DE LOS BULOS DE LA DERECHA NEOLIBERAL A LOS BULOS IZQUIERDA ANTIFASCISTA. Demostramos que la nueva internacional ultraderechista, según los clásicos especializados de las ciencias políticas, no puede ser fascista. El director del podcast «La Base» nos ilustra con buenas razones sobre las groseras manipulaciones periodísticas de la derecha liberal (García Farreras: «es demasiado burdo, pero voy con ello»). Ésta sería la parte más válida e interesante de su producción; y la única contribución de Pablo Iglesias al tipo de periodismo ilustrado que pretendemos promover también en CARRER LA MARCA. Pero resultaría ingenuo engañarse sobre la meta y el resultado final de su empresa mediática. El líder oficioso de Podemos no busca, en efecto, promover un nuevo periodismo objetivo y veraz que ocupe el lugar del periodismo corporativo financiado por el gran capital o el periodismo ultraderechista de fake news oriundo de «Breitbart News», sino que pretende sustituir un relato manipulador de signo «reaccionario» por otro tan manipulador como el anterior, pero de signo presuntamente «progresista». En verdad, ese relato ni siquiera es revolucionario (o sería tan «revolucionario» como fuéralo, por ejemplo, el de un Tsipras en Grecia), antes bien, repite cual lorito amaestrado, remachándolo en el triste rincón izquierdista del espectro político-electoral español, el preceptivo y obligatorio discurso antifascista de la oligarquía financiera occidental. Pablo Iglesias se limita, en definitiva, a engañar a los trabajadores para que la cláusula fundamental de la agenda globalista neoliberal, a saber, la promoción de la inmigración masiva y el consiguiente abaratamiento del valor de mercado del trabajo nacional, por no hablar del multiculturalismo y el programa oligárquico de mestizaje y sustitución étnica, puedan implementarse sin resistencias importantes procedentes de la izquierda.

MELONI ES GLADIO

LE PONEMOS LA MATRÍCULA A PABLO IGLESIAS

Este artículo pretende demostrar, tomando como ejemplo y objeto de análisis un video del postcast «La Base», que Pablo Iglesias y su equipo mienten de forma sistemática, produciendo fake news con la misma frecuencia que la «extrema derecha» de «Okdiario». A sus propios bulos, empero, no los denominan «mentiras», sino «relato». Al parecer, Iglesias considera que dichos constructos narrativos están exentos de fundamentación: no habría así una historia, objeto de la ciencia historiográfica, sino «relatos» a disposición del influencer de turno... Todo muy posmoderno. No obstante los relatos del enemigo se refutan con hechos, luego hay relatos falsos. Conviene ganar el relato. Dato mata relato. Etc. Iglesias dixit. El «relato» abogado por Iglesias es bien conocido: el antifascismo. Un lugar calentito y cómodo para ir de rebelde por la vida sin correr ningún riesgo. Ahora bien, el relato antifascista —de oriundez estalinista— resulta teoréticamente harto endeble, como cabe acreditar a pesar del escandaloso colaboracionismo post-truth por omisión— de la matemática-garante Sara Serrano. Para demostrarlo, aplicaremos nuestra metodología habitual, consistente en cotejar, sin pretensiones académicas pero a la caza despiadada de bulos, la información periodística publicada con la correspondiente bibliografía especializada en la materia.

El relato antifascista explotado por Pablo Iglesias disfruta de todas las ventajas simbólicas y políticas: sábese impune porque cuestionarlo parece implicar una defensa del fascismo por parte del interlocutor y ¿quién osaría hacerlo?  Sólo… un fascista. La réplica sienta automáticamente al discrepante en el banquillo de los acusados. Tampoco incurre Iglesias en ningún riesgo personal a pesar de su necesidad de llamar la atención y de sentirse «odiado» por los «malos». Todo fantasías y autobombo. El antifascismo constituye la ideología oficial del sistema capitalista y de los poderes oligárquicos parasitarios que de él se benefician. Adherirse a ese discurso no le convierte a uno en un héroe revolucionario, sino en un pelota arrastrado que se muere por olerles los pedos a los billonarios más poderosos. Que no son, obviamente, las empresas del IBEX-35, sino oligarcas del mundo anglosajón como el judío George Soros. Aquí radica, empero, también el patente talón de Aquiles político del código simbólico antifascista, añadido a su insubstancialidad teórica y académica. Quien, en efecto, se declare ritualmente antifascista (liturgia de admisión en las instituciones) y coloque además el antifascismo en el centro de su actividad pública, sirve ostensiblemente a la oligarquía financiera ultraliberal-sionista, cuyos intereses morales y materiales fueron institucionalizados después de 1945 con la instauración, penalmente blindada, del denominado «relato del Holocausto» (vid. Norman G. Finkelstein). La «ideología del Holocausto» es la «prueba del algodón» para acreditar que el sionismo y el antifascismo —haz y envés de la misma moneda—  constituyen la ideología mundial de la alta finanza judía y, en consecuencia, que existe una obvia incompatibilidad política de principio entre sionismo y fascismo. La diabolización bíblica del fascismo como «mal absoluto» forma parte del relato oligárquico de los superricos que Pablo Iglesias propala por doquier a pesar de las falsas pretensiones «contestatarias», «radicales» e «izquierdistas» de este redomado impostor.

Antifascistas celebran en Dresden los bombardeos terroristas ingleses contra la población civil alemana. Obsérvense las banderas: comunista e israelí. 

La ciencia social, empero, algo ha dicho sobre el fascismo. Y las paranoias conspiranoicas antifas no cuadran. Son «ideología» en el sentido marxista de la palabra. Convendrá recordárselo a Iglesias a fin de que entienda —aunque no lo ignora ni mucho menos porque miente conscientemente que la nueva ultraderecha actual no es fascista, sino ultraliberal, conservadora y sionista, extremo que este embaucador oculta con indecente obscenidad mientras se vende al público en calidad de vapuleada «víctima-progre-del-malvado-sistema capitalista». Tsipras 2.0.

Tsipras el sionista. ¿»Realpolitik»?

Tsipras de Netanyahu, la nueva cabeza del monstruo.

El pacto militar entre Grecia e Israel.

El nuevo eje sionista y el reformismo griego.

Syriza llegó al gobierno en Grecia el 25 de enero de 2015 y su desafiante primer ministro Alexis Tsipras prometió un golpe decisivo contra la austeridad. Desde entonces, ha aumentado los impuestos y ha vendido los bancos griegos a fondos especulativos, ha privatizado aeropuertos y puertos marítimos, y ahora está a punto de recortar las pensiones. El nuevo plan de rescate ha condenado a Grecia a estar atrapada en una profunda recesión y a un declive a largo plazo. / Casi un año después, el 27 de enero de 2016, Tsipras ha llegado a Israel acompañado por seis de sus ministros en una visita de máxima jerarquía diplomática, traicionando así también la esperanza del pueblo palestino. / Alexis Tsipras se comprometió, “por su honor y su conciencia”, a “servir al pueblo griego”. Pero es posible que “su honor y su conciencia” no pesen mucho comparados con sus compromisos financieros tras el memorándum aceptado por el gobierno griego.

Fuente: http://izar-revolucion.org/nuevo-eje-sionista-reformismo-griego/

Tispras recorta las pensiones un 18% y acepta un plan de privatizaciones.

LA NUEVA INTERNACIONAL ULTRADERECHISTA (SEGÚN LAS PERSONAS ALFABETIZADAS)

Para que Pablo Iglesias no pueda afearnos que hemos seleccionado una fuente a la medida de nuestras pretensiones, arbitraremos como referencia bibliográfica, en lo que concierne al carácter «fascista» o «no fascista» de la «nueva internacional ultraderechista», el libro de Miguel Urbán El viejo fascismo y la nueva derecha radical (Barcelona, Sylone, 2014). Urbán, que nunca llegó a licenciarse en historia y carece de título universitario, es militante del ala más radical (anticapitalista) de Podemos. Pero, al menos en esta obra, tiene la decencia de reconocer que la «nueva derecha radical» sólo guarda un remotísimo parentesco —que tampoco aclara, por otra parte— con el «viejo» fascismo. En cualquier caso, «La Base» no podrá protestar porque nuestro perito de parte sea un derechista y, por tanto, sus opiniones sobre el fascismo vengan ya sesgadas de fábrica. No aceptaremos, por supuesto, la sectaria caracterización marxistoide del fascismo histórico acatada por Urbán, donde omite maliciosamente elementos fundamentales de la ideología de Mussolini (verbi gratia: su matriz marxista y su programa socialista). Sin embargo, incluso con esa caricatura ultraderechizada suya en cuanto término de comparación, la nueva ultraderecha populista actual aparece en Urbán de forma explícita y sin medias tintas como algo fundamentalmente distinto del fascismo. Por lo demás, y como era de esperar, Urbán no dirá ni una palabra sobre el sionismo de esta novedosa «ultraderecha» sistémica, «dato-mata-relato» que nos veremos obligados a documentar bebiendo de otras fuentes periodísticas.

Por los motivos expuestos, pero sólo a los efectos de caracterizar el fascismo revolucionario como izquierda nacional, nuestra obra de referencia será el clásico del liberal Stanley G. Payne El fascismo (Barcelona, Altaya, 1996), ininterrumpidamente reimpreso [Traducción al castellano de Fascism: Comparison and Definition, Milwaukee, University of Wisconsin Press, 1980]. ¡El politólogo y prof. Dr. Pablo Iglesias Turrión no debería desconocer esta joya! El texto en español puede descargarse on line gratis aquí; advertencia: nosotros citaremos por nuestra edición en papel indicando el capítulo para una más cómoda localización del texto.

Los materiales científicos de Payne sólo vienen a confirmar el dictamen de Urbán: la conexión ideológica entre el fascismo histórico y la nueva ultraderecha populista actual es endeble. Añadido Payne al expediente, puede asegurarse que dicha conexión sería prácticamente nula. Si además ahondamos en la dimensión sionista de la nueva ultraderecha, omitida por Urbán, concluiremos que la ultraderecha populista actual y el fascismo histórico se encuentran, desde el punto de vista de la ideología, en campos políticos antagónicos.

Ficha policial completa del Benito Mussolini, dirigente del ala revolucionaria del Partido Socialista Italiano detenido por agitador marxista.

A continuación transcribiremos la caracterización general que hace Urbán de la «nueva derecha radical» (la «nueva internacional ultraderechista» según Pablo Iglesias):

El populismo enarbolado por la nueva derecha radical es una de las claves fundamentales de su éxito, porque permite recoger simpatías sociales dispares, incluso con intereses enfrentados, anudando un discurso de tela de araña «atrapalotodo» que les confiere una gran potencialidad electoral. Este nuevo populismo bebe de ciertas raíces del fascismo clásico pero, fundamentalmente y como hemos visto, de los populismos de posguerra: del «qualunquismo» italiano, el «poujadismo» francés y de la reacción conservadora anglosajona (Reagan y Tatcher [sic]) de los 80) (op. cit., p. 44).

Las «ciertas raíces» concédelas Urbán, pero no explica cuáles y, en verdad, poco importa, porque en lo fundamental («fundamentalmente») la nueva derecha radical remite a determinados populismos anti-estatalistas y a libertarianos de derecha cuya conexión ideológica con el fascismo es inexistente. Otras «raíces» veterofascistas podrían quizá hallarse en el mayo blanco francés (op. cit., p. 43), pero también este presunto eslabón resulta asaz dudoso, porque la «nueva derecha» de Alain de Benoist es pagana, más todavía: anticristiana por definición, mientras que las nuevas ultraderechas populistas son creyentes (fundamentalistas evangélicas o judías) y sionistas. Un Abascal, un Bolsonaro, un Trump paganos resultan de todo punto impensables.

Por lo demás, el liberal Alain de Benoist opuso su diferencialismo pagano al igualitarismo socialista («totalitario») del comunismo y de los fascismos (véase Comunismo y fascismo. 25 Reflexiones sobre el totalitarismo en el siglo XX (1917-1989), Barcelona, Áltera, 2005). Así que ni siquiera esa débil conexión con el fascismo histórico quedaría acreditada, aunque en este punto, insistamos, nos bastará con el hecho de que, para Urbán, la cosa carece en sí misma de relevancia. La nueva ultraderecha populista o «derecha radical» actual es, para Urbán, deudora del ultraliberalismo individualista anglosajón:

La nueva extrema derecha ha conseguido construir un aparato ideológico que bebe de los planteamientos de la derecha ultraliberal británica y norteamericana… Las diferencias entre las agrupaciones de este espectro ideológico son importantes y responden a las particularidades de cada contexto político. Sin embargo, mantienen una serie de características comunes que… explican… su diferenciación respecto a los viejos fascismos y sus organizaciones herederas (op. cit., p. 43).

Pero incluso si se aceptara una volátil vinculación con las «organizaciones herederas» del fascismo y no tanto en su ideología cuanto en la composición sociológica de una parte relevante de sus bases —de su «material humano»—, convendría tener muy presente que 1945 levanta un muro entre el fascismo histórico y los «neofascismos» que vienen después. La característica fundamental de esos falsos «neofascismos» es que son orquestados por la OTAN al servicio del anticomunismo de la Guerra Fría. Y se nutren de traidores al fascismo que aceptan servir como carne de cañón de la potencia ocupante para realizar el trabajo sucio de la «democracia» liberal en beneficio de los poderes capitalistas occidentales. Siempre desde el punto de vista ideológico, estos ex fascistas tienen que confesarse creyentes cristianos fundamentalistas, requisito para ser reclutados por Gladio. Se trata, en consecuencia, las más de las veces, de ultracatólicos anticomunistas y casi nunca de genuinos fascistas ateos como Benito Mussolini (excepción documentada: Vincenzo Vinciguerra). El uso del término «neofascista» para designarlos tiene una finalidad propagandística que busca la amalgama, la confusión y el desprestigio en el cajón de sastre de la «extrema derecha». A mayor abundamiento, aquellos ex fascistas que podían ser reclutados pero mostraban alguna peligrosa sensibilidad «pagana», fueron inoculados por la OTAN con el virus Evola, es decir, del ideólogo Julius Evola, autor del opúsculo «El fascismo visto desde la derecha»  —el título ya sabe a turrón. Este escritorzuelo que creía en la magia santificará única y exclusivamente las supuestas fosforescencias «reaccionarias» del fascismo posterior al Concordato —la destra, excomulgando al par «desde lo alto» sus potentes contenidos revolucionarios la sinistra, es decir, depurará precisamente lo diferencial del fascismo para hundirlo en el pozo del irracionalismo más ridículo e inocuo. Desde entonces, y con obvios fines de intoxicación de las nuevas generaciones de nacional-revolucionarios, el sistema nombrará a Evola filósofo fascista oficial por excelencia, cuando en realidad el propio Evola se declaró derechista y antifascista. Sobre este punto conviene leer «El antifascista Evola», opúsculo del fascista revolucionario Vincenzo Vinciguerra. El propio Miguel Urbán tiene en cuenta el «factor Gladio» en su breve ensayo (vid. op. cit., «La Gladio y los años del plomo», pp. 30-33):

Tampoco serían pocos los ex nazis, ex fascistas y ex colaboracionistas que, a cambio de librarse de penas de prisión o de ejecuciones, fueron reclutados por la CIA (op. cit., p. 30).

Estos «ex» nutren el fundamento sociológico del «neofascismo», que debe entenderse no como una refundación, prolongación o actualización del fascismo en la dura realidad de la posguerra, sino como la conculcación del ideario fascista por parte de antiguos pseudo fascistas o nazis católicos que operarán contra el pueblo y la nación italianas como criminales sicarios del poder ocupante. Por tanto, la conexión de la nueva «derecha radical» con grupos o personas de esta calaña poco puede considerarse como un nexo con el fascismo histórico, antes bien, el «neofascismo» de la nueva derecha populista actual, si lo hubiere y a título meramente residual, sería la continuación de la felonía perpetrada por dichos «ex». En este sentido, los parecidos de familia entre la neo-ultraderecha filo-sionista y el «neofascismo»-Gladio van mucho más allá de lo anecdótico (caso Breivik).

Sobre ex fascistas traidores a la causa fascista y utilizados por el dispositivo oligárquico de dominación para fines diametralmente opuestos a los ideológicos del fascismo, ya hemos investigado aquí el prototipo, a saber, la Operación Gladio, en cuya abierta denuncia CARRER LA MARCA se embarcó hace varios meses (véase infra incrustado «Gladio o las atrocidades de la OTAN contra la ciudadanía europea», 26 de mayo de 2022).

GLADIO O LAS ATROCIDADES DE LA OTAN CONTRA LA CIUDADANÍA EUROPEA

El «neofascista»-Gladio (=falso fascista) predomina de forma abrumadora en España, donde, después de Ramiro Ledesma y algún que otro caso aislado (los catalanes Ramon Bau, Joan A. Llopart Senent y Jaume Farrerons) no existieron ni han existido nunca verdaderos fascistas, sino sólo evolianos (Ernesto Milá) y pseudo fascistas ultracatólicos creyentes en el dios judío Yahvé como Josep Anglada o Pedro Varela, quien confunde el nacionalsocialismo con la doctrina social de la Iglesia. Ejemplo de este tipo de «fascistas cristianos»: los promotores del Expediente Royuela. Véase:

CÓMO ACABAR DE UNA VEZ POR TODAS CON EL EXPEDIENTE ROYUELA (1). METODOLOGÍA

EL HILO CONDUCTOR DEL SIONISMO ULTRA O LOS MERCENARIOS «NEONAZIS»-GLADIO AL SERVICIO DEL JUDÍO ZELENSKI

El apartado que vine a continuación podría enfocarse como una respuesta de fondo a la cuestión de qué hace, por ejemplo, el Batallón Azov, formado por supuestos «neonazis» ucranianos, trabajando al servicio de los judíos Zelenski y Klitschko. Error: los verdaderos jefes del Batallón Azov, Svoboda, C-14 y Pravyi Sektor son Victoria Nuland, Robert Kagan y Anthony Blinken, todos ellos judíos sionistas e ideólogos o funcionarios del Pentágono. Los falsos «neonazis» de Azov y otros grupos ultras son carne de cañón de la OTAN: mercenarios Gladio cuya verdadera naturaleza ya hemos documentado. El sistema los usa como usa a los matones antifas en el lado izquierdo del espectro.

VICTORIA NULAND O LA JUDÍA SIONISTA QUE PROVOCÓ LA GUERRA

La institucionalización del antifascismo ha sido promovida, como ya hemos señalado supra, por la oligarquía financiera occidental, una entidad político-económica de ideología neoliberal (para los gentiles) y sionista (para los judíos). Por tanto, en buena lógica, fascismo y sionismo resultarían políticamente incompatibles. Pablo Iglesias acusa al sistema capitalista de «fascista» y, con ello, le presta un gran servicio: ocultar la ideología sionista de la oligarquía financiera, verdadero «sujeto capitalista» que, aliado con el comunismo, aniquiló al fascismo en la Segunda Guerra Mundial.

Yalta. Capitalismo liberal y comunismo se aliaron contra el fascismo en la Segunda Guerra Mundial. Si el capitalismo liberal es fascista, ¿por qué no se alió en cambio con Hitler contra el comunismo?

Este tipo de operaciones propagandísticas suponen, empero, otras manipulaciones previas de larga data que llegan incluso a modificar el significado de las palabras. Para empezar, la reducción del fascismo a «extrema derecha». La ultraderecha y la extrema izquierda sistémicas tienen, en efecto, algo en común, un acuerdo de fondo que acostumbra a pasar desapercibido, a saber: el dogma de que

el fascismo es extrema derecha

revertible en:

la extrema derecha es fascismo

fórmula mágica de la opresión universal, allí donde progres y fachas están de acuerdo en algo y no por casualidad. Este postulado incuestionable (so pena de ostracismo político, profesional y social), que el periodismo sistémico propala sin tasa pero buena parte de la politología ha desmentido, constituye la condición de posibilidad teórica del antifascismo como ideología oficial mundial de la oligarquía financiera occidental. Una retórica compartida, a escala planetaria, incluso por adversarios geopolíticos de esa misma oligarquía como Rusia y China. El antifascismo es la religión cívica universal de quienquiera que se pretenda buena persona. Nadie, en efecto, osaría hoy afirmar que él «es» fascista, excepción hecha de un perturbado mental. Nunca había sucedido nada parecido en la historia con una ideología respaldada en su momento por millones de seguidores. «Fascista», una doctrina política, equivale hogaño semánticamente a un insulto (a pesar de la resistencia del diccionario) como antaño en tierras católicas el vocablo «judío». Injuria pseudo religiosa que imputa nada menos que el «mal absoluto» al afectado. El antifascismo representa actualmente el mínimo común denominador de todos los discursos respetables. Para el sistema, la ultraderecha no es oficialmente respetable, pero contribuye con una aportación esencial y sufragada por las cloacas del Estado al mantenimiento del fraude. ¿Cuál? Fabricar supuestos «neofascistas»/Gladio que se correspondan, de la forma más exacta posible, con la imagen propagandística que el sistema oligárquico difunde del fascismo. Es el canallesco nazi-Hollywood, cuya regular aparición en las portadas de los periódicos o en la telepantalla puede explicarse mediante el concepto sociológico de  self fulfilling-prophecy (profecía autocumplida). Sin ataques idiotas a inmigrantes, a sinagogas o a mezquitas (o a lo que haga falta), ayuno de esos «neofascistas violentos» que la ultraderecha vomita o depone con regularidad a fin de representar el papel preasignado por la propaganda oligárquica, el código simbólico antifascista no podría retroalimentarse y perpetuarse a golpe de noticias cotidianas sobre nuevos «horrores» nazis, atrocidades frescas y fechorías recién salidas del horno. Un ejemplo de manual: el «nazi» (¿?) Breivik diseñado por el Mossad. Reproducimos a continuación, íntegro, un artículo abrumador de Rafael Poch, uno de esos textos también propagandísticos pero adobados con ciertas dosis de honradez que le costaron al periodista su puesto en «La Vanguardia»:

Anders Breivik, admirador de Israel

Rafael Poch, Barcelona

La Vanguardia – 30/07/2011 – 16:56 h 

Antes los neonazis y extremistas de derecha eran antisemitas y demonizaban a Israel como “Estado de los judíos”. Relativizaban o negaban el holocausto y limpiaban la cara de Hitler y sus matarifes. En ello podían conectar, incluso, con ciertos fanáticos árabes. Hoy la nueva derecha y los llamados “neocon” son partidarios decididos de Israel y de sus desmanes, así como furibundos adversarios de los musulmanes. La extrema derecha y los neocons occidentales han adoptado la loca ideología del Estado de Israel como inspiración de su propia quimera xenófoba: el “conflicto de civilizaciones”.

La nueva derecha ha aprendido a utilizar en su provecho el antisemitismo y el holocausto, frecuentemente sin haber variado un ápice sus posiciones nacionalistas y ultraderechistas. El fenómeno está presente en la ideología de gran parte de los intelectuales, comentaristas y mentores de la actual xenofobia europea, cuya peor y más extrema manifestación encarna, desde el 22 de julio, el terrorista cristiano noruego, Anders Breivik.

“Terrorista cristiano noruego”

“Terrorista cristiano noruego” suena muy mal en Europa.  Aunque el criminal usó la religión para justificar su matanza, podemos considerar excesiva esa mención a la religión. Sin embargo ese es el lenguaje habitual que los europeos aplicamos a los terroristas del mundo árabe, sin pensar cómo suena en los oídos de los musulmanes. ¿Un paralelismo exagerado?

El hecho es que, como ha evidenciado Breivik, muchas de las barbaridades que se divulgan sobre el supuesto “enemigo de Occidente”, el Osama Bin Laden colectivo, las tenemos en casa. En septiembre de 2001 Anne Coulter afirmaba desde la National Review, una revista conservadora de Estados Unidos, que, “debemos invadir los países musulmanes, matar a sus líderes y convertirlos al cristianismo”. Rich Lowry, editor de la revista apelaba en la red a “bombardear con armas nucleares La Meca”, incluyendo en el paquete a Irak, Irán, así como los territorios palestinos ocupados por Israel de Gaza y Cisjordania  ¿En qué se diferencia de Al Qaeda?

Autores marginales, sin duda, pero, ¿qué decir de la llamada de Pat Robertson, ex candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, a atacar y conquistar Venezuela y matar a Hugo Chavez, un cristiano católico no protestante? Robertson es una especie de Ajmadineyad cristiano, con la diferencia de que la aviación de Irán no ha bombardeado a nadie nunca, a diferencia de la de Robertson y de los países europeos, que bombardean por doquier: ahora mismo en Libia, Irak, Pakistán, Yemen y Afganistán, por lo menos.

Giro sin perder la esencia

El asesino noruego es un ferviente partidario de Israel, como lo es el llamado Partido del Progreso noruego, al que Breivik perteneció varios años. Su caso muestra que la identificación entre extrema derecha xenófoba europea y defensa de Israel ha adquirido ya rango de moneda corriente.

Esta nueva línea nació a principios de los años noventa en los “think tanks” neocons de Estados Unidos, donde se acuñó el discurso del “buenismo” y de la crítica de la “corrección política”, conceptos destinados a pervertir pilares esenciales de la decencia ética y moral en el nombre de un nuevo realismo reaccionario vestido de disidencia. El 11-S neoyorkino elevó gran parte de todo eso a rango de imperativo categórico, explica Susan Witt-Stahl, especialista en la crítica de la civilización llevada a cabo por la escuela de Francfort. “La cuarta guerra mundial entre la civilización occidental bajo liderazgo americano y el Islam militante, había comenzado”, dice esta investigadora.

En esta ideología es importante el aspecto “cultural”, utilizado para negar un fundamento teórico esencial de la revolución francesa, el de la igualdad de todos los seres humanos, relativizada por la desigualdad cultural entre personas de diferentes orígenes, unos correctos y otros defectuosos, una concepción con directas conexiones con el supremacismo colonial europeo y sus holocaustos.

Bastión Israel

La conexión entre la nueva derecha y ultraderecha europea e Israel es clara y lógica, pues ese país está gobernado sobre una lógica ultranacionalista que niega a los sometidos palestinos su condición de ciudadanos y seres humanos por razones “culturales”, religiosas y raciales, con el directo patrocinio y consentimiento de los países más poderosos del mundo, Estados Unidos en primer lugar. Esa lógica explica también que Israel fuera el mejor aliado de Sudáfrica durante el Apartheid.

El muro de Israel es, por lo tanto, modelo e inspiración para el muro que muchos europeos quieren levantar contra la emigración, especialmente musulmana, a fin de preservar la “pureza de Europa”, como dice Breivik. Por eso, “todos somos Israel”, dice el sociólogo Tobías Bader.

“El Islam amenaza todo el mundo, el futuro del mundo se decide en Jerusalén, si Jerusalén cae, caerán también Atenas y Roma. París, Londres y Washington serán los siguientes en la lista”, dice el líder del xenófobo Partido por la Libertad holandés, Geert Wilders. José Maria Aznar, y sus discípulos que pronto dirigirán la política exterior española, suscribe afirmaciones muy parecidas.

En su manifiesto de 1500 páginas, Breivik presenta a los judíos sionistas como aliados en la lucha entre cristianismo e Islam y a Israel como bastión de esa lucha, la misma idea que hay tras la propuesta de Aznar de que Israel ingrese en la OTAN.

Breivik se pregunta en su manifiesto si, “todos los judíos alemanes y europeos eran desleales”. Responde que sólo lo eran los “judíos liberales, que hoy como entonces se oponían al nacionalismo/sionismo y apoyaban al multiculturalismo”. “Los judíos que hoy apoyan el multiculturalismo, son tanto amenaza para Israel como lo son para nosotros”, dice. “Así que luchemos juntos con Israel, con nuestros hermanos sionistas, contra todos los antisionistas, contra todos los marxistas culturales y multiculturalistas”. “Los judíos conservadores que eran leales a Europa deberían haber sido recompensados por Hitler, que los puso a todos en el punto de mira”, explica. En lugar de eso, continúa Breivik, “Hitler debería haber llegado a un acuerdo con Inglaterra y Francia para liberar las antiguas tierras cristianas y judías para devolverles a los judíos su tierra ancestral. Francia e Inglaterra quizá habrían apoyado eso contribuyendo a una reconciliación europea. La deportación de los judíos de Alemania no habría sido popular, pero posiblemente, el pueblo judío habría mirado a Hitler como héroe por haberles devuelto Tierra Santa”.

La Noruega “antisemita”

Hasta principios de los ochenta, Noruega fue uno de los países europeos más proisraelíes. En 1949, había sido uno de los primeros en reconocer diplomáticamente al nuevo estado judío. El Partido Laborista era el más proisraelí de los partidos socialdemócratas europeos. Hoy día, la embajada de Israel en Oslo afirma que Noruega es el país más antisemita de Europa, una opinión que la propaganda israelí ha colocado profusamente en la red y con la que, naturalmente no están de acuerdo la inmensa mayoría de los judíos que viven en Noruega. La razón de esta situación no es otra que la propia política israelí hacia Palestina, que ha ido desprestigiando a Israel y movilizando a una nación particularmente sensible a los derechos humanos e injusticias.

En 1993, Oslo fue sede de los acuerdos de paz entre Israel y Palestina, que sucedieron a la primera intifada en la que las fuerzas israelíes mataron a 1500 palestinos en menos de tres años. Desde los acuerdos de Oslo, los asentamientos ilegales en zonas que Israel se había comprometido a abandonar, aumentaron más de un 40%. La masacre de 1400 personas en Gaza, en 2008 y 2009, así como los nueve muertos con los que se saldó la primera flotilla de Gaza y el destino de la segunda, en la que viajaban dos diputados noruegos, no mejoraron las cosas. Como es costumbre, Israel llama “antisemitismo” a la denuncia de estas barbaridades.

La federación noruega de sindicatos (LO), que encuadra a la quinta parte de la población del país, llamó a retirar fondos de varios fondos de inversiones israelíes, entre ellos algunos de los más importantes del mundo. Las juventudes socialistas (AUF), con 10.000 miembros en un país de 4,7 millones, principal organización juvenil noruega, defiende la campaña BDS (boicot, desinversión y sanciones) que más del 40% de la población noruega apoya. El año pasado el gobierno noruego negó el permiso al alemán para probar en aguas noruegas los submarinos capaces de portar armas nucleares que Berlín regala a Israel, por considerar que podían participar en el ilegal bloqueo marítimo de Gaza. En Noruega está vigente una prohibición de venta de armas a Israel. Las habituales presiones de Israel para cambiar esto, no sólo no han funcionado en Noruega, sino que incrementaron la indignación de la opinión pública.

En su “L´antisémitisme partout”, el filósofo francés Alain Badiou, habla de una “nueva inquisición” proisraelí que apunta contra musulmanes, anticapitalistas, críticos izquierdistas de Israel, sobre todo judíos críticos, y pacifistas en general. La nueva acusación de “antisemitismo” contra quienes censuran la injusticia y desmanes que Israel comete contra los palestinos, ignora la relación más significativa de todo el asunto: “la de que Auschwitz no habría sido posible sin guerra de conquista y ocupación militar”, dice Witt-Stahl.

Fuente: https://blogs.lavanguardia.com/berlin-poch/anders-breivik-admirador-de-israel

No debería extrañar que Rafael Poch fuera despedido de «La Vanguardia» por artículos como éste. Y ello a pesar de su cuidado en patearle constantemente la cara a un perro muerto llamado fascismo y hablar incluso de «giro sin perder la esencia» cuando está describiendo exactamente lo contrario. Más allá del caso Breivik, el periodista Xavier Vinader analizaba el fenómeno de la nueva/vieja ultraderecha con los mismos prejuicios y anteojeras que Pablo Iglesias, pero también con la suficiente valentía como para nombrar, en un diario «de derechas» tan del agrado del podemita, el relevante papel de Israel en toda esta historia.

El populismo antiislam

Los nuevos fascistas no se cortan el pelo al cero, visten de Armani y moderan sus actitudes violentas, pero en su cabeza anidan las viejas ideas totalitarias de siempre.

Xavier Vinader

13/02/2013 00:00Actualizado a 19/02/2013 11:27

Europa está cambiando de color. Del azul cielo, característico de los partidos de centro-derecha dominantes en la mayoría de países, está virando al azul oscuro, con tendencias al negro. Esta mutación se debe, principalmente, a la súbita aparición en el panorama electoral de los movimientos de extrema derecha que parecían desaparecidos desde el final de la Segunda Guerra Mundial y que han salido de su sempiterna marginalidad política para sentarse en muchos parlamentos.

De hecho, todo comenzó a mediados de los años 80, con la presentación electoral del Front National (FN) francés, creado en 1972 y que, liderado por Jean-Marie Le Pen, abrió la vía para lo que habría de venir. Pero desde entonces ha pasado mucha agua debajo de los puentes. Actualmente, el caso francés no tiene nada de singular y los partidos de extrema derecha están presentes en el arco parlamentario de otros muchos países europeos, con resultados superiores al Front National e incluso formando parte de coaliciones gubernamentales para constituir mayorías de derecha.

En 1999, el gran salto adelante lo dio Austria al convertirse en el primer Estado europeo en formar una coalición gubernamental con electos de una formación de extrema derecha como el FPÖ (Freiheitliche Partei Osterreichs o Partido de la Libertad de Austria), creado en 1956 y presidido durante muchos años por ex miembros de las SS. Dado que desde la Segunda Guerra Mundial no se había producido una situación semejante, el hecho generó una gran inquietud política en toda la Unión Europea. Pero ni las presiones ni las advertencias de la comunidad internacional sirvieron de nada, hoy el FPÖ ya se ha convertido en la tercera fuerza del país -ha continuado prosperando incluso después de la muerte accidental de su principal impulsor, Jörg Haider, en el 2008- y los austriacos están mucho más reconfortados en su deriva hacia la derecha con la presencia de ministros con idéntico pedigrí en otros países vecinos. Aquel nerviosismo que suscitó la presentación en sociedad del FPÖ se ha vuelto rutina. En la última década, la extrema derecha tradicional ha ido mutando en países como Suecia, Finlandia, Dinamarca, Suiza, Holanda, Gran Bretaña… para convertirse en unos nuevos movimientos populistas que enmascaran sus viejos ideales con un discurso xenófobo que les ha permitido, en muchos casos, acceder al poder o estar a las puertas de conseguirlo.

VIEJAS IDEAS, NUEVOS ROPAJES

Olvidemos las imágenes estereotipadas. La extrema derecha de este nuevo milenio ya no viste cazadoras militares, enarbola insignias nazis y saluda al estilo fascista. Eso representa el viejo paradigma. En el centro de su ideario ya no está la defensa de Occidente, ni su principal enemigo es el comunismo, sino la inmigración -especialmente si es musulmana- y los postulados racistas. Ahora, los miembros de la extrema derecha no se cortan el pelo al cero, visten de Armani y han moderado sus actitudes violentas. Pero, como afirman politólogos tan expertos como Pascal Perrineau o Jean-Yves Camus, «no hay que dejarse engañar, en su cabeza, anidan las viejas ideas totalitarias de siempre».

Lo más curioso es que este viraje de 180 grados, el nacimiento de ese populismo islamofóbico, se produjo en Holanda, un país conocido por su tolerancia. Y evidentemente no hay nadie que lo encarne mejor que Gert Wilders, de 47 años y líder del Partido por la Libertad (Partij voor der Vrijheid o PVV), fundado por él mismo en el año 2006. Rubio, con buena apariencia y proveniente de la derecha clásica -se formó como asistente al lado del parlamentario Frits Bolkestein-, con experiencia viajera por Israel -donde adoptó completamente su doctrina antiterrorista- y algunos países árabes, Gert Wilders fue pionero en la crítica al multiculturalismo y en adoptar, con armas y bagajes, el populismo antiislamista que, en solo seis años de existencia, ha convertido a su partido, el PVV, en la tercera fuerza política de su país, capaz incluso de formar alianzas gubernamentales y romperlas para forzar nuevas elecciones.

De hecho, Gert Wilders no ha hecho más que tomar el relevo de Pym Fortuyn, un militante holandés de la causa homosexual, adversario acérrimo del islam y que fue quien, por primera vez, revolucionó la escena política con sus tesis ultraderechistas. En el año 2002, cuando empezaba a cosechar éxitos electorales, Pym Fortuyn fue asesinado. Y dos años más tarde, la opinión holandesa se estremecía de nuevo por el asesinato en plena calle de Theo van Gogh, realizador de un filme islamófobo que había levantado mucha polémica. El ambiente estaba servido.

‘EURABIA’ ES LA PALABRA CLAVE

A Wilders no le gustan las entrevistas ni las ruedas de prensa. Prefiere las soflamas desde el púlpito de los mítines. Afirma que el islam es una cultura atrasada, compara el Corán con el Mein Kampf y no tiene ningún recato en decir que los ciudadanos holandeses están hartos de las élites políticas que los gobiernan y que ignoran los problemas del multiculturalismo.

«El Mozart musulmán, el Bill Gates musulmán, no existen, porque sin libertad no hay creatividad -dice Gert Wilders-. El objetivo de las élites europeas es continuar su estrategia de inmigración masiva que nos llevará a una Europa islámica, a Eurabia, una Europa sin libertades.»

Eurabia es la palabra clave, la palabra mágica. Una teoría conspiracionista inventada por Bat Ye’or, seudónimo hebreo -que significa hija del Nilo- adoptado por la ensayista británica Gisèle Littman, nacida en Egipto pero de origen judío, autora de numerosos libros, entre ellos Eurabia: El eje Euro-Árabe (2006) [en realidad es del 2005] y empeñada en denunciar una pretendida islamización de Europa con la complicidad de sus dirigentes. Gert Wilders la utiliza sin parar. Y con él la mayoría de los dirigentes de la nueva extrema derecha europea.

La historia es simple, una parte de la vieja extrema derecha de los años ochenta, tras la caída del comunismo, a principios de los noventa, se dio perfecta cuenta de que la situación se había modificado considerablemente, que la cuestión ya no giraba en torno al combate del mundo libre contra el mundo comunista, y pronto encontró en la aparición del islam la manera de reemplazar aquella supuesta amenaza roja en el disco duro ideológico, sustituyéndolo por un populismo xenófobo de nuevo cuño. Con la prolongación de la crisis económica que sacude el mapa europeo, Wilders y sus seguidores se congratulan de ver cómo las figuras políticas de la derecha clásica y bien pensante retoman sus tesis sin ningún reparo y le hacen sitio en los escaños parlamentarios.

Últimamente, el líder populista holandés está promoviendo con fuerza un movimiento europeo agrupado bajo el eslogan «Stop Sharia». Sus seguidores -venidos incluso de varios países- se han manifestado en el centro de Ámsterdam varias veces, siempre bajo estrictas medidas policiales. El país de los tulipanes se les ha quedado pequeño y su intención, afirman, es extenderse por el resto de Europa.

GUILLERMO TELL CONTRA EL ISLAM

Donde seguro que no tendrán ningún problema es en la vecina Suiza. Allí quien corta el bacalao en ese sentido es la UDC (Unión Democrática del Centro), una formación que se define moralmente conservadora y económicamente liberal. Fue fundada en Zúrich en 1971 -como la fusión de diversos partidos de campesinos, artesanos y burgueses- y que cuenta con representación tanto en el Consejo Federal como en muchas otras instituciones.

Su líder más conocido es Oskar Freysinger, un profesor de Literatura alemana, de 51 años y con un look de rockero que rompe todos los códigos de la extrema derecha tradicional. Pelo largo, cazadora de estilo hippy, furgoneta pintada con colores vivos y guitarra -el dirigente de la UDC compone canciones de corte patriótico con las que acostumbra a salpimentar sus mítines por el interior del país-, es extremadamente coloquial pero nunca olvida incluir su diatriba antimusulmana en el discurso. Le gusta pasearse por el Cantón de Valais, escenario de su infancia y considerado el centro de la Suiza antigua. Muestra la geografía con orgullo, recalcando que «no hay ningún minarete a la vista». Tiempo atrás, su formación promovió una consulta sobre la prohibición de los minaretes y la terminaron ganando.

Los mítines de Oskar Freysinger y sus congéneres están muy lejos de aquellas concentraciones viriles de la vieja extrema derecha, pero detrás de sus mensajes, incluso en los que parecen más anodinos, anida la ideología de ese nuevo populismo xenófobo. El cartel emblema de la UDC, de color verde, muestra a un Guillermo Tell con ballesta al hombro encima del lema «Independencia, Seguridad, Identidad». Difunden su ideario por internet, nunca se han mostrado antisemitas y aunque aseguran que acaban de crear una sección gay, algunos de sus cuadros, en sus intervenciones, han llegado a decir que «la homosexualidad es una patología psiquiátrica, un tumor a disminuir por quimioterapia».

EDL: POPULISMO VERSIÓN ‘TRASH’

El homólogo del PVV holandés y de la UDC suiza es en Gran Bretaña el EDL (English Defence League). Pero ellos no están en el Parlamento, están en la calle y son la versión trash de este nuevo populismo antiislam.

Sus militantes provienen de la clase trabajadora con más bajo poder adquisitivo, muchos tienen el look de los hooligans, se reúnen en pubs rodeados de cervezas y, en poco más de dos años, han logrado desbordar al BNP (British National Party), la formación clásica de la extrema derecha inglesa, con un pasado antisemita y durante mucho tiempo reservada únicamente a militantes de color blanco.

Para entender el nacimiento de la English Defence League y su rápido crecimiento hay que ir a la periferia del norte de Londres. A su bastión en Luton, una localidad fuertemente tocada por la crisis, con la mayoría de fábricas cerradas, donde cohabitan diecisiete nacionalidades diferentes y con la reputación de ser la cuna del terrorismo islamista en Gran Bretaña, especialmente después de conocerse que algunos de los autores de los atentados del 7 de julio del 2005, en los transportes londinenses, habían crecido en Luton.

El EDL nació cuatro años más tarde, en marzo del 2009, a causa de un desfile militar por el centro del barrio de un regimiento de soldados británicos recién vueltos de Afganistán. Aquel día, un pequeño grupo de musulmanes radicales bautizados con el nombre de Al Mouhadjiroun se dedicaron a insultar a los uniformados exhibiendo pancartas y gritando «Soldados anglicanos: carniceros de Basora». Otros habitantes de Luton salieron en defensa de los militares, lo que degeneró en una verdadera batalla campal. En la pelea se destacó un personaje, Kevin Carroll, que poco después, con su primo Stephen Yaxley-Lennon -que utiliza el seudónimo de Tommy Robinson, nombre de un popular hooligan del Luton FC-, siguieron encabezando el combate en la red de internet y crearon en Facebook un grupo llamado EDL. Tres años más tarde y con más de cuarenta manifestaciones callejeras en su haber, el English Defence League cuenta con 86.274 seguidores y no para de crecer.

Con un discurso radical y estilo de predicador, Tommy Robinson, de 28 años, aspecto fornido y con antecedentes policiales por agresiones, se ha convertido en el portavoz de esa clase obrera inglesa que ve en el islam la causa de todos sus problemas.

«El EDL ha nacido en el foso que se ha creado entre nuestros políticos y nuestra clase obrera -afirma en su discurso-. Ninguno de nuestros hombres políticos saben lo que es vivir donde vivimos. No saben qué es crecer en los barrios periféricos y ver el islam de cerca. En países como Suiza, Suecia o Holanda tienen partidos populistas y los ciudadanos pueden expresarse perfectamente en las urnas. Aquí no tenemos esa suerte. No tenemos ese partido. Por eso estamos en la calle.»

La calle es su foro. Y lo ocupan con bastante frecuencia, lo que provoca grandes movilizaciones policiales con objeto de evitar que Luton se convierta en el símbolo del choque de civilizaciones.

Como todos los movimientos de matriz populista, el EDL denuncia el antisemitismo -cuestión de no verse asociados a la vieja extrema derecha- , asegura que lucha contra el islam en nombre de la libertad y los derechos humanos y reivindican secciones judías y gais. Y para continuar manteniendo su pátina diferenciadora han llegado a invitar a sus mítines, como oradores, a personajes tan estrafalarios como el rabino californiano Nachum Shifren, candidato, en el año 2010, a les elecciones para el Senado por el Tea Party, el ala derechista y populista del Partido Republicano norteamericano. Es un elemento más para comprobar las estrechas conexiones que ha ido tejiendo la nueva extrema derecha populista con el estado de Israel. Su viejo enemigo.

Strache (a la derecha) con los horrendos israelíes de Israel Beitenu.

LA CONEXIÓN ISRAELÍ

En diciembre del 2010, tres líderes populistas europeos fueron recibidos oficialmente en una base del ejército israelí de la zona de Shomron. Eran Heinz-Christian Strache, presidente del FPÖ austriaco, Jimmie Akesson, máximo dirigente del SD sueco (Sweden Democrats), y un líder del Vlaams Belangs belga. Al salir de allí visitaron varias comunidades de colonos asentados en la zona de Cisjordania. El viaje había sido planeado cuidadosamente, formaba parte del último acto de una operación de blanqueo político destinada a quitarse de encima -a pesar del fuerte pasado nazi del algunas de estas formaciones- el sambenito de antisemitas y dar un vuelco definitivo a su estrategia que sellaron con un documento conjunto, llamado pomposamente Declaración de Jerusalén, en el que afirmaban que «estamos aquí, en la vanguardia del Occidente democrático (…) contra la amenaza totalitaria (…) del islam fundamentalista».

Los contactos para materializar ese curioso acercamiento los empezó a tejer Patrick Brinkmann, un empresario de origen germano-sueco, mecenas sin demasiado secreto de algunas de esas formaciones populistas antiislam en Europa. Brinkmann empezó por invitar a Berlín a David Ha’ivri, uno de los líderes más radicales de los colonos judíos establecidos en Cisjordania. David Ha’ivri se hizo conocido por haberse alegrado en televisión del asesinato del primer ministro Yitzhak Rabin en 1995 a manos del ultraderechista Yigal Amir. Y también fue condenado a seis meses de cárcel por haber profanado una mezquita. Él es la figura visible, pero el ideólogo que ha teorizado el acercamiento entre la extrema derecha israelí y europea no aparece en escena casi nunca. Es Hill Weis, un profesor universitario, con aspecto de sabio taimado, que afirma que «aunque estos nuevos amigos europeos hayan sido nazis en un pasado no muy lejano, son mucho menos peligrosos que Angela Merkel, David Cameron… que, en definitiva, están promoviendo un nuevo holocausto apoyando a los árabes contra los judíos». Para sus seguidores, los musulmanes en Europa son comparables a los nazis. Y se creen en la obligación de forjar las alianzas que sean necesarias para continuar combatiéndolos.

El sionista Patrick Brinkmann con Elías «Cheetah» Cohen, de Israel Beitenu, en Berlín.

Después de aquel viaje inicial, en diciembre del 2010, las visitas a Jerusalén de miembros de delegaciones de partidos populistas se han ido sucediendo. Todas con programas idénticos -tour por las colonias más extremistas de la zona de Nablús- y siempre organizadas por la extrema derecha local. Un hecho que ha empezado a inquietar a los servicios de inteligencia de diversos países que temen que los turistas populistas puedan llegar a recibir entrenamiento en armas y explosivos en alguno de esos lugares.

En Francia, los miembros del Bloc Identitaire -que utilizan como símbolo un jabalí- se identifican perfectamente con los nuevos movimientos antiislamistas agrupados en Stop Sharia. No excesivamente numerosos, pero muy activos en performances callejeras y en internet, han acabado convirtiéndose en una especie de lobby influyente sobre la derecha clásica y que ha logrado que la misma Marine Le Pen retome algunas de sus tesis.El truco siempre es el mismo. Exagerar al máximo y retorcer la retórica todo lo que se pueda. Se consideran «resistentes» frente a la invasión islámica -hablan de fascismo verde, de fascismo islámico- y son expertos en darle la vuelta completamente a los códigos de la extrema derecha clásica. Ninguno de ellos tiene complejo porque nunca han pertenecido al campo de los vencidos de la Segunda Guerra Mundial y tampoco están manchados por la colaboración. Se han travestido completamente y están dispuestos a la conquista del poder sin ningún prejuicio ideológico. Por eso son extremadamente peligrosos.

Fuente: https://www.lavanguardia.com/cultura/20130213/54366891661/fascismo-populismo-antiislam-extrema-derecha.html

Pablo Iglesias, como veremos, no osará ni mencionar siquiera a Israel o al sionismo en su video sobre la nueva ultraderecha. La idea formal que rije el artículo de Xavier Vinader, compartida evidentemente por Pablo Iglesias, es que viejos nazis disimulan, ocultan sus verdaderas ideas, pero en ningún momento demuestra que esto sea así. Se trata de una vulgar imputación de intenciones y encima conspiracionista. Para probarla, el periodista debería disfrutar de poderes paranormales y penetrar en las mentes de los nuevos ultras. O bien disponer de algún documento o confesión relevante que pusiera de manifiesto las «verdaderas ideas nazis» de la ultraderecha. Todos los datos objetivos aportados por el artículo desmienten la hipótesis de trabajo del periodista. La nueva ultraderecha es nueva aunque aproveche despojos humanos del «neofascismo»-Gladio de posguerra (que ya no eran fascistas). Sobre este punto, la evolución del vocablo «fascismo» (y equivalentes) es clara: muta desde posiciones de izquierda nacional-revolucionaria en su fase fundacional (fascismo originario e ideológico) a compromisos fundamentalistas cristianos de posguerra («neofascismo»-Gladio) para desembocar en un posfascismo rotundo e inequívoco, la nueva ultraderecha, que compara al islam (el «enemigo») con Hitler, al Corán con el Mein Kampf, que equipara fascismo e islamismo («islamofascismo»), que niega los postulados estatalistas y socialistas fundamentales del fascismo ideológico y se pasa con armas y bagajes al ultraliberalismo individualista de «emprendedores» haciéndole guiños al sionismo. La nueva ultraderecha es una continuación, sí, pero del «neofascismo»-Gladio, ya expresamente antifascista en sus teóricos (como Julius Evola), orquestado por el Pentágono (el «choque de civilizaciones» del neocon Samuel Huntington) desde los años 90 y vehiculado a Europa por la ideóloga judía Bat Ye’or (Giselle Orebi o Giselle Littman) en único y exclusivo interés del Estado de Israel. En este sentido, el Frente Nacional de Le Pen no puede colocarse bajo la rúbrica de la nueva ultraderecha hasta mucho después de que la hija del fundador, Marine, refundara el partido. Tampoco puede hablarse de nueva ultraderecha, en el sentido indicado, respecto de Jörg Haider, quien se negó a seguir las estrategias del Pentágono y entabló relaciones con Sadam Hussein, por lo cual fue asesinado —acto seguido Strache ocupó su lugar acatando la «línea correcta». Tanto en un caso como en otro se procede a una «amortización» del proyecto político anterior y, en consecuencia, cabe inferir que ni el FPÖ ni el FN formaban parte, en sus inicios, de la nueva ultraderecha. Menos todavía Plataforma per Catalunya (PxC), que aparece tempranamente (2001) como movimiento anti-islamización ubicado fuera de la ultraderecha-Gladio. Gracias a su ideólogo Jaume Farrerons, el partido permanece ajeno a las maniobras sionistas de captación al menos hasta 1/ su dimisión como secretario general; 2/ el viaje del presidente Josep Anglada a Viena y 3/ la financiación de la PxC por el FPÖ de Strache.

El partido de Josep Anglada, Plataforma per Catalunya, recibirá el apoyo de la ultraderecha europea.

Un giro donde, a cambio de mucho dinero, se pierde la esencia. El intento de restaurar los fundamentos nacional-revolucionarios del partido tras el retorno de Jaume Farrerons (2013) desencadena una nueva campaña de sabotaje interno por parte de la mayoría ultraderechista, quienes expulsan a Josep Anglada (que dice apoyar a Farrerons pero luego le apuñala) y finalmente disuelven la PxC para fundirse con un partido de ultraderecha sionista fundado por Vidal-Quadras con dinero judío: Vox. La nueva ultraderecha no nace, pues, en Cataluña, sino en Holanda (2006) y su fuente doctrinal es una ideóloga sionista judía. A este hecho incontestable se suma el papel de Israel en la implementación de la nueva ultraderecha. Subrayo aquí un fragmento especialmente importante del artículo anterior:

Él es la figura visible, pero el ideólogo que ha teorizado el acercamiento entre la extrema derecha israelí y europea no aparece en escena casi nunca. Es Hill Weis, un profesor universitario, con aspecto de sabio taimado, que afirma que «aunque estos nuevos amigos europeos hayan sido nazis en un pasado no muy lejano, son mucho menos peligrosos que Angela Merkel, David Cameron… que, en definitiva, están promoviendo un nuevo holocausto apoyando a los árabes contra los judíos».

Busquen al profesor israelí Hill Weis en la red. No lo van a encontrar y tiene buenos motivos para permanecer en la sombra. Intelectuales (Hill Weis, Gisele Littman…), partidos ultras israelíes (Israel Beitenu) pero también el Estado de Israel mismo (Mossad), como queda en evidencia por el caso Breivik: hete aquí el cordón umbilical de la nueva ultraderecha populista. La línea de investigación de «Der Spiegel» para Breivik no sólo vincula a este terrorista «nazi» (¿?) con Israel, sino que documenta el modo como los israelíes utilizan a terroristas «neonazis»-Gladio para perpetrar sus atentados criptosionistas y permanecer impunes en calidad de «víctimas del Holocausto»:

https://www.spiegel.de/thema/anders_behring_breivik/

Hipótesis respaldada por nada menos que Johan Galtung, un sociólogo de izquierdas de fama mundial:

https://www.israelnationalnews.com/news/155307

Pablo Iglesias, muy próximo ideológicamente a los ex trotskystas judíos que fundaron el neoconservadorismo sionista, debería responder por este concentrado de Gladio en estado químicamente puro, porque si bien EEUU mueve los hilos de la Operación Gladio, queda también en evidencia que Israel es el principal beneficiario de las estrategias de «choque de civilizaciones» (Samuel Huntington) diseñadas en el Pentágono por los neocon sionistas cristianos y judíos (cuyos padres fundadores desde Irving Kristol son ex trotskystas judíos). Esta nueva ultraderecha, alt right, aunque cuente entre sus bases con ex fascistas Gladio reciclados (como ex comunistas reciclados son los neocons judíos estadounidenses) y antisemitas cristianos, está completamente controlada por líderes e ideólogos sionistas. Verbi gratia: Steve Bannon, el doctrinario de Trump que, sin embargo, se declara sionista cristiano y, por ende, tan antifascista como el propio Pablo Iglesias.

Stephen Bannon tells ZOA he’s ‘proud to be a Christian Zionist’ | The Times of Israel

Traduzcamos el artículo:

Stephen Bannon comunica a la Organización Sionista Americana que él está orgulloso de ser un sionista cristiano

Stephen Bannon, el ex estratega jefe del presidente Donald Trump, se autoproclamó «sionista cristiano» en la cena anual de la Organización Sionista de América.

También elogió al megadonante judío republicano Sheldon Adelson por su ayuda para guiar a Trump a través de un escándalo de asalto sexual.

Bannon, en lo que pudo haber sido su primer discurso en un evento judío desde que se unió a la administración Trump, recibió una gran ovación y un fuerte aplauso a lo largo de su discurso. Fue uno de los muchos funcionarios actuales y anteriores de la administración Trump para asistir al evento, incluido el embajador en Israel David Friedman, quien también habló, el ex secretario de prensa Sean Spicer y Sebastian Gorka, ex asesor de Trump vinculado con la extrema derecha húngara.

«No soy un moderado, soy un luchador», dijo Bannon. «Y es por eso por lo que estoy orgulloso de estar de parte del estado de Israel. Es por eso por lo que estoy orgulloso de ser un cristiano sionista «.

La ZOA, que toma posiciones hawkish [sic] en Israel, ha sido abierta en su apoyo a Trump, en comparación con otras grandes organizaciones judías. Su lista de oradores incluyó el domingo a varios republicanos, incluido el senador de Arkansas Tom Cotton, y un par de demócratas centristas: el experto en derecho Alan Dershowitz y el ex senador Joe Lieberman de Connecticut.

Bannon dirigió los últimos meses de la campaña presidencial de Trump y se desempeñó como uno de sus principales consejeros hasta agosto. Él apoya lo que llama políticas de «nacionalismo económico», incluidos los límites a la inmigración y la cautela de los acuerdos internacionales. Él es el presidente de «Breitbart News», una publicación de extrema derecha.

En declaraciones a la ZOA, Bannon dijo que la victoria electoral de Trump «no habría llegado sin otra persona además de Donald Trump, Sheldon Adelson».

En particular, dijo que los consejos de Adelson ayudaron a Trump a superar la publicación de la cinta «Access Hollywood», en la que Trump se jactó de haber agredido sexualmente a una mujer.

«Sheldon Adelson no cortó y corrió», dijo Bannon, refiriéndose al momento después del escándalo. «Sheldon Adelson tuvo la espalda de Donald Trump. Sheldon Adelson ofreció orientación, consejo y sabiduría sobre cómo superarlo. Estaba allí para Donald Trump sobre cómo comportarse y cómo profundizar, y fue su guía y su sabiduría lo que nos ayudó a superarlo «.

Los grupos judíos liberales protestaron contra el nombramiento de Bannon por Trump como asesor de la Casa Blanca el año pasado debido a los vínculos de Breitbart con el «alt-right», una red informal que incluye supremacistas blancos. Bannon ha llamado a Breitbart «la plataforma para el alt-right». Pero ha desautorizado a los supremacistas blancos en algunas ocasiones, y ha dicho que no es un nacionalista blanco.

Un grupo de manifestantes de IfNotNow, un grupo judío que se opone a la ocupación de Israel en Cisjordania, se manifestó en contra del discurso de Bannon fuera de la cena, que tuvo lugar en el Grand Hyatt en la ciudad de Nueva York. El grupo también protestó por el evento el año pasado, cuando Bannon fue invitado pero no vino.

La multitud que asistió a la cena dio una calurosa bienvenida a los asesores de Trump, y promocionaron el historial del presidente sobre Israel. En su discurso, Friedman criticó duramente el récord anti-israelí de la administración Obama mientras elogiaba a Trump. En particular, arremetió contra la resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas de diciembre de 2016 que condenó los asentamientos israelíes en Cisjordania. Los Estados Unidos se abstuvieron de la resolución, declinando vetarla.

«Llegamos a la oficina inmediatamente después de la mayor traición a Israel por parte de un presidente en funciones en la historia de Estados Unidos», dijo Friedman. «Espero que estén de acuerdo conmigo en que hemos pasado página desde los oscuros días del pasado mes de diciembre. Atrás quedaron los días en que las Naciones Unidas golpean a Israel con impunidad «.

Bannon, en su discurso, enmarcó el historial de Trump en Israel como parte de la lucha contra el terrorismo islámico en el Medio Oriente. Dijo que dos de las principales prioridades de Trump para la Casa Blanca eran trasladar la embajada de Estados Unidos en Israel desde Tel Aviv a Jerusalén, una promesa que Trump hizo repetidamente pero que aún no ha cumplido, y descertificar el acuerdo sobre el programa nuclear de Irán, que Trump hizo el mes pasado. .

«Dijo: ‘Destruyan el califato físico de ISIS, designen a la Hermandad Musulmana como una organización terrorista, descertifiquen o renegocien el acuerdo con Irán y muden la embajada a Jerusalén'», dijo Bannon sobre Trump.

Más tarde, llamó a Trump «el seguidor más fuerte de Israel desde Ronald Reagan», aunque Reagan no apoyó inequívocamente a Israel como presidente.

Bannon también repitió algunas de sus frases de marca registrada. Llamó a los medios el «partido de la oposición» tres veces mientras gesticulaba en las mesas de la prensa en el fondo de la sala. Cerca del comienzo del discurso, enumeró una cadena de resultados de la encuesta de salida, estado por estado, de las elecciones presidenciales de 2016. Y habló en términos militantes sobre su lucha contra los políticos del establishment y la «clase global».

«Estamos liderando un movimiento insurgente contra el establishment republicano, contra la clase global permanente en Washington, DC», dijo.

Esa línea no recibió el aplauso de la mayoría de la multitud judía.

Fuente (en ingles): https://www.timesofisrael.com/at-zoa-event-bannon-asks-jews-to-join-his-war-on-gop-establishment/

¡Declaración recogida por «The Times of Israel» pero que nunca aparecerá en «La Base»!

Josep Anglada en Viena con Patrick Brinkmann, multimillonario sionista y antifascista sueco que equipara islamismo y nazismo.

Ciertamente, los líderes e ideólogos de la nueva ultraderecha hacen de vez en cuando un giño a las bases de la ultraderecha antisemita cristiana tradicional para amarrar a sus candidaturas el amplio electorado «neofascista»-Gladio y «nazi-Hollywood» que mientras tanto no deja de crecer en Occidente. Es muy importante para la oligarquía, en todo caso, que la opinión pública entrevea tras las fechorías de las hordas ultraderechistas la imagen de Hitler y no la de Netanyahu. Pablo Iglesias ejerce, a satisfacción del judío ultraliberal George Soros, como cómplice desvergonzado de este Gran Engaño.

La ultraderecha, en definitiva, se da la mano con la falsa extrema izquierda y el falso «comunismo» de «La Base» a efectos de encubrir cuál es la genuina ideología de la oligarquía financiera y cuál, por ende, la única capaz de contrarrestarla. Para los fachas de Vox y demás homólogos, la oligarquía financiera es atea, comunista y satánica; para los progres de Podemos y demás homólogos, nazi-fascista. Dos fake news de parecido calibre. ¿Ha denunciado Iglesias los pactos y financiación sionistas de Abascal? Nunca. Santiago Abascal podría, a su vez, haber desacreditado a Carles Puigdemont ventilando sus vínculos con la secta supremacista judía Chabad (Jabad) Lubavitch, pero su «patriotismo» de pacotilla no da para tanto y ahí queda la carta abierta de Jaume Farrerons quien se la envió por burofax al felón— para atestiguar que Abascal e Iglesias representan fundamentalmente lo mismo.

Carles Puigdemont rodeado de los rabinos de Chabad (Jabad). El periodista que quiso abundar en los hechos fue amenazado.

CARTA ABIERTA DE JAUME FARRERONS A SANTIAGO ABASCAL

Mientras tanto, la gran masa de la población ignora qué piensa realmente la oligarquía, desconoce quiénes son los oligarcas —y, claro, sus colaboradores—, confunde los planes de la oligarquía, permanece desprevenida frente a los hitos que marcan la autorrealización de la profecía judía…  En consecuencia, las víctimas potenciales o reales de la oligarquía, la gente (=gentiles) en general, son incapaces de defenderse, de combatir a su enemigo neoliberal-sionista  —y ya no digamos de destruirlo. Mas todo ello, en España, se lo debemos en buena medida a traidores e impostores como Santiago Abascal y Pablo Iglesias, cada uno a su modo y manera, pero unidos en lo esencial: dos charlatanes de feria, un mismo amo.

Ya hemos cuestionado en este sitio, y no pocas veces, el pseudo fascismo de Vox. Ahora le toca el turno al pseudo socialismo  denominado Podemos. Así las cosas, cabe concluir: aunar nacionalismo y socialismo

—el verdadero nacionalismo y el verdadero socialismo: el nacional-socialismo, la izquierda nacional, el nacionalismo revolucionario (NR)—,

hete aquí la otra fórmula, el fascismo que la oligarquía quiere hurtarnos porque no en vano constituye su único y real adversario ideológico. Más allá de los memes y los eslóganes, nos remitimos a dos documentos que describen, uno, el meollo ético del fascismo y, otro, sus características político-económicas vistas con los ojos de un ultraliberal, a saber, Friedrich von Hayek. Por el primero sabemos que un fascista no puede ser sionista cristiano porque el fascismo se ubica en las antípodas metafísicas y morales del judeo-cristianismo; por el segundo, que no puede ser ultraliberal porque el fascismo es socialista.

EL FRAUDE DE LA PRESUNTA MASONERÍA ATEA, COMUNISTA Y SATÁNICA (1). MASONERÍA Y COMUNISMO

Stanley Payne opone fascismo a derecha radical y derecha conservadora, los dos componentes ideológicos del ultraderechismo neocon actual.

EL FASCISMO SEGÚN LA CIENCIA POLÍTICA

¿Cabe documentar la esencia del fascismo en los términos expuestos? Retomamos aquí el hilo del politólogo y especialista en fascismo de fama mundial Stanley Payne, que ya hemos presentado supra (y enlazado su obra de referencia en pdf). Payne nos explica el porqué de aquéllo que ya ha reconocido Miguel Urbán sin poder fundamentarlo debidamente a causa de su sesgada concepción marxistoide del fascismo, a saber: que la conexión ideológica entre la nueva ultraderecha populista y el fascismo histórico es un bulo periodístico. Gracias a Payne comprenderemos que, además de esta inexistente relación y a despecho de la abundante presencia de rebaño descerebrado facha Gladio entre los nuevos ultras, la realidad es justamente la contraria: lo que sí existe es una oposición ideológica radical entre fascismo y ultraderechismo populista que Pablo Iglesias se guarda muy mucho de informar por cuestiones de «relato» (=propaganda).

En un artículo sobre su futura (e infame) academia judeo-cristiana, Steve Bannon, el indiscutible ideólogo de la nueva derecha radical, responde a las acusaciones de «neofascismo»:

Pero Bannon sigue de momento adelante con sus planes, empeñado en convertir la cartuja de Trisulti en la incubadora de las futuras generaciones de líderes nacionalistas. El ex estratega de Trump, maestro a la hora de retorcer el idioma, lanza balones fuera cuando le preguntan por su papel en el ascenso de los «neofascismos» en Europa. «El fascismo da un papel prominente al Estado y lo que nosotros defendemos es precisamente todo lo contrario», declara al ‘FT’. / En su Academia, eso dice, se hablará entre otras cosas de las «trampas» y del «lado oscuro» del nacionalismo, con mención especial a Mussolini y Hitler: «Algunas cosas empiezan como populismo y luego avanzan en otra dirección, y todo eso tiene que ser enseñado». Entre los ilustres profesores de la cartuja podrían estar el propio Matteo Salvini o el primer ministro húngaro Viktor Orbán, a quien Bannon considera como «el primer Trump antes que Trump».

Fuente: https://www.elmundo.es/internacional/2019/05/22/5ce41a71fdddff2c3a8b461c.html

No miente Bannon a pesar de la paranoia policial del periodista empeñado, como sus colegas, en asimilarlo al «neofascismo». Todos estos admiradores de Thatcher y Reagan, empero, y Bannon no es ninguna excepción, quieren bien lejos de su proyecto el Estado social e intervencionista de los fascistas. La afirmación de Bannon se sustenta al menos, aunque el periodista lo ignore, en la ciencia existente sobre la naturaleza del fascismo, que caracteriza esta opción política a partir de las famosas tres negaciones: 1/ antimarxismo; 2/ antiliberalismo; 3/ anticonservadurismo. Véase op. cit. p. 13, Cap. 1, de Stanley Payne:

Stanley Payne: El fascismo, p. 13, Cap. 1. ¿Qué significa el término «fascismo»?

La síntesis de Payne es el resultado de la comparación sistemática entre las diferentes teorías politológicas sobre el fascismo. De la misma se desprende la realidad de tres campos políticos diferenciados e independientes entre sí en el ámbito del nacionalismo autoritario: 1/ el fascismo (NSDAP, PNF, Falange…); 2/ la derecha radical (Hugenberg, ANI, Carlistas…); 3/ la derecha conservadora (Hindenburg, Sonino/Salandra, CEDA…).

Stanley Payne, op. cit., p. 23, Cap. 1. ¿Qué significa el término «fascismo»?

En consecuencia, un movimiento político caracterizado como neoliberal en lo económico y conservador en todo lo demás no puede ser fascista. No lo es en tanto que liberal (2ª negación fascista) y conservador (3ª negación fascista), por mucho que estas dos opciones de la nueva derecha populista (neoliberalismo económico + ultraconservadurismo cultural) resulten, además, contradictorias entre sí y escondan bajo las oriflamas «fascistas» de la xenofobia anti-inmigración la aplicación, en los países gentiles, de brutales políticas económicas neoliberales de «ajuste estructural». Habría que añadir, si se encaja a la nueva ultraderecha populista en el grupo 2 de la derecha radical, el elemento sionista, absolutamente novedoso y crucial, que aleja todavía más al fascismo de estas derechas populistas, siendo así que estamos hablando del nacionalismo de un país extranjero (Israel) profesado por políticos que se declaran nacionalistas nativistas. La contradicción entre conservadorismo cultural y neoliberalismo económico, a la que se añade la contradicción, todavía más radical si cabe, entre nacionalismo nativista y nacionalismo judío (sionismo), convierte a la nueva derecha radical populista en un puro fraude ubicado ideológicamente en las antípodas del fascismo. Fascismo, en efecto, significaría aquí: 1/ nacionalismo nativista; 2/ antisionismo radical; 3/ estatalismo intervencionista nacionalizador y proteccionista (autarquía económica); 4/ futurismo o modernismo cultural de nuevo cuño (paganismo ario secularizado).

Opúsculo de Mussolini donde argumenta contra la existencia de Dios.

Podríamos abundar más en nuestra escueta caracterización del fascismo, pero el objeto del presente artículo no es explicar la naturaleza profunda de este fenómeno político extraordinario, que requeriría por sí misma un artículo completo dedicado al tema, sino la idiosincrasia ideológica de la nueva ultraderecha populista y su conexión con el fascismo histórico (no hay otro). Por este motivo, basta con la rapsódica teoría de las tres negaciones fascistas (antimarxismo, antiliberalismo, anticonservadorismo) para acreditar que dicha ultraderecha no puede ser fascista. Máxime cuando son los propios propagandistas de «La Base» quienes definen la nueva internacional ultraderechista como «neoliberal en lo económico y conservadora en todo lo demás». Aquí Inna Afinogenova se ha pillado los dedos o, mejor dicho, ha metido los dedos de su jefe Pablo Iglesias en la máquina de triturar mentirosos —ante la inopia de Sara Serrano, quien desconoce la materia pero le ríe todas las gracias a su amiguete Pablo. 

LOS ALIADOS EXTERMINARON A 13 MILLONES DE CIVILES ALEMANES

Inna Afinogenova: la nueva ultraderecha «se definen como neoliberales en lo económico y conservadores en todo lo demás». Ignora, por supuesto, la teoría de las tres negaciones fascistas (Stanley Payne). 

ESCRITO DE ACUSACIÓN CONTRA PABLO IGLESIAS Y SU EQUIPO DE ANTIFASCISTAS

Hay una ultraderecha que ve en Pablo Iglesias y Podemos la eterna expresión del comunismo/masonería (ateo y satánico). De hecho, esa ultraderecha percibe comunistas masones ateos y satánicos por todas partes. Pero cualquier persona culta que conserve la cordura llegará a la conclusión de que se trata de un delirio ideológicamente inducido. Dichas distorsiones se curan leyendo y esperábamos que el profesor doctor Pablo Iglesias estaría vacunado contra este tipo de mecanismos mentales propicios al crimen gracias a su carrera y magisterio universitario de ciencias políticas. Nos equivocábamos. Pablo Iglesias vive en su propio delirio. Y ese delirio se denomina antifascismo. El capo de «La Base» y sus colaboradores, por ejemplo el antifa Manu Levin Judengloben (no es broma), califican de «fascistas» a casi todos sus opositores políticos. Como bajo Iósef Stalin, fundador del antifascismo y del gulag, uno espera ya que de un momento a otro se hable en «La Base» del PSOE en términos de «socialfascismo» (habrá que esperar a la ruptura del gobierno de coalición: se abren las apuestas). Todo llegará.

Un diario anglófilo, ultraliberal, germanófobo, antifascista y filosemítico como»El Mundo» es para Manu Levin Judengloben el prototipo del medio de comunicación «fascista« en nuestro país. Como lo oyen. La pregonada objetividad periodística de «La Base» («la base de datos») resulta, en consecuencia, pura filfa, porque si bien se justifica en cierta medida mientras el podcast critica los bulos de la ultraderecha mediática, política y judicial contra Podemos —que haberlos, haylos—, termina bruscamente, con una gran decepción por parte del espectador ilustrado o conocedor del tema, cuando llega la hora de la verdad y es menester empezar a analizar la naturaleza de los poderes oligárquicos que promueven dichas intoxicaciones periodísticas. Ahí se pone punto final al «análisis crítico racional» y comienzan a desfilar por el plató los animales mitológicos de la izquierda utópica, es decir, de un cristianismo secularizado con sus demonios («nazis», «fascistas»), su paraíso («utopía», «modo de producción comunista»…) y su infierno en la tierra («Holocausto», «Auschwitz», hornos crematorios…). El extravío, si uno sigue hasta el final a Pablo Iglesias en ese discurso antifascista delirante, será monumental (la élite sionista se convertirá de un plumazo en nazi, léase: en antisionista, casi nada) y nos impedirá identificar las características, composición y fines de la oligarquía financiera occidental. El silencio de Pablo Iglesias respecto al judaísmo y el sionismo, por no hablar de su kipá en el Muro de las Lamentaciones, da en este sentido mucho que pensar. Sólo hay que comparar su lacayuno y abyecto comportamiento filo-oligárquico con la actitud de Marx en su ensayo Sobre la cuestión judía (1843).

MARÍA-PAZ LÓPEZ: «EN SUS PRIMEROS ESCRITOS KARL MARX MOSTRÓ TICS ANTISEMITAS QUE LUEGO CORRIGIÓ»

El supuesto transgresor marxista Pablo Iglesias, a quien la oligarquía tolera y explota (como a los «neonazis») mientras permanezca en su rinconcito, calla sobre la vinculación estructural entre capitalismo y judaísmo establecida por ¡Karl Marx! Y entonces entendemos la horrible verdad de Pablo Iglesias: que el encubrimiento del sionismo y la imputación al «fascismo» de todos los crímenes de la oligarquía financiera forma parte de la misma propaganda oligárquica que el líder oficioso de Podemos comparte con el resto de sus odiados medios de prensa, radio y televisión derechistas. No somos nosotros, sino un sociólogo de izquierdas de fama mundial, quien testifica aquí en nuestro favor:

UN SOCIÓLOGO DE FAMA MUNDIAL AFIRMA QUE LOS JUDÍOS CONTROLAN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

Se trata, por tanto, de medios comprados por el gran capital alta finanza en la jerga nazi— a fin de servir al cumplimiento de la profecía judía. Y Pablo Iglesias ha montado una más de estas agencias de manipulación, grosera y descarada, denominada «La Base» (ampliable a «La Red»), con idéntico objeto y a la espera de las correspondientes recompensas oligárquicas (de las que ya está disfrutando Alexis Tsipras).

Según el «análisis» de Pablo Iglesias y su equipo de «La Base», existe una nueva internacional ultraderechista de carácter fascista/nazi. Es cierto, sin duda, que se ha extendido por el mundo occidental una nueva ultraderecha inédita hasta la fecha, pero todos sus líderes e ideólogos son sionistas cristianos neoconservadores convictos y confesos, además de ultraliberales, y en eso consiste precisamente tanto su originalidad cuanto, sin duda alguna, su éxito, auspiciado bajo mano por la propia oligarquía. Muchos antisemitas cristianos de base y ex fascistas o «neofascistas»-Gladio pueden haberse cambiado de chaqueta para subirse al carro del vencedor y gozar de las prebendas del poder, pero en los cuadros dirigentes del movimiento dominan los sionistas cristianos. El sionismo (nacionalismo judío) tiene que ser antifascista por razones obvias (el tradicional antijudaísmo fascista, compartido por la verdadera izquierda), pero Pablo Iglesias insiste en el bulo de que en el alt right se trata de nazis e incluso apela a una cierta casuística para fundamentarlo, seleccionando algún personaje que cuadre con su «tesis». Por supuesto, omite los centenares de «datos matarrelatos» que la refutan. ¿De verdad que supuestos neonazis como Trump podrían ostentar tan buenas relaciones con Israel? Pablo Iglesias cuenta aquí con una ventaja: casi todos los medios de comunicación que él caracteriza como «fascistas» propalan el mismo bulo: la ultraderecha es nazi y fascista, silenciando los vínculos obvios y casi escandalosos de aquélla con el sionismo. Por supuesto, el felón es incapaz de explicar esta extraña unanimidad compartida. Si a Pablo Iglesias le quedara un gramo de decencia periodística, con más razón cuando hablamos de un profesor de ciencia política, debería señalar las diferencias abismales entre la ultraderecha judeo-cristiana y, como poco, el fascismo revolucionario. Se podría acreditar una progresiva derechización del fascismo (también en el nacionalsocialismo) a medida que alcanza nuevas cotas de poder, pero siempre desde esa oposición nacional fundamental a los poderes financieros mundiales que se mantiene hasta los tiempos de la República Social Italiana y por la cual el fascismo fue aniquilado. En todo caso, Iglesias estaría obligado como politólogo a distinguir entre el «neofascismo» de la posguerra fomentado por la OTAN y el fascismo anterior a 1945. El problema de todo ello es que, a medida que nos aproximamos a su fase fundacional y pureza doctrinal, el fascismo se muestra más y más próximo a la izquierda. Tamaña vecindad espanta a Iglesias. La conocida conclusión del politólogo experto en fascismo Stanley Payne, entre otros, es que el fascismo aparece en la historia como izquierda nacional (véase Stanley Payne: Historia del fascismo, Barcelona, Planeta, 1995, p. 127), una confluencia revolucionaria de nacionalismo y socialismo de carácter futurista, estatalista y autoritario que se da de tortazos con la actual ultraderecha, sionista en política exterior, cristiano-conservadora en lo cultural, anti-estatalista y neoliberal en materia de políticas sociales. El fascismo promueve precisamente el tipo de instituciones reguladoras corporativistas y modernizadoras que los ultraliberales reaccionarios pretenden desmantelar a toda costa. Pablo Iglesias lo sabe, pero miente.

1er CARGO. PABLO IGLESIAS, COMO PERIODISTA, MIENTE CONSCIENTEMENTE. 

Iglesias no es un ignorante, sabe que fascismo pone límites estrictos al mercado. Que el fascismo fortalece al Estado en aras de la soberanía nacional y es proteccionista en política comercial exterior (incluida, claro, la inmigración). Sabe que el neoliberalismo, en sus antípodas, es anti-comunitario y hasta anti-social porque niega la existencia misma de la sociedad («sólo existen individuos») y reduce el Estado a su mínima expresión (aparato represivo). Sabe Iglesias que la ideología liberal es tan globalista como la suya, es decir, favorable a las deslocalizaciones industriales y, por ende, a la inmigración masiva, la desindustrialización y el desmantelamiento del Estado social, o lo que queda de él (y a cuya construcción contribuyeron los fascistas), en las naciones centrales del capitalismo. Que la nueva ultraderecha haya reivindicado el proteccionismo comercial y las críticas a la inmigración como cebo propagandístico fascista para conseguir votos de obreros nacionales no convierte a sus líderes en fascistas. Más que fascistas encubiertos, los populistas de derecha son liberales encubiertos. Y Pablo Iglesias también lo sabe. Sabe que su finalidad, como la del propio Iglesias, ha sido precisamente prevenir el ascenso de un verdadero fascismo mediante la representación teatral de circos xenófobos de nula trascendencia política real. Ninguno de los payasos neoconservadores (Trump, Boris Johnson, Bolsonaro…) ha cumplido, en efecto, sus promesas. En cambio, han favorecido a las élites financieras de manera obscena y aplicado, con pocas excepciones, los recortes de prestaciones sociales («paguitas», para los ultras) en perjuicio de los trabajadores nacionales. Sobre todo, han aprovechado su rapsódico y autodestructivo mandato de arlequines ridículos para favorecer al Estado de Israel. Este es nuestro escrito de acusación contra Pablo Iglesias, el sedicente «periodista honesto»:

2º CARGO. ES TAMBIÉN Y SOBRE TODO UN TÍPICO POLÍTICO-IMPOSTOR QUE MIENTE PORQUE TRABAJA AL SERVICIO DE LA OLIGARQUÍA, CUYAS POLÍTICAS DE INMIGRACIÓN PRETENDE CONVALIDAR ENTRE LOS TRABAJADORES NACIONALES Y OTROS CIUDADANOS ESPAÑOLES DIRECTAMENTE PERJUDICADOS POR ESAS MISMAS POLÍTICAS.

¡Sólo eso! Su tarea se reduce a montar guardia en el lado extremo-izquierdo del espectro electoral para impedir que allí pueda aparecer una izquierda nacional protofascista. Segurata de la oligarquía, tiene que desacreditar al «fascismo», es decir, la posibilidad misma de unas virtuales políticas anti-esquiroles, nacionalistas pero socialistas, asimilándolas de antemano, con engaños, omisiones y manipulaciones maliciosas, a la ultraderecha neoliberal. Pasemos ahora, ya para concluir, a un análisis del video «La nueva internacional ultraderechista» que acredita, punto por punto, dicha imputación por lo que respecta al su papel como «periodista» antifascista.

1/ Cero menciones al sionismo o al Estado de Israel en la génesis e ideología de la nueva internacional ultraderechista: ¿cómo acusar, en efecto, de «nazis» a los sionistas, judíos e israelíes implicados? Imposible de explicar. Luego se omite el dato-mata-relato y ya está. ¡Bravo, señora Serrano!

2/ Para «demostrar» que la nueva internacional ultraderechista es nazi se aporta, al principio del video (m. 1:03 y ss), una sola prueba: Kast es un neonazi, luego toda la internacional ultraderechista lo es. ¡Menuda inferencia inductiva, señor Iglesias! ¡Vergüenza de la ciencia y hasta del más escueto decoro periodístico! Pero encima tenemos aquí a un «neonazi» amigo de los chicagoboys, la escuela de economía ultraliberal liderada por el judío antifascista Milton Friedman. Hay que ser falso y mentiroso, o un redomado cretino, para vender esta mercancía como periodismo objetivo.

3/ Olona, Ayuso, Abascal y Álvarez de Toledo son nazis (m. 1:15). En otros videos, que ya acreditaremos, farfulla Iglesias que no puede afirmar públicamente lo que haría con toda esta gente porque una tal confesión incurriría en delito. Evidentemente, se refiere a matarlos. Pero no se lo tomen en serio, es todo pura parafernalia y pirotecnia pseudo revolucionaria rosa para satisfacer a su público odiador. Y suscitar reacciones hostiles: a Pablo le excita ser detestado por «los fachas», aunque luego lloriquee en plan victimista ante las consecuencias de sus provocaciones. Pablo Iglesias es sólo un pobre payaso patético tan inocuo para los superricos como lo fuera Tsipras. Y al servicio de los mismos amos»capitalistas» ante quienes se postran los calumniados politicastros de la derecha liberal-conservadora.

4/ Iglesias se ampara en que «ya conocemos» a los «nazis» Trump, Olona, Ayuso, Abascal, Bolsonaro, (¿Netanyahu?), etc., pero no conocemos al «nazi» José Antonio KastTodo ello a efectos de poder centrarse en este único caso, bastante secundario, que le resulta más cómodo, o eso cree él, para sus manipulaciones antifas. Con lo del «ya conocemos» se ahorraría, en consecuencia, acreditar, por ejemplo, el nazismo Donald J. Trump, jamás demostrado hasta la fecha. Por cuanto ninguna prueba hay de ello. Cero. ¿Que Trump ha cenado con un «nazi»? ¿Que Trump afirmó la existencia de buenas personas que entre los ultras-Gladio Proud Boys? Etcétera. Todo material circunstancial a más no poder. Anécdotas bombeadas y repetidas por la prensa hasta el hartazgo, pero nunca pruebas en el sentido estricto de la palabra. En cambio, sí tenemos pruebas más que sobradas de la verdadera ideología de Trump. Hechos incontestables que, por supuesto, Iglesias omite maliciosamente. Trump es el presidente de los EEUU que más ha favorecido a Israel durante su mandato. Muy nazi. La hija de Trump, que juega un papel activo en la política de Trump, se convirtió al judaísmo para casarse con el judío sionista Jared Kushner. Muy nazi. El mismo Kushner es quien, al parecer, controla realmente la Casa Blanca (o al menos eso opina un Premio Nobel de Economía). Muy nazi. Trump trasladó a Jerusalén la embajada de EEUU en Israel y reconoció, por tanto, la nueva capitalidad del Estado sionista. Muy nazi. Trump asiste a la sinagoga central de la secta supremacista judía Chabad (Jabad) Lubavitch para rendir homenaje al rabino racista conocido como Rebe Lubavitcher. Muy nazi. A Trump se le ve constantemente rodeado de rabinos de esta ideología. Muy nazi. Ni una palabra de Pablo Iglesias al respecto.

UN PREMIO NOBEL DE ECONOMÍA AFIRMA QUE EL JUDÍO SIONISTA JARED KUSHNER ES QUIEN MANDA EN LA CASA BLANCA

5/ Minuto 3:26 y ss. «Hoy en La Base —¿y cuándo no?— hablamos de nazis, fachas, ultraderechistas, fachos» (…) «fachos, fachas, ultras y nazis» (m. 4:41) «gentuza» (m. 3:43). Un concepto, éste, tan riguroso como el de «rojos» con cuernos y cola o el de la conspiración judeo-masónico-comunista, famoso transtorno mental ultra que percibe en cada político no-católico un adorador de Satanás y abusador/sacrificador ritual de niños cristianos. Pero todas estas alucinaciones no existen en la ciencia política. Son «relato», o sea, «ideología», y de la peor especie: propaganda de guerra diseñada para cretinos integrales perfectamente manipulables. De esta basura viven los sinvergüenzas que critican las mamandurrias socialistas cuando ellos mismos han chupado de dedocracia como auténticas garrapatas durante toda su vida. O los caraduras redomados que consideran deshonesto a un político por su ático de 600.000 euros pero luego se compran una mansión justamente —justicia poética— por esa misma cantidad.

No es verdad que reprocharle su famoso casoplón a Iglesias sea cosa de demagogia cuando él mismo utilizó el argumento contra otros políticos. Iglesias ha quedado retratado y perdido millones de votos que le habían tomado la palabra. ¿Fue esta debacle una operación mediática de la derecha o él mismo provocó el fiasco? ¿Se hundió Podemos en las elecciones a causa de las campañas mediáticas de fake news o por la extraordinaria y repugnante hipocresía —Daniel Ortega like— de su líder? Un poco de todo. Pero lo cierto es que el caso de la vivienda de Iglesias/Montero dio pábulo y credibilidad a todas las difamaciones —casi todas ellas calumniosas— que vinieron después. Semejante impostor debe de ser capaz de cualquier cosa, pensó la gente. Y, en cualquier caso, el discurso de Iglesias, plagado de insultos, amenazas veladas y burdas simplificaciones, se merece que le cuestionen en el mismo terreno de juego soez, grosero, analfabeto y brutal donde él, desde el inicio de su carrera, decidió colocar los debates. A continuación, el artículo de Pablo Iglesias sobre José Antonio Kast, donde vincula a los Kast con el ultraliberal Augusto Pinochet, presentando este dato como una «prueba» más del nazismo de Kast, pero Iglesias sale chamuscado de la escaramuza:

¿Quién es José Antonio Kast?

El nazi Michael Kast, reconvertido en un próspero empresario de embutidos alemanes en Chile, fue un ferviente opositor a Salvador Allende y celebró con alegría el golpe de Estado de Pinochet. Y como no podría ser de otra manera, con la dictadura de Pinochet la familia Kast prosperó mucho y algunos de los hijos del nazi se convirtieron en reputadas figuras políticas de la dictadura. Miguel, uno de los Chicago boys chilenos que aplicaron a sangre y fuego el neoliberalismo en Chile por la vía violenta, fue ministro de la dictadura y presidente del banco central. Además, los Kast son también conocidos por haber cooperado con los militares que asesinaron a demócratas chilenos.

Pero Iglesias no ha sido periodísticamente honesto con los Kast. Omite, entre otros muchos rasgos encomiables del personaje, que, a pesar de su nazismo (se afilió al NSDAP y éste es un hecho probado), Michael Kast (el padre de José Antonio Kast) no fue nunca procesado por crímenes de guerra, con lo cual tenemos un nazi que no cuadra con el estereotipo y, por tanto, queda probado que se puede ser o haber sido nazi sin perpetrar delitos de lesa humanidad. Por supuesto, este «pequeño detalle» se silencia en el artículo y video de Iglesias, quien intenta confirmar el estigma del «nazi-Hollywood» acusando a la familia Kast de haber «participado en la represión» bajo la dictadura de Augusto Pinochet. Sobre esto hay que decir: ninguna prueba vincula a miembros concretos de la familia Kast con actos criminales determinados, los cuales, conviene subrayarlo, siempre se perpetran e imputan a título individual. No existe, en efecto, culpa colectiva en derecho penal y «la familia» Kast no puede haber cometido delitos. El hecho de que se utilizaran camiones de la empresa de Kast en no se sabe qué trasportes de detenidos no convierte a José Antonio Kast en un criminal, como quisiera Pablo Iglesias. Para que los asnos de «La Base» lo entiendan: si los represores consumen yogures Danone o calzan bambas Adidas, este dato no imputa a los propietarios de las empresas Danone o Adidas como sujetos de un delito penal. Así que la imagen de un Kast sanguinario propalada por Iglesias es pura propaganda antifascista, es decir, chekista. Y añadimos: incluso si algún miembro de la familia Kast —con nombres y apellidos— hubiera participado activamente en la represión, conviene recordar que la dictadura de Augusto Pinochet enarbolaba la ideología neoliberal y esos crímenes no serían «crímenes nazis», sino crímenes del liberalismo, es decir, la ideología de George Soros, el correligionario de… Pablo Iglesias.

George Soros tiene bajo su control a 226 políticos de Europa, entre ellos el español Pablo Iglesias.

La Fundación Open Society de Soros es una pantalla de la CIA, pero  ¿no fue la CIA quien colocó a Augusto Pinochet en el poder?

La lista de compinches de Soros, que se ha hecho pública a través de la fundación de Soros, la Open Society (que no es más que una fachada de la CIA, a pesar de que usted lea documentos críticos de esa ONG de Soros sobre la Agencia americana), incluye europarlamentarios del período 2014-2019, según explican los sites The Duran y Strategic Culture Foundation. Dicha lista configura  a la Unión Europea como un mecanismo para que el multimillonario promueva, entre otras, sus políticas neoliberales señaladas más abajo por el analista diplomático y de Defensa Alex Gorka: migración masiva sin fronteras, matrimonios del mismo sexo, integración de Ucrania en la UE y guerra mediática y política contra Rusia.

Fuente: https://laotracara.co/recomendados/george-soros-tiene-bajo-control-a-226-politicos-de-europa-entre-ellos-al-espanol-pablo-iglesias/

En definitiva, las cosas no son lo que parecen y quizá José Antonio Kast no es nazi sino un chigagoboy, o sea, un neoliberal como Soros; tal vez Pinochet militaba en el mismo bando que Soros y, peor todavía, acaso los represaliados por Pinochet eran seguidores de un presidente (Salvador Allende) más vinculado ideológicamente con el nacionalsocialismo que el propio José Antonio Kast (véase punto 6).

Carnet de afiliación de Michael Kast al partido nazi, cuya existencia negaba su hijo pero finalmente quedó probada.
Michael Kast, soldado alemán y militante del partido nazi que no cometió ningún crimen de lesa humanidad.

6/ Sara Serrano, la base de datos (m. 4:58 y ss), debería haberle recordado a Pablo Iglesias cuál es la forma de su razonamiento por analogía, a saber:

«(premisa 1ª) Joé Antonio Kast es miembro de la internacional ultraderechista, (premisa 2ª) José Antonio Kast es nazi (¡porque  hijo de un nazi!); (conclusión) luego todos los miembros de la internacional ultraderechista son nazis».

Para apreciar la invalidez lógica del argumento (una falacia de manual) basta formular uno con la misma forma pero diferente contenido basado en otra característica (2ª premisa) de Kast: «(premisa 1ª) Kast es miembro de la internacional ultraderechista; (premisa 2ª) Kast es chileno, luego (conclusión) todos los miembros de la internacional ultraderechista son chilenos». ¿Sabe razonar Pablo Iglesias? ¿Qué clase de periodismo crítico y objetivo (un periodismo de «amalgama») es el suyo que vulnera las más elementales normas del argumento lógico? Hiter tenía un perro, usted tiene un perro, por tanto... Así funcionaban las chekas y, en todo caso, no se aprecia de qué le sirven a Sara Serrano las matemáticas. Pero incluso para caracterizar a Kast como «nazi» (2ª premisa) debería haber dado primero una definición de nazi (ser «hijo de nazi» no vale, aunque quizá sí para un inmundo chekista) y recurrido con este fin a la ciencia política, donde, como ya hemos demostrado supra, el nacionalsocialismo, al igual que el resto de los fascismos, se caracteriza por tres negaciones, a saber: antimarxismo, antiliberalismo y anticonservadorismo, luego ni José Antonio Kast ni el promotor del neoliberalismo en Chile, Augusto Pinochet, pueden ser nazis. Además, conviene recordar que el general Pinochet llegó al poder en Chile como consecuencia de una decisión del judío Henry Kissinger para aplicar una doctrina, el neoliberalismo, inventada por el judío Milton Friedman. Si Kast es nazi por ser hijo de nazis, entonces estos datos filiativos sobre los patrocinadores de Kast también convendría tenerlos en cuenta. Para terminar, Pablo Iglesias debería haberse informado sobre los antecedentes nacionalsocialistas de Salvador Allende, que Víctor Farías, un antifascista como el propio Iglesias, pero (¿pero?) liberal y sionista, ha documentado con profusión:

¿Quién era realmente Salvador Allende?

Ahora le vamos a explicar a Pablo Iglesias por qué el hijo de un nazi no tiene que ser también necesariamente nazi: puede haber degenerado y devenido en un neoliberal como el George Soros, el referente oligárquico del propio Pablo Iglesias, hecho que explicaría su hostilidad contra el «nazi» Allende.

Quien sienta algún afecto por la figura de Salvador Allende, es decir, toda la izquierda, está a punto de encontrarse con una desagradable sorpresa, por decirlo suavemente. Recordarán al ex presidente socialista de Chile como el revolucionario mártir que tantos jóvenes lloramos en los años setenta ante las estremecedoras escenas finales de «La batalla de Chile», aquella película inacabable que había que ver por trozos. En realidad fue un convencido antisemita, un defensor de la predeterminación genética de los delincuentes que extendió su racismo a árabes y gitanos, consideró que los revolucionarios eran psicópatas peligrosos que había que tratar como enfermos mentales, propugnó la penalización de la transmisión de enfermedades venéreas y defendió la esterilización de los alienados mentales. Ideas rechazadas por la opinión pública mundial en pleno, con una sola excepción: la Alemania nazi. Porque Allende defendía estas posturas precisamente en los años treinta.

Lo tiene muy difícil quien intente negar estos extremos; el mismo Allende lo dejó todo escrito en dos piezas que se han mantenido ocultas hasta hoy y que Farías ha rescatado. Se trata de «Higiene mental y delincuencia«, la memoria o tesis que Allende presentó en la Universidad de Chile en 1933 para obtener el título de Médico Cirujano, y el Proyecto de Ley que elaboró siendo ministro de Salubridad del gobierno del Frente Popular (1939-1941) de Pedro Aguirre Cerda. Proyecto que no llegó al parlamento por el rechazo de la sociedad en general y de la clase médica en particular, destacando la oposición frontal de las primeras autoridades del momento en psiquiatría y genética, los doctores Vila y Cubillos.

En declaraciones al diario «La Nación», Allende explicó su proyecto como “un trípode legislativo en defensa de la raza”: tratamiento obligatorio de las toxicomanías, de las enfermedades venéreas -“transformando en delito su contagio”- y “esterilización de los alienados mentales”. Allende preveía la creación de un Tribunal de Esterilización, inaccesible a la familia del enfermo y competente para dictar sentencias inapelables. Leemos en el Artículo 23 que “todas las resoluciones que dicten los tribunales de esterilización (…) se llevarán a efecto, en caso de resistencia, con el auxilio de la fuerza pública”. Farías subraya las “increíbles analogías entre el proyecto nazi y el de Salvador Allende”, entre la Ley de Esterilización del chileno y la “Ley para precaver una descendencia con taras hereditarias” dictada por el Tercer Reich en 1933. El número y tipo de enfermedades que ambas normas recogen son idénticos; contienen capítulos casi iguales. En cuanto a las diferencias, es más duro Allende: la esterilización de los alcohólicos crónicos es obligatoria en el proyecto chileno, no en la ley alemana.

Pero dejemos hablar al Allende de «Higiene mental y delincuencia»: “Los hebreos se caracterizan por determinadas formas de delito: estafa, falsedad, calumnia y, sobre todo, la usura”. Refiriéndose a los revolucionarios, destaca “la influencia perniciosa que sobre las masas pueda ejercer un individuo en apariencia normal y que, en realidad, al estudiarlo nos demostraría pertenecer a un grupo determinado de trastornos mentales (…) este tipo de trastornos colectivos tienen a veces caracteres epidemiológicos, y es por eso que cuando estallan movimientos revolucionarios en ciertos países, éstos se propagan con increíble rapidez a los estados vecinos.” Curioso pensamiento para un declarado marxista.

En una reciente entrevista para el diario «La Segunda», Farías señala que “En Chile hubo y hay una gran cantidad de antijudíos. Lo increíble es que mientras los líderes nazistas González von Marées, Carlos Séller y Tomás Allende, el padre de la escritora Isabel Allende, afirman que los judíos son un daño, pero reconocen la pluralidad de las razas, en su Memoria Allende se muestra como antisemita en el sentido biológico”.

No es extraño que quien defendía las tesis del determinismo racial, la genética del delito para judíos, árabes y gitanos, quien comulgaba con la eugenesia negativa de los nazis, acabara protegiendo en los años setenta, siendo ya Presidente, al criminal de guerra nazi Walter Rauff, residente en Chile. La denuncia procede directamente de Wiesenthal. Él puso a Víctor Farías sobre la pista cuando lo abordó, tras recibir el Gran Collar de la RFA, con la pregunta que nos sirve de título: ¿Quién era realmente Salvador Allende? La respuesta la hemos ido viendo, y se completa contestando a otra pregunta: ¿Quién era Walter Rauff, el protegido de la Unidad Popular?

Walter Rauff fue el inventor del sistema de exterminio con camiones de gas y, por tanto, el responsable de la muerte de medio millón de personas en Auschwitz, un criminal despiadado que asesinó “prácticamente con sus propias manos”, explica Farías, a más de cien mil personas. Simon Wiesenthal deseaba para Rauff un final similar al de Adolf Eichmann. Por eso escribió al presidente socialista narrando las atrocidades del criminal de guerra que su país acogía. En respuesta, Wiesenthal recibió “una carta fría”. Hubo más cartas inútiles. El cazador de nazis autorizó a Farías a publicarlas. Aparecieron en el epílogo de Los nazis en Chile, desencadenando una agria polémica entre el filósofo y la hija de Allende, Isabel.

Que decida el lector si hay relación entre esas dos sombras en la biografía de Salvador Allende: la que se cierne sobre el médico y ministro de los años treinta, la que anubla al presidente de los setenta, época en que se forjó el poderoso icono del progresismo. Entre el racista de «Higiene mental y delincuencia», pronto ministro responsable de una Ley de Esterilización calcada de la legislación nazi que estaba siendo aplicada en Alemania, y el presidente de la Unidad Popular que entristece y decepciona a Simon Wiesenthal, sembrando la sospecha.

Salvador Allende sobre la figura del revolucionario: «un individuo en apariencia normal y que, en realidad, al estudiarlo nos demostraría pertenecer a un grupo determinado de trastornos mentales (…).

    ¿Quién era realmente Salvador Allende? -preguntó Wiesenthal a Víctor Farías, invitándole tácitamente a investigar.

    Pero si es tan conocido…

    No, no. Déjeme contarle: Yo le escribí a Allende relatándole las atrocidades del criminal de guerra Walter Rauff, residente en Chile.

    ¿Y qué le respondió?

    Recibí una carta fría. Como Salvador era un icono en el mundo entero, una víctima, lo dejé ahí. Pero quizás usted me pueda ayudar.

    ¿Cómo?

    Me podría ayudar a buscar las cartas, porque las perdí.

Parece evidente que si Wiesenthal quería que Farías le ayudara es porque creía que la negativa de Allende a entregar a Rauff debía acreditarse en el futuro. El filósofo chileno tardó varios años, pero encontró al fin la correspondencia. Una carta dormía en un archivo italiano, otra en Austria… Y entonces se puso en contacto con Wiesenthal:

    ¿Puedo publicarlas?

    Sí, aunque es triste.

Las cartas vieron la luz en el epílogo de Los Nazis en Chile. Y, efectivamente, fue muy triste, porque revelaban, en palabras de Farías, “la verdadera identidad histórica” de Allende, el líder que se hizo fuerte en el Palacio de la Moneda, que murió tras dejar grabado un mensaje cuya audición todavía nos estremece. La publicación indignó a la hija del mártir, Isabel, quien, “muy alterada”, le gritó a Farías al teléfono: «¡Mi papá no es nazi!»

Fuente:https://www.liberalismo.org/articulo/337/49/realmente/salvador/allende/

«¡Mi papá no es nazi!» Tampoco era «nazi» el hijo ultraliberal del nacionalsocialista Michael Kast. La frase, en este caso, se formularía así: «Mi papá quizá fue miembro del partido nazi pero yo no creo en las leyes eugenésicas que protegen a la sociedad contra la degeneración genética y, felizmente, sí, he degenerado y ahora soy un ultraliberal que trabaja para el judío Henry Kissinger, el judío Milton Friedman y el judío Leo Strauss». José Antonio Kast dixit:

Más allá de lo que diga un papel hace 50 años, mi padre, yo y toda nuestra familia aborrecemos a los nazis.

Fuente: https://www.biobiochile.cl/noticias/nacional/chile/2021/12/09/kast-y-vinculo-nazi-de-su-padre-mas-alla-de-un-papel-yo-y-toda-la-familia-aborrecemos-a-los-nazis.shtml

No existe ninguna prueba fehaciente sobre el nazismo de José Antonio Kast: a diferencia, hay que decirlo, de Salvador Allende, quien protegió al nazi nazi nazi Walter Rauff porque compartía quizá algunos aspectos de su ideología o tal vez abrigaba algunas dudas sobre el relato de los vencedores de la Segunda Guerra Mundial. Relato propagandístico a más no poder que Pablo Iglesias, en cambio, acata a pies juntillas (¡al igual que José Antonio Kast!) y ha erigido, incluso, en medio de vida. Pero a estas alturas Sara Serrano ya habrá entrado en estado de shock. El dato-mata-relato a veces mata también al relator, gravemente afectado en su identidad antifa. Resulta comprensible que Sara Serrano prefiriera seguir viviendo en su dulce sueño progre inducido (aunque al precio de permanecer en la ignorancia) y no oponga objeción alguna a los desatinos de su transtornado jefe.

El «nazi» Pinochet (y su esposa) con la «nazi» Thatcher.

7/ Sara Serrano: vínculos entre Franco y la dictadura de Pinochet (m. 5:04 y ss). Pero la dictadura de Pinochet no se sostuvo gracias al apoyo de España, aunque se produjera intercambio de correspondencia (un argumento ridículo que ni siquiera me molestaré en refutar), sino porque EEUU la instauró con la aquiescencia de todas las potencias occidentales, empezando por Gran Bretaña e Israel. Omitir estos hechos en una sección denominada «la base de datos» es tomarle el pelo a la gente.

La dictadura de Pinochet en Chile permaneció por apoyo de Israel.

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Conclusión: víctimas del Holocausto sostuvieron al dictador Pinochet (y a otros tiranos ultraderechistas latinoamericanos). Esto no cuadra con ese presunto nazismo de Pinochet que nos quiere vender el charlatán de feria Pablo Iglesias, pero Sara Serrano, acostumbrada a dormir en el paraíso, ni se inmuta. Ya no digamos Manu Levin Judengloben, el elegido de «La Base», que tampoco se da por aludido a pesar de que José Antonio Kast era nazi por ser hijo de un nazi y ha bastado esta «prueba» para difamarle con total impunidad.

Pinochet con el judío antifasionista Henry Kissinger, quien lo eligiera para el cargo sobre la sangre del nacional-revolucionario Salvador Allende.

8/ Vox teje una alianza anti-comunista entre fundamentalistas religiosos, neocons, ultraliberales y nostálgicos de la dictadura (m. 5:35). Ni un solo argumento de Sara Serrano que vincule a esta organización con el nazismo. Se da por supuesto que son nazis porque Kast era hijo de un nazi y debe de pertenecer a ella. Pero al menos cita Serrano a los neocons, aunque sin explicar quiénes son esos ex trotskystas judíos (¿quizá para no incomodar a Manu Levin Judengloben, sentado en la mesa de al lado?). De hecho, si sus mentes no hubieran sido definitivamente castradas por las agresivas anteojeras que les protegen de la realidad, estos progres patéticos entenderían por qué el Pentágono da prioridad, en su lucha «contra el terrorismo», a regímenes y movimientos que nada tienen que ver con el terrorismo, nacionalistas y socialistas (¿nacionalsocialistas?): Hitler, Gadafi, Mussolini, Allende, Xi, Sadam Hussein, Bashar al-Assad, Perón…, mientras acaricia el lomo del aliado saudí, madrasa de todas las madrasas integristas y fundamentalistas musulmanas. Pero la izquierda no piensa, sólo repite consignas que le llegan de ex trotskystas judíos convertidos misteriosamente en sionistas de extrema derecha y a los que hace el juego calificándolos de nazis para ocultar a la población cuál es la verdadera ideología de la oligarquía.

EL RABINO SUPREMO DE ISRAEL AFIRMA QUE LOS NO-JUDÍOS SÓLO EXISTEN PARA SERVIR A LOS JUDÍOS

8/ Sara Serrano: el lobby anticomunista Atlas Network (m. 7:33). Formado por FAES y demás tropa aznarista del PP neocon. Más de lo mismo.  Pretender que estos «seres de luz» Yad Vashem tienen algo que ver con el nacionalsocialismo equivale a reírse de la gente. Como les espetó otrora el propio Pablo Iglesias, reconociendo parte de la verdad sobre el fascismo por una vez en su vida, la oligarquía «ni siquiera son fascistas, sino simplemente parásitos«.

PABLO IGLESIAS A VOX: «USTEDES NI SIQUIERA SON FASCISTAS, SON SIMPLEMENTE PARÁSITOS»

Si Pablo Iglesias hubiera seguido por este camino, todavía podría hablar hoy sin sonrojarse, hasta cierto punto, de periodismo honesto. Pero le debieron de tirar de las orejas desde arriba y prefirió pasarse a la demagogia antifa, versión circense (simétrica a la de Trump) del «comunismo»; un negocio harto ruinoso, porque nadie puede creerse, excepto si ha tomado drogas, que Aznar sea nazi. Iglesias viose así forzado a retirarse de la política tras desenpolvar la consigna obsoleta y estúpida ¡No pasarán! y fracasar estrepitosamente en las elecciones. Mejor recuérdeles, señor Iglesias, si realmente pretende hacerles daño (cosa que dudamos por cuanto su estupidez de usted es el fuelle de Jerusalén): no existe ningún pueblo elegido. Tal vez entonces ponga en hora su reloj de la historia, sin cuerda desde 1936, y deje de hacer el ridículo.

El ultraliberal Augusto Pinochet, títere estadounidense de la Operación Cóndor, un equivalente latinoamericano de la Operación Gladio al servicio del sionismo internacional.

9/ En el m. 10:36 y ss. ofece «La Base» una escenificación donde el payaso supuestamente «fascista» Javier Milei es replicado por otro payaso, presunto «comunista», llamado Pablo Iglesias.

10/ Sin otra «prueba» que el postulado fraudulento «Kast es nazi porque es hijo de un nazi«, Sara Serrano convalida en «la base de datos» (m. 12:05) el bulo de Pablo Iglesias contra José Antonio Kast.

11/ José Antonio Kast es nazi porque su hermano Miguel Kast (m. 12.18) estudió en la escuela de negocios del judío Milton Friedman, es decir, del fundador histórico del ultra-neoliberalismo en economía e ideólogo del régimen pinochetista. Aquí, una vez más, la «base de datos» de Sara Serrano sólo pone en evidencia su ignorancia al presentar el liberalismo como «prueba» de una filiación ideológica nazi, cuando toda forma de liberalismo, máxime la más radicalizada, es incompatible con el nacionalsocialismo y con cualquier variante del fascismo.

12/ En el m. 15:21 interviene Manu Levin Judengloben para presentar a Steve Bannon como el cerebro de esta nueva internacional nazifascista. No miente respecto a su condición de ideólogo de Trump y, por ende, de «el movimiento» en su conjunto. Incluso menciona —pillándose los dedos— que «Breitwart News», el principal órgano propagandístico de la telaraña mediática «neonazi» (¿?), tiene sede en Jerusalén, algo difícil de creer si, efectivamente, se tratara de una organización nazi. Manu Levin olvida aclarar el misterio: que Bannon no es nazi y se define como sionista cristiano, un hecho que ya hemos probado supra y cuya omisión por parte de «La Base» equivale a una estafa periodística.

En suma, se concluye que una internacional mediática nazifascista cuyo órgano de prensa principal tiene sede en Jerusalén, conspira,con financiación sionista, para perpetrar un segundo Holocausto. Se ve que Pablo Iglesias confía en el cretinismo integral de sus seguidores.

13/ el momento cumbre del video (m. 22:42) llega cuando Inna Afinogenova, en la sección «Pa’que me invitas», reconoce que la supuesta internacional «nazi» (¿?) se define ideológicamente por dos notas, a saber: 1/ es neoliberal en lo económico; y 2/ es conservadora en todo lo demás, con lo cual vulnera dos de las tres negaciones fascistas de Stanley Payne. Y se queda tan ancha tras su «análisis».

14/ para concluir (m. 29:20), Inna Afinogenova vuelve a meter la pata por no haber examinado toda la bibliografía sobre «El Yunque», de la cual se desprende que la rama española de la secta que controla Vox desde dentro no se gestó en México, sino en el Instituto Phoenix de Arizona, nutrido por neocons judíos, es decir, por ex trotskystas correligionarios del propio Pablo Iglesias. Toda la información al respecto la tiene el lector en el siguiente incrustado:

LA SOCIEDAD SECRETA “EL YUNQUE” CONTROLA LA CÚPULA DIRIGENTE DE VOX (2). UN ENGENDRO SIONISTA

Las conclusiones de este artículo son obvias. No lo alargaremos ya más aquí, aunque el texto operará como fundamento de otros desarrollos. Las acusaciones contra Pablo Iglesias en cuanto impostor fabricante de fake news, manipulador e intoxicador mediático han sido probadas. También hemos puesto en evidencia la cuestión de para quién trabaja Iglesias: sus omisiones le delatan. Y lo más importante: el camino hacia la tarea de construir un verdadero partido revolucionario ha quedado, creemos, tras nuestra crítica, bastante más despejado.

Jaume Farrerons, PhD.

Figueres, 14 de diciembre de 2022.

EL JUDAÍSMO COMO IDEOLOGÍA RACISTA, SUPREMACISTA Y GENOCIDA (1). GENOCIDIO

Principios, normas y valores de esta publicación

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