquilados.
Fuente: Zinoviev, Grygory, «Severnaya Kommuna», nº 109, 19 de septiembre de 1918, p. 2, citado por Vidal, César, Checas de Madrid. Las cárceles republicanas al descubierto, Madrid, Belaqua, 2003, p. 281.
Podemos difunde este meme (imagen 1) en casi todos sus grupos de Facebook y nódulos de Twitter. Una y otra vez da la vuelta a la red y te llega a través de distintas fuentes. Pero estamos ante un fraude. No es una foto, sino una imagen del film «Auschwitz». Abajo (imagen 2) reproducimos el original, es decir, la imagen de la película. El artefacto propagandístico ha sido propalado por la red como «prueba» de que existen unos seres llamados «fascistas» que serían «inhumanos» y, por tanto, merecedores de ser exterminados.
La caracterización de los «fascistas» como entes inhumanos (imagen 3) es sólo el primer paso hacia el tipo de régimen progresista que pretenden imponernos los antifascistas. Sólo hay que leer las reflexiones de uno de los promotores de la campaña de intoxicación:
Esto es fascismo puro y duro, por más que nos duela ver las atrocidades, como ver a dos nazis disparar a un bebé en la cabeza. Así son ellos/as, fanáticos/as e inhumanos.
Sobre los crímenes del comunismo, sistema totalitario que asesinó a diez veces más personas que el fascismo —incluidos millones de niños— nada tiene que decir el antifascista, por supuesto.
Pero la cosa no termina aquí. El paso siguiente es adherir la etiqueta «fascista» a quienquiera que se oponga a los designios del antifascista (imagen 4). Puesto que si el «fascismo» es el mal absoluto y los «fascistas», demonios, el antifascismo encarna el «bien absoluto» y puede decidir sobre las vidas y haciendas de todo el mundo. Siempre en el nombre de «la causa» que, por definición, sería incuestionable, pues, ¿cómo oponerse a quienes luchan contra los que matan niños? Si cuestionas las directrices del «bien absoluto», por ejemplo su derecho a requisar todo el grano de tu silo, ¿no te conviertes en sospechoso de ser un «inhumano fascista»?
La omnipresencia del antifascismo en los medios de comunicación, propiedad de grandes capitalistas judíos a los que el antifascista sirve con fervor, va calando en la mente de la gente, de manera que consideren normal matar a los «fascistas». Es el caso del crimen perpetrado por un progre antifascista contra alguien que le pareció «fascista», ergo inhumano e indigno de vivir, porque lucía supuestamente unos tirantes con la bandera española (imagen 5). En definitiva, al fantasear e inculcar en el imaginario social la existencia de unos seres «fanáticos e inhumanos» (sic), el antifascista adquiere así, él mismo, curiosamente el «derecho» a exterminar a otros con total impunidad. ¿Te has preguntado si al final quien tendrá puesta la pistola en la sien —como en la película— serás tú o tu propio hijo porque un antifascista ha decidido que eres fascista?
Cuando difundes la «publicidad antifascista», refuerzas el lenguaje de la oligarquía, que acusa de «fascistas» a todos los críticos, disidentes, resistentes... Tú mismo te pones así la soga al cuello aunque no te des cuenta. Solución: omite colaborar con la propaganda de odio, evita propalar informaciones que no seas capaz de verificar o hechos, incluso probados, cuyo contexto interpretativo desconozcas. Genocidio nunca más.
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