KARL MARX SOBRE LA CUESTIÓN JUDÍA
KARL MARX DIXIT: «Una organización de la sociedad que acabase con las premisas de la usura y, por tanto, con la posibilidad de ésta, haría imposible el judío. Su conciencia religiosa se despejaría como un vapor turbio que flotara en la atmósfera real de la sociedad. Y, de otra parte, cuando el judío reconoce como nula esta su esencia práctica y labora por su anulación, labora, al amparo de su desarrollo anterior, por la emancipación humana pura y simple y se manifiesta en contra de la expresión práctica suprema de la auto-enajenación humana. (…) Nosotros reconocemos, pues, en el judaísmo un elemento antisocial presente de carácter general, que el desarrollo histórico en que los judíos colaboran celosamente en este aspecto malo se ha encargado de exaltar hasta su apogeo actual, llegado al cual tiene que llegar a disolverse necesariamente. La emancipación de los judíos es, en última instancia, la emancipación de la humanidad respecto del judaísmo» (sic).
MARX «SOBRE LA CUESTIÓN JUDÍA» (1843). Palabras literales, sin comentarios ni apostillas por nuestra parte, del filósofo alemán Karl Marx:
«El dinero es el celoso Dios de Israel, ante el que no puede legítimamente prevalecer ningún otro Dios.»
(…)
«El cristianismo ha brotado del judaísmo. Y ha vuelto a disolverse en él. El cristiano fue desde el primer momento el judío teorizante; el judío es, por tanto, el cristiano práctico, y el cristiano práctico se ha vuelto de nuevo judío. El cristianismo sólo en apariencia había llegado a superar el judaísmo real. Era demasiado noble, demasiado espiritualista, para eliminar la rudeza de las necesidades prácticas más que elevándolas al reino de las nubes. El cristianismo es el pensamiento sublime del judaísmo, el judaísmo la aplicación práctica vulgar del cristianismo, pero esta aplicación sólo podía llegar a ser general una vez que el cristianismo, como la religión ya terminada, llevase a términos teóricamente la auto-enajenación del hombre de sí mismo y de la naturaleza. Sólo entonces pudo el judaísmo imponer su imperio general y convertir al hombre enajenado y a la naturaleza enajenada en objetos vendibles, enajenables, sujetos a la servidumbre de la necesidad egoísta, al tráfico y la usura.»
(…)
«Fijémonos en el judío real que anda por el mundo; no en el judío sabático, como hace Bauer, sino en el judío cotidiano. No busquemos el misterio del judío en su religión, sino busquemos el misterio de la religión en el judío real. ¿Cuál es el fundamento secular del judaísmo? La necesidad práctica, el interés egoísta. ¿Cuál es el culto secular practicado por el judío? La usura. ¿Cuál su dios secular? El dinero. Pues bien, la emancipación de la usura y del dinero, es decir, del judaísmo práctico, real, sería la auto-emancipación de nuestra época.»
(…)
«Una organización de la sociedad que acabase con las premisas de la usura y, por tanto, con la posibilidad de ésta, haría imposible el judío. Su conciencia religiosa se despejaría como un vapor turbio que flotara en la atmósfera real de la sociedad. Y, de otra parte, cuando el judío reconoce como nula esta su esencia práctica y labora por su anulación, labora, al amparo de su desarrollo anterior, por la emancipación humana pura y simple y se manifiesta en contra de la expresión práctica suprema de la auto-enajenación humana.»
(…)
«Nosotros reconocemos, pues, en el judaísmo un elemento antisocial presente de carácter general, que el desarrollo histórico en que los judíos colaboran celosamente en este aspecto malo se ha encargado de exaltar hasta su apogeo actual, llegado al cual tiene que llegar a disolverse necesariamente. La emancipación de los judíos es, en última instancia, la emancipación de la humanidad del judaísmo.»
(…)
«No es éste un hecho aislado. El judío se ha emancipado a la manera judaica, no sólo al apropiarse del poder del dinero, sino por cuanto que el dinero se ha convertido, a través de él y sin él, en una potencia universal, y el espíritu práctico de los judíos en el espíritu práctico de los pueblos cristianos. Los judíos se han emancipado en la medida en que los cristianos se han hecho judíos.»
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«Más aún, el señorío práctico del judaísmo sobre el mundo cristiano ha alcanzado en Norteamérica la expresión inequívoca y normal consistente en que la predicación del evangelio mismo y la enseñanza de la doctrina cristiana se han convertido en artículos comerciales, y el mercader arruinado comercia con el evangelio igual que el evangelista enriquecido se dedica a los negocios: «Ese que veis al frente de una congregación religiosa ha empezado siendo comerciante; habiendo quebrado su negocio, se ha hecho ministro; otro ha empezado por el sacerdocio, pero desde el momento en que ha tenido cierta suma de dinero a su disposición, dejó el púlpito por los negocios. A los ojos de muchos, el ministerio religioso es una auténtica carrera industrial.» (Beaumont, op. cit., pp. 185,186 )».
(…)
«El judaísmo se ha mantenido al lado del cristianismo, no sólo como la crítica religiosa de éste, no sólo como la duda incorporada en el origen religioso del cristianismo, sino también porque el espíritu práctico judío, el judaísmo, se ha mantenido en la misma sociedad cristiana y ha cobrado en ella, incluso, su máximo desarrollo. El judío, que aparece en la sociedad burguesa como un miembro especial, no es sino la manifestación específica del judaísmo de la sociedad burguesa. El judaísmo no se ha conservado a pesar de la historia, sino por medio de la historia. La sociedad burguesa engendra constantemente al judío en sus propias entrañas.»
(…)
«¿Cuál era, de por sí, el fundamento de la religión judía? La necesidad práctica, el egoísmo. El monoteísmo del judío es, por tanto, en realidad, el politeísmo de las muchas necesidades, un politeísmo que convierte incluso el retrete en objeto de la ley divina. La necesidad práctica, el egoísmo, es el principio de la sociedad burguesa y se manifiesta como tal en toda su pureza tan pronto como la sociedad burguesa alumbra totalmente de su seno el Estado político. El Dios de la necesidad práctica y del egoísmo es el dinero. El dinero es el celoso Dios de Israel, ante el que no puede legítimamente prevalecer ningún otro Dios. El dinero humilla a todos los dioses del hombre y los convierte en una mercancía. El dinero se convierte a sí mismo en el valor general de todas las cosas. Ha despojado, por tanto, de su valor peculiar al mundo entero, tanto al mundo de los hombres como a la naturaleza. El dinero es la esencia del trabajo y de la existencia del hombre, enajenada de éste, y esta esencia extraña lo domina y es adorada por él. El Dios de los judíos se ha secularizado, se ha convertido en Dios universal. La letra de cambio es el Dios real del judío. Su Dios es solamente una letra de cambio ilusoria. La concepción de la naturaleza a la que se llega bajo el imperio de la propiedad privada y el dinero es el desprecio real, la degradación práctica de la naturaleza, que en la religión judía existe, ciertamente, pero sólo en la imaginación.»
Texto completo de la segunda parte de «Sobre la cuestión judía»:
https://www.uv.es/ivorra/Historia/SXIX/CuestionJudia.html
Texto completo de «Sobre la cuestión judía»:
http://gci-icg.org/spanish/paginas_malditas.pdf
Texto completo en original alemán:
http://www.mlwerke.de/me/me01/me01_347.htm
https://intra-e.com/lamarca/index.php/2020/02/07/el-rabino-supremo-de-israel-afirma-que-los-no-judios-solo-existen-para-servir-a-los-judios/
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