EL PRODUCTO QUE COMERCIALIZA PFIZER FUE INVENTADO POR LA EMPRESA ALEMANA BIONTECH. El pasado 12 de noviembre, Trump se atribuyó el mérito de la vacuna como evidencia de la grandeza y emprendedoría de los EEUU. E, incluso, como un milagro de Yahvé, el dios judío. Todo mentira. Trump tuvo además la desvergüenza de desmentir a Pfizer —cuyo comunicado era claro— construyendo una fábula sobre la procedencia del invento. Porque la empresa BioNTech, creadora de la vacuna, es más bien un precipitado de todas las pesadillas del demagogo: tecnología alemana, capital público alemán e investigador inmigrante de procedencia turca, un colectivo mayoritariamente musulmán. Podría decirse que la vacuna, más que un milagro de Yahvé, sería, en todo caso, un milagro de Alá. 

Para empezar, BioNtech es una empresa alemana y no ha recibido capital estadounidense de la operación Warp Speed (velocidad de la luz) para desarrollarla, sino que, según informa La Vanguardia, ha invertido su propio dinero para desarrollar la fase de pruebas en humanos y poder producir 100 millones de dosis, hecho incontestable que Pfizer reconoció en un comunicado de prensa.

En segundo lugar, el dinero para la invención de la vacuna procede del Gobierno alemán. Se da la circunstancia de que Pfizer no quiso el dinero de Trump, que sí aceptaron otras empresas como Moderna, Sanofi, AstraZeneca y Johnson&Johnson. Según La Vanguardia

Cuando los investigadores alemanes, descendientes de inmigrantes turcos, comprobaron que su innovadora fórmula tenía visos de ser altamente eficaz encontraron en Pfizer un socio para llevar a cabo la fase III de las pruebas clínicas que ellos solos no podían hacer. El consejero delegado de Pfizer, Albert Bourla, ha dicho esta semana que no quisieron financiarse con dinero de Washington para desarrollar la vacuna para “liberar a los científicos de cualquier burocracia”.

Ugur Sahin, el investigador alemán de procedencia turca que ha inventado la vacuna de BioNtech producida y comercializada por Pfizer.

Su invención ha sido mérito de un ciudadano alemán de procedencia turca, es decir, perteneciente a un colectivo que, de forma mayoritaria, es de religión musulmana. Por si fuera poco, incluso la farmacéutica Pfizer resulta que fue fundada por inmigrantes alemanes. Según la Wikipedia, «la empresa fue fundada en 1849 por los primos Charles Pfizer y Charles Erhart, inmigrantes alemanes, instalados en Brooklyn, Nueva York».

El investigador que ha hecho posible la vacuna de BioNTech se llama Ugur Sahin, cofundador y directivo de dicha empresa alemana. La historia de la relación entre Ugur Sahin y Pfizer comienza, según informa El País, cuando los científicos de BioNTech tuvieron que pasar a la fase de la investigación que requiere ensayos clínicos con humanos. Sólo un gigante farmacéutico podía pagar eso así que Sahin se puso en contacto con Kathrin Jansen, de Pfizer. Los hechos demostraron que la vacuna era eficiente en un 90%, un «regalo de la diosa fortuna» (Javier Sampedro) o, quizá, un milagro de dios, que diría Trump… Pero en todo caso no del dios judío Yahvé, sino más bien del islámico Alá.

Figueres, la Marca Hispànica, 17 de diciembre de 2020

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