LAS MENTIRAS DE «LA VANGUARDIA», UNA MÁS. «La emancipación de los judíos es, en última instancia, la emancipación de la humanidad respecto del judaísmo» (Karl Marx). ¿Es esto un tic? La primera obra de Marx, olvidada por los sedicentes marxistas, constituye la patata caliente de la progresía antifascista. Marx: «yo no soy marxista». Karl Marx desplegó en 1843-1844 la más aguda crítica del judaísmo hasta entonces publicada. Para Hannah Arendt, resulta inaceptable confundir el antijudaísmo de Marx con el antisemitismo. Ese supuesto «antisemitismo» brilla por su ausencia, de manera que el filósofo alemán no tenía necesidad de corregir nada al respecto. No nos consta, y tampoco lo aclara la Sra. López, cuándo se habría producido la presunta «corrección». En efecto, la crítica expuesta en el temprano ensayo Zur Judenfrage («Sobre la cuestión judía») planea sobre la entera obra de Marx y es reiterada, con expresiones harto contudentes, hasta sus últimos años. Convendría, pues, documentar el giro filojudío de Marx, porque la omisión de ese pequeño paso metodológico denota una voluntad de manipular a la gente y degradar el periodismo en burda propaganda liberal (un eufemismo de capitalista como inodoro de retrete). Pero es imposible: para Marx, hasta la fecha de su muerte, la formulación ideológico-religiosa práctica del capitalismo (=liberalismo) es el judaísmo; su formulación ideológico-religiosa teórica, el cristianismo. Por tanto, la destrucción revolucionaria del capitalismo, es decir, el socialismo, equivale para Marx a la destrucción revolucionaria tanto del judaísmo cuanto del cristianismo, dos aspectos estrecha pero secretamente vinculados del mismo fenómeno judeo-cristiano y capitalista. Tendremos que esperar, empero, hasta Friedrich Nietzsche para entender el vínculo esencial de dependencia entre el cristianismo y el judaísmo o del cristianismo en cuanto secta judía para gentiles. Y sólo a partir de ese momento podrá hacerse la luz en el misterio de la relación entre capitalismo y religión. De la lectura nietzscheana de Marx brotará entonces el fascismo como tercera revisión o «herejía» marxiana. El fascismo incúbase así en el meollo religioso la obra de Marx («la religión es el opio del pueblo») y es un «marxista revolucionario» visceralmente ateo, anticlerical y crítico, Benito Mussolini, quien funda el movimiento fascista. Esto ocurre ya en 1914 y no en 1919, como se acostumbra interesadamente a sostener. Entre esas dos fechas asistimos al nacimiento ideológico del fascismo sin participación alguna de la derecha y ni siquiera del nacionalismo burgués. La madre parturienta será la guerra nacional de la nación proletaria entendida como acción revolucionaria por excelencia contra la oligarquía. El sujeto revolucionario es la nación, no la clase. Nacionalismo revolucionario. Y la historia le ha dado la razón. La extrema derecha y la extrema izquierda, de mutuo acuerdo en un contubernio que sólo el judeo-cristianismo permite comprender, comparten idéntico interés en ocultar este hecho y reducir el fascismo a ultraderechismo. No, empero, por casualidad: precisamente en este filosofema de Marx, fundamento de la izquierda nacional que explica la transformación del marxismo en fascismo, encuéntrase la clave de la liberación humana. Sólo por eso y no por sus crímenes reales o supuestos, en el código simbólico de la oligarquía sionista —que impera hoy en todo el mundo— el «fascismo» es sinónimo de «el mal absoluto». La sinistra. NUESTRO LUGAR.

KARL MARX SOBRE LA CUESTIÓN JUDÍA

Publicado por «La Vanguardia» el 15 de febrero de 2022, p. 11 de la edición en catalán.

Marx y los marxistas. Je ne suis pas marxiste (carta a Paul Lafarge).

Marx no se cansó de repetir que no era marxista.

Marx: «Lo único que sé es que yo no soy marxista» (carta de Engels a Konrad Schmidt).

EL ANTIJUDAÍSMO DE MARX ANTES Y DESPUÉS DE ZUR JUDENFRAGE

¿Corrige el Marx maduro su «antisemitismo» juvenil? No. Las manifestaciones antisemitas (¿?) de Marx aparecen periódicamente en su obra para actualizar y convalidar la crítica del judaísmo de 1844. Las actitudes personales que se quieren hacer pasar por una presunta rectificación parten del supuesto no probado de un Marx antisemita. Cuando uno no es antisemita, su trato no-racista hacia personas de procedencia judía no se puede interpretar como «corrección» de un antisemitismo anterior.  La prohibición del antisemitismo en cuanto precepto jurídico legítimo se refiere a personas, no a ideas o doctrinas. Ningún precepto jurídico digno de ese nombre puede prohibir la crítica racional de las ideologías, cualesquiera que éstas sean (incluida, claro está, la del judaísmo). Fuera de este ámbito jurídico-penal, la acusación de antisemitismo es sólo una burda excusa totalitaria para obstruir la crítica del judaísmo, corriente de pensamiento filosófico que se remonta a los tiempos de Séneca. Dicho trato no-racista hacia los judíos por el simple hecho de ser judíos —suponiendo que sepamos qué significa «ser judío»— no afecta por tanto a la radicalidad de la crítica al judaísmo como crítica a una ideología de carácter religioso que no se confunde con el odio indiscriminado hacia todas las personas de un determinado grupo étnico o confesional («los judíos»).

En realidad, la crítica radical del judaísmo en Marx forma parte del legado filosófico de Feuerbach, con el cual había dado Marx por resuelta, de modo provisional, la cuestión de las premisas filosóficas de su crítica del capitalismo. A partir de ahí, Marx ya no se ocupó de la filosofía a pesar del interés manifestado en varias ocasiones por efectuar una relectura feuerbachiana de la dialéctica de Hegel como método lógico de análisis en la práctica teórica del materialismo histórico. La filosofía de Marx es, en consecuencia, la de Feuerbach, un hegeliano no-judío, dato que se acostumbra a olvidar, pero que permitiría aclarar muchas dudas ahora que la crítica de Marx al capitalismo se sostiene más por sus enfoques filosóficos que por sus prospectivas económicas concretas. Porque, en efecto, mientras la obra principal de Marx, El Capital, es un libro de ciencia sometido a la erosión temporal de todas las teorías científicas —con sus correspondientes actualizaciones—, el fundamento filosófico de Marx tiene que ser revisado con criterios completamente distintos y teniendo muy claro el punto de partida, a saber, el legado del «hegeliano de izquierdas» Ludwig Feuerbach.

¿QUÉ SIGNIFICA SER JUDÍO? OLIGARQUÍA Y SIONISMO

Ahora bien, en este sentido y tenor del criterio establecido por la señora López, también debería Feuerbach ser tildado de «antisemita» al igual que su maestro Hegel, cima del pensamiento filosófico occidental. Y serían así mismo «antisemitas» Kant, Voltaire y Spinoza, entre muchos otros filósofos. Pero si Hegel, Feuerbach, Marx, Kant, Voltaire y Spinoza resultan ser a la postre «antisemitas», el problema del transtorno cognitivo ya no concierne a dichos filósofos, sino a quienes utilizan la etiqueta/estigma «antisemita» para difamar y desacreditar de antemano indiscriminadamente toda crítica del judaísmo asimilándola a «tics», obsesiones y desequilibrios varios (una enfermedad mental). Bochornoso. Mas no habría así filosofía sin «antisemitismo», porque el judaísmo —ni más ni menos que el cristianismo, otra secta judía— constituye la negación de la filosofía, de la crítica, de la ilustración y, en definitiva, del pensamiento racional:

En cualquier caso, más allá de esta discusión, la intención que guía esta reflexión no es la de dirimir si Feuerbach merece o no el reproche de reforzar el argumentario del antijudaísmo filosófico (3), sino la de analizar la crítica feuerbachiana al judaísmo, tal como aparece en La esencia del cristianismo (…) Para ello es necesario ahora sintetizar en lo posible los diferentes rasgos que componen la imagen ilustrada del judaísmo, sin dejar de reconocer que dicha síntesis no es más que un bosquejo sin más pretensiones que la de introducir nuestro tema. En conjunto, las diferentes imágenes que en la filosofía ilustrada y racionalista encontramos del judaísmo conducen a la caracterización de que este es un “cuerpo extraño”, un “anacronismo”(4) en la marcha ascendente de la historia (occidental). Su doctrina religiosa –especialmente la doctrina de la creación, unánimemente reconocida como la doctrina característica y fundamental del judaísmoes un conjunto insostenible de afirmaciones irracionales y arbitrarias, cuya consecuencia última es la conciencia excluyente e intolerante de ser el pueblo elegido. El antijudaísmo racionalista, desposeído de los aspectos más burdos y populares (las tradiciones que hacían de los judíos asesinos de niños y bebedores de su sangre, envenenadores de fuentes públicas, ladrones de fortunas, la leyenda del judío errante, etc.), concentró su animadversión en la convicción de que el judaísmo desafiaba el ideal de universalidad y las pretensiones de totalidad de la razón: “Los sistemas filosóficos que exigen racionalidad encuentran en el judaísmo un fenómeno que contradice su estructura sistemática y lógica. En esta oposición se puede reconocer la absoluta otredad del judaísmo. La exigencia total de la razón como representación de la realidad, tal como la formularon los filósofos, es rechazada […] El pueblo de Israel sostiene que es el pueblo elegido por Dios. Esta reivindicación de una esencial otredad debe ser también considerada en el surgimiento del antijudaísmo… Los judíos son otra cosa”(5).

3 Esta cuestión, por lo demás, ya ha sido abordada en la siguiente obra colectiva: Ursula REITEMEYER, Takayuki SHIBATA, Francesco TOMASONI (Hrsg.), Feuerbach und der Judaismus, Münster, Waxmann, 2009. 267 pp.

4 KNEER, Markus, op. cit., 187.

5 Ibid., pp. 13s.

Fuente: https://summa.upsa.es/high.raw?id=0000032448&name=00000001.original.pdf

¡Menudo «tic», señora López! Pero, como puede observarse, no se trata de tics, según pretende fraudulentamente la periodista de «La Vanguardia», sino de una cuestión que afecta al meollo del pensamiento filosófico occidental fundado por los antiguos griegos (que eran, aunque los ultraderechistas y antisemitas bíblicos, estos sí, no se hayan enterado todavía de ello, un pueblo ario). Veamos ahora cómo la señora López se las arregla para manipular al lector y reducir este tema enorme a un conjunto de prejuicios personales de Marx contra «los judíos»:

Marx apoyaba entonces a la muy debatida emancipación de los judíos (…) pero en su crítica inicial al capitalismo financiero se dejó llevar, como muchos socialistas, por prejuicios. Al prohibirse a los judíos el acceso a determinadas profesiones y dedicarse, por tanto, algunos a la banca, circulaba la acusación antisemita de que se beneficiaban de las perturbaciones de la economía.

Fuente: https://www.lavanguardia.com/internacional/20220215/8057244/karl-marx-ambivalente.html

Es evidente que tanto la celebrada muestra de Berlín —«Karl Marx, el contradictorio» (¿?)— como la periodista de «La Vanguardia» que comenta el evento están intentando tapar de forma harto grosera la gravedad e importancia de la crítica de Marx al judaísmo. ¡Hete aquí, el verdadero «tic»!

¿ANTISEMITA HASTA EL 19 DE SEPTIEMBRE DE 1879?

Las manifestaciones críticas o despectivas de Marx hacia el judaísmo después de Zur Judenfrage —las hay a docenas— pueden documentarse hasta el 19 de septiembre de 1879 en una carta de Marx a F. A. Sorge (Vid. Francis Kaplan: Marx antisemite?, París, Imago/Berg International, 1990, p. 111). Marx fallecerá en 1883. ¿Publicó entre 1879 y 1883 algún ensayo exonerando al judaísmo de su intrínseca vinculación con el sistema capitalista que el filósofo pretendía abolir? Nosotros no tenemos noticias de ese supuesto escrito a posteriori y sería bueno que la señora López presentara las pruebas de lo que dice, pero mucho nos tememos que su «noticia» era una mera fake news de manual. Es falso, en definitiva, que el Marx maduro corrigiera su «antisemitismo» juvenil. El antijudaísmo —que no antisemitismo— del filósofo alemán, afecta al núcleo de su crítica del capitalismo y jamás fue rectificado. La señora López ha mentido conscientemente a los lectores. «La Vanguardia» manipula de forma obscena. Esta vez le tocó a Karl Marx.

Jaume Farrerons PhD

Figueres, la Marca Hispànica, 20 de junio de 2022.

EL JUDAÍSMO COMO IDEOLOGÍA RACISTA, SUPREMACISTA Y GENOCIDA (2). SUPREMACISMO

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