EL MISMO PERIODISTA QUE PROPALÓ EL BULO DE LAS ARMAS DE DESTRUCCIÓN MASIVA IRAQUÍES ACUSA AHORA A CHINA DE FABRICAR EL CORONAVIRUS
LA MENTIRA SISTEMÁTICA EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN OCCIDENTALES. EL CASO JUDITH MILLER
Las razones de tal complicidad mediática no hay que buscarlas en la eficacia de la propaganda de Donald Rumsfeld o de Dick Cheney. Lo sorprendente hubiera sido en realidad lo contrario. Desde el fin de la guerra fría -o más bien desde el derrumbe del bloque soviético- los medios de difusión empezaron, en efecto, a ser blanco de críticas en cuanto a su forma de cubrir los hechos mundiales importantes, siempre en función de la defensa de la posición estadounidense, o incluso «occidental». / Así sucedió en Rumania, cuando la caída de Ceausescu y la transmisión de las imágenes de la falsa matanza de Timisoara. Fue también el caso, naturalmente, durante la guerra del Golfo, uno de los raros episodios sobre el cual los periodistas de hoy aceptan reproches del género «lo que no se debe hacer y que no haremos nunca más». Sin embargo, los medios de difusión repitieron nuevamente los mismos errores más tarde en Somalia, en Rwanda, en Timor Oriental. Vinieron después el 11 de septiembre de 2001 y la cruzada subsiguiente a la designación inmediata del autor de los atentados -Osama Ben Laden-, la histeria del ántrax y, finalmente, la segunda guerra del Golfo. La justificación ha sido siempre la misma: ya no se habla de guerras de conquista sino de «guerras justas», de «derecho a la injerencia» y hasta de «guerras humanitarias» [4]. La lista es larga y tan ilustrativa que permite deducir una sola cosa: en la estrategia militar moderna, basada en la comunicación, los medios de difusión no se dejan simplemente «engañar» por la propaganda sino que ellos mismos son la propaganda.
El 7 de septiembre de 2002, Card declaró al New York Times que la administración Bush había preparado lo que el Times calificó de «estrategia meticulosamente planificada para persuadir al público, al Congreso y los aliados de la necesidad de afrontar la amenaza que representa Saddam Hussein». / En cuanto al momento escogido para comenzar la campaña, Andrew Card explicó que si se empezaba a hablar del asunto a finales de agosto o principios de septiembre era porque «desde el punto de vista del marketing no se lanza un nuevo producto en agosto» [5]. El plan necesita, por supuesto, el apoyo de la prensa. Ese apoyo será el de Judith Miller. / Esta periodista del New York Times parece ser el chivo expiatorio del conjunto de la prensa dedicada a la crítica de los medios de difusión estadounidenses. Especialista en armas de destrucción masiva, ella escribió varios libros sobre Saddam Hussein o la guerra bacteriológica. En 2002, ganó un premio Pulitzer compartido por sus artículos sobre la red terrorista al-Qaeda. Eso la convirtió en una de los «especialistas en cuestiones de defensa» que escriben basándose en fuentes gubernamentales o militares. / La cronología de los artículos que publicó sobre las armas de destrucción masiva sigue de cerca el calendario de la Casa Blanca. El 26 de agosto, Dick Cheney abre la campaña durante un discurso que pronuncia ante una convención nacional de veteranos donde denuncia la existencia de un programa de armas químicas y bacteriológicas en Irak [6]. El 7 de septiembre, Judith Miller firma con Michael Gordon un artículo sobre los famosos «tubos de aluminio» que debían demostrar la existencia de un programa nuclear iraquí, artículo basado en una fuente gubernamental [7]. El mismo día, el vicepresidente Dick Cheney participa en el programa Meet the Press, de NBC, y habla de los tubos de aluminio dándole el crédito de la primicia al artículo de Miller y Gordon: «Ya se sabe públicamente, [Saddam Hussein] trata de adquirir» los elementos necesarios «para construir una bomba». Ese mismo día, Condoleeza Rice y Colin Powell retoman las acusaciones y después lo hace el propio presidente George W. Bush ante la Asamblea General de la ONU. / Se trata de un ejemplo flagrante de «lavado de información». Para dar validez a informaciones vitales desde el punto de vista estratégico, los responsables del grupo de propaganda del Pentágono se las arreglan para hacer llegar «información confidencial» a una periodista conocida. Esta, para verificarla, acude a sus fuentes gubernamentales que son precisamente los autores de dicha información y que, por consiguiente, confirman su veracidad. Después, los que toman las grandes decisiones no tienen más que retomar el artículo de la periodista para justificar sus propios argumentos y utilizando así el artículo como base argumentativa.
Para examinar la veracidad de las actuales informaciones sobre la culpabilidad de China en el desencadenamiento de la pandemia, debemos aprender de la experiencia y cuestionar su credibilidad a los medios de comunicación o periodistas que a la sazón nos engañaron sobre Irak, máxime cuando los autores de información periodística son los mismos impostores neocon que propalaron el anterior bulo, a saber, Judith Miller y Michael A. Gordon.
Judith Miller: el arma de «desinformación masiva» de la Casa Blanca. Las fuentes de Judith Miller no son solamente fuentes gubernamentales. Ella se basó también en gran medida en las «revelaciones» del Consejo Nacional Iraquí y de su dirigente emblemático, Ahmed Chalabi. En todo caso, eso es lo que demuestra el intercambio de correos electrónicos entre Miller y su jefe directo, John Burns, intercambio que reveló Howard Kurtz, periodista del Washington Post. En el primer mensaje, John Burns le reprocha a Judith Miller haber escrito un artículo sobre Ahmed Chalabi en momentos en que el equipo de New York preparaba la publicación de una investigación sobre el controvertido adversario del régimen baasista. La respuesta de la ganadora del Pulitzer es elocuente: «Hace más de diez años que yo cubro a Chalabi y fui yo quien hice la mayoría de los artículos sobre él para nuestro periódico, como la larga investigación que hicimos sobre él recientemente. Él dio la mayoría de las primicias de primera plana sobre las ADM a nuestro periódico» [9]. / Ahmed Chalabi representaba además la principal fuente de «información» para los hombres del Pentágono, según las investigaciones del periodista Seymour M. Hersh [10]. Un artículo de Newsweek, publicado en noviembre de 2003, confirma que los opositores [al régimen de Saddam Hussein] alimentaban alegremente los trabajos de Dick Cheney y del Pentágono sobre el tema [11]. Al término de la invasión militar de Irak por parte de Estados Unidos, todas las miradas se vuelven, naturalmente, hacia la periodista del New York Times. El boletín electrónico Slate hace un listado de las principales mentiras que publicó la periodista en un explosivo artículo [12] [«The Times Scoops That Melted», por Jack Shafer, Slate, 25 de julio de 2003]. La administración Bush trata de salir del apuro inventando varias hipótesis para justificar la ausencia de ADM (Armas de Destrucción Masivas, por ejemplo atómicas) en Irak. Una vez más se recurre a Judith Miller.
El cuento es ahora el siguiente y nos recuerda mucho el de las cámaras de gas destruidas por los alemanes antes de retirarse de los campos de concentración nazis:
En un artículo de abril de 2003, ella cuenta que, según un científico iraquí, Saddam Hussein destruyó sus armas el día antes de la invasión estadounidense y que algunos componentes del programa fueron enviados a Siria. No se encontró la menor prueba material que demostrara esa hipótesis. Sin embargo, se supo después que, debido a su condición de «periodista embarcada», Judith Miller no tuvo nunca la posibilidad de entrevistar directamente a aquel científico iraquí ni de visitar personalmente los lugares que mencionaba y que incluso tuvo que someter sus artículos al visto bueno de las autoridades militares estadounidenses [13]. Ante ese tipo de manipulaciones burdas, la pregunta más importante que puede hacerse uno en lo tocante al trabajo del periodista es cuánto hay de error y cuánto de cálculo en la participación de este en una operación de propaganda. En el caso de Judith Miller muchos elementos de su carrera demuestran la existencia de relaciones, cuando menos turbias, con los «extremistas» («hardliners» de Washington), los mismos que montaron el programa de desinformación mediática para fabricar una amenaza iraquí [14]. Judith Miller se incorporó a ellos maravillosamente bien.
El 23 de mayo, el Wall Street Journal publicó un artículo titulado «La información sobre el personal enfermo del laboratorio de Wuhan aviva el debate sobre el origen del Covid-19«. Citando a «funcionarios actuales y anteriores» no identificados, afirmaba que los investigadores del Instituto de Virología de Wuhan «fueron al hospital en noviembre de 2019, poco antes del brote confirmado» de COVID-19. / Dos días más tarde, el 25 de mayo, el secretario de Salud y Servicios Humanos, Xavier Becerra, hablando en la Asamblea Mundial de la Salud de las Naciones Unidas, exigió una investigación «transparente» sobre los orígenes de COVID-19. / Al día siguiente, el 26 de mayo, el presidente de EE.UU., Joe Biden, pidió a la «Comunidad de Inteligencia» que investigara si el COVID-19 surgió «de un accidente de laboratorio» y que «me informara en 90 días».
A esto le siguieron informes de los medios de comunicación como la NBC, la CNN y el New York Times. Todos ellos afirmaron que las acciones de la Administración Biden fueron provocadas por las «nuevas pruebas» presentadas en el artículo del Wall Street Journal. A las 24 horas de la publicación del informe del Journal, todas estas publicaciones declararon que la teoría de la conspiración del Laboratorio Wuhan era «creíble». / Pero el artículo publicado por el Wall Street Journal —además de carecer totalmente de fundamento y no presentar nada fundamentalmente nuevo en términos de «inteligencia»— es presentado por un autor principal que resulta haber ayudado a fabricar la mentira más letal del siglo XXI. / El autor principal del artículo del Journal, Michael R. Gordon, fue el mismo que, junto con Judith Miller, escribió el artículo del 8 de septiembre de 2002 en el que se afirmaba falsamente que el presidente iraquí Saddam Hussein estaba tratando de construir un arma nuclear. / Ese artículo, titulado «Estados Unidos dice que Hussein intensifica la búsqueda de piezas para bombas atómicas», afirmaba que «en los últimos 14 meses, Irak ha tratado de comprar miles de tubos de aluminio especialmente diseñados, que los funcionarios estadounidenses creen que estaban destinados a ser componentes de centrifugadoras para enriquecer uranio». / La afirmación era una mentira, canalizada al Times por la oficina del vicepresidente estadounidense Dick Cheney.
El 26 de mayo de 2004, el Times publicó una carta de sus editores titulada «DESDE LOS EDITORES; El Times e Irak», reconociendo que el Times repetidamente «cayó en la desinformación». La carta señala,
«Pero hemos encontrado una serie de casos de cobertura que no fue tan rigurosa como debería haber sido… El 8 de septiembre de 2002, el artículo principal del periódico se titulaba «‘Estados Unidos dice que Hussein intensificó la búsqueda de piezas para la bomba atómica'». Ese informe se refería a los tubos de aluminio que la administración anunciaba insistentemente como componentes para la fabricación de combustible para armas nucleares. … debería haber sido presentado con más cautela… A los funcionarios de la administración se les permitió exponer extensamente por qué esta evidencia de las intenciones nucleares de Irak exigía que Saddam Hussein fuera desalojado del poder: «‘El primer signo de una ‘pistola humeante’, argumentaron, puede ser una nube en forma de hongo'»».
En un artículo de 2005 de su editor público, el New York Times reconocía en relación con la cobertura de Miller, incluido el artículo del que era coautor Gordon:
«Puede que Miller siga siendo más conocido por su papel en una serie de artículos del Times en 2002 y 2003 que sugerían con fuerza que Saddam Hussein ya tenía o estaba adquiriendo un arsenal de armas de destrucción masiva. Howell Raines era entonces el editor ejecutivo de The Times, y varios artículos sobre armas de destrucción masiva aparecían de forma destacada en el periódico. Muchos de esos artículos resultaron ser inexactos».
El periodista Robert Parry, ganador del premio Polk, comentó posteriormente el papel de Gordon en la historia:
«La infame historia del tubo de aluminio del 8 de septiembre de 2002, que Gordon coescribió con Judith Miller, se basó en fuentes de la inteligencia estadounidense y en desertores iraquíes para asustar a los estadounidenses con imágenes de «nubes de hongos» si no apoyaban la invasión de Irak por parte del presidente George W. Bush. El momento se ajustaba perfectamente al «despliegue» publicitario de la administración para la guerra de Irak. / Por supuesto, la historia resultó ser falsa y haber restado importancia injustamente a los escépticos de la hipótesis de la centrifugadora nuclear. Los tubos de aluminio estaban destinados a la artillería, no a las centrifugadoras. Pero el artículo dio un gran impulso a la guerra de Irak, que acabó matando a casi 4.500 soldados estadounidenses y a cientos de miles de iraquíes. / La coautora de Gordon, Judith Miller, se convirtió en la única periodista estadounidense de la que se tiene constancia que ha perdido su trabajo por el reportaje imprudente y chapucero que contribuyó al desastre de Irak. Por su parte, Gordon siguió ejerciendo como respetado corresponsal en cuanto al Pentágono.«
Durante la década y media siguiente, Gordon siguió sirviendo de conducto para la «inteligencia» fabricada que emanaba de la Casa Blanca, el Pentágono y la CIA. El 20 de abril de 2014, Gordon fue coautor de un artículo titulado «Photos Link Masked Men in East Ukraine to Russia» («Las fotos vinculan a los hombres enmascarados en el este de Ucrania con la oposición al régimen golpista respaldado por Estados Unidos»), que afirmaba identificar a los hombres enmascarados que operan en el este de Ucrania como soldados rusos en servicio activo. Gordon escribió,
«Ahora, las fotografías y descripciones del este de Ucrania respaldadas por la administración de Obama el domingo sugieren que muchos de los hombres verdes son en realidad fuerzas militares y de inteligencia rusas, equipadas de la misma manera que las tropas de operaciones especiales rusas que participaron en la anexión de la región de Crimea en febrero».
Cuatro días más tarde, el editor público del Times se vio obligado a retractarse de las afirmaciones del reportaje de Gordon, calificándolas de «desacreditadas»:
«El Times encabezó su edición impresa del lunes con un artículo basado en parte en fotografías que, según el Departamento de Estado, eran pruebas de la presencia militar rusa en los levantamientos populares de Ucrania. El titular decía: «Fotos vinculan a hombres enmascarados en el este de Ucrania con Rusia». / Más recientemente, algunas de esas fotografías granuladas han sido desacreditadas. El Times ha publicado un segundo artículo en el que se retracta del original y en el que se cuestiona lo que se dice que muestran las fotografías, pero apenas se aborda cómo el periódico puede haber sido engañado. / Todo parece bastante familiar: la publicación apresurada de algo emocionante, a menudo basada en una filtración del poder ejecutivo. Y entonces, después, con una especie de sensación de «la mañana siguiente», llega una historia de seguimiento más sobria y menos prominente, para tratar las objeciones sin aclarar casi nada… / Y el reportero Robert Parry (anteriormente de Newsweek y The Associated Press) en Consortiumnews.com ve un patrón en los artículos del Times, a menudo basados en filtraciones de la administración, que «sacan conclusiones duras a partir de pruebas muy turbias mientras ignoran o dejan de lado explicaciones alternativas»».
Resumiendo el papel desempeñado por los medios de comunicación en el período previo a la guerra de Irak, el presidente del consejo editorial del WSWS, David North, escribió en “War, oligarchy and the political lie” (Guerra, oligarquía y la mentira política):
«Hay que subrayar que los medios de comunicación no fueron engañados por la administración Bush, sino que funcionaron como su cómplice voluntario en el engaño deliberado del pueblo estadounidense. No había nada especialmente sofisticado en la campaña de propaganda del gobierno. Gran parte de lo que decía se contradecía tanto con los hechos establecidos como con la lógica elemental. Incluso cuando se demostró que la afirmación de la administración de que Irak había intentado obtener material nuclear se basaba en documentos burdamente falsificados, los medios de comunicación decidieron no dar importancia a esta devastadora exposición. / Ahora la guerra ha terminado a costa de incontables miles de vidas iraquíes. El país está en ruinas. Gran parte de su infraestructura industrial, social y cultural ha sido destruida. Durante las últimas tres semanas, las fuerzas militares estadounidenses han peinado Irak en busca de las armas de destrucción masiva que podrían ser aprovechadas por la administración y los medios de comunicación para justificar la guerra. ¿Y qué se ha encontrado? Nada».
El mismo tipo de «engaño deliberado» por parte de los medios de comunicación en relación con las «armas de destrucción masiva» que se utilizó para preparar la guerra de Irak se está repitiendo en la actual campaña de la administración Biden y los medios de comunicación para promover la afirmación de que el COVID-19 surgió del Instituto de Virología de Wuhan. Al igual que las mentiras de 2002 condujeron a la destrucción de Irak y a la muerte de más de un millón de personas, la actual campaña de propaganda estadounidense contra China corre el riesgo de provocar un conflicto militar a una escala mucho más devastadora.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 31 de mayo de 2021).
¿QUIÉN INVENTÓ EL BULO DE LAS ARMAS DE DESTRUCCIÓN MASIVA IRAQUÍES?
LA CAMPAÑA DE PROPAGANDA EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN ESPAÑOLES
Inmediatamente después de que los medios estadounidenses dieran el pistoletazo de salida, los medios de comunicación españoles o en español siguieron lacayunamente las directrices del Pentágono y de sus colegas estadounidenses y se dedicaron a difundir el bulo. Por orden de aparición en Google. La BBC en español. Origen del coronavirus: qué se sabe del laboratorio de Wuhan en China que Estados Unidos investiga como posible fuente de la pandemia.El «New York Times» en español. Una viróloga del laboratorio en Wuhan al centro de la pandemia, en entrevista. Shi Zhengli, una reconocida científica, dijo en una inusual conversación que las especulaciones sobre su laboratorio eran infundadas. Pero el secretismo de China hace que sus afirmaciones sean difíciles de validar.«El Periódico», del Grupo Zeta, cuyo editor es el judío Antonio Asensio Mosbah. Tres miembros del Centro de Virología de Wuhan enfermaron en 2019. China informó, no obstante, a la Organización Mundial de la Salud de que el primer paciente con síntomas similares a los del covid-19 se registró en Wuhan el 8 de diciembre de 2019. La inteligencia estadounidense no excluye la posibilidad de que el virus fuera el resultado de una fuga accidental del Instituto de Wuhan, donde se estaba llevando a cabo una investigación sobre el coronavirus en murciélagos.«Euronews». COVID-19 | ¿Por qué vuelve la teoría de que el coronavirus se escapó de un laboratorio de Wuhan?«El País». La teoría del accidente de laboratorio en Wuhan como origen del coronavirus abandona el terreno conspirativo. Biden pide a sus servicios de inteligencia un informe concluyente en 90 días. Las informaciones sobre la enfermedad de unos científicos de Wuhan en otoño de 2019 y la conexión del centro con las muertes de una mina en 2012 dan alas a la hipótesis. «El diario.es» ¿Por qué el laboratorio de Wuhan ha vuelto al centro de la investigación sobre el origen del coronavirus? Aunque la teoría principal sobre el origen del virus señala que este saltó de un animal al ser humano, la información de las agencias de inteligencia sobre la hospitalización de varios investigadores en noviembre de 2019 y la existencia de pruebas todavía sin examinar han empujado a Biden a pedir un nuevo informe.«La Voz de Galicia». Cobra fuerza la tesis de que el covid-19 se originó por un accidente en un laboratorio de Wuhan.«El Mundo». El laboratorio de Wuhan, Zona Cero de las sospechas. Biden da 90 días a las agencias de Inteligencia de EEUU para investigar el origen del Covid, tras destaparse nuevos informes que plantean interrogantes sobre su procedencia.«20 Minutos». Biden no se fía de China y encarga a la CIA que investigue si la covid salió de un laboratorio de Wuhan.«El Correo». Crecen las sospechas de que el coronavirus se ‘escapó’ de un laboratorio de Wuhan. Joe Biden pide a sus servicios de inteligencia un informe concluyente después de que apareciesen informaciones sobre que tres científicos de la ciudad china enfermaron en noviembre de 2019.Y así sucesivamente. Pero todas estas «informaciones» fueron desencadenadas por el artículo de Michael A. Gordon que tuvo eco en la administración Biden y dio lugar a una reacción en cascada, sin amago de crítica, de los medios de comunicación occidentales, ninguno de los cuales informa sobre la calaña periodística de Gordon y su implicación en el bulo de las armas de destrucción masiva iraquíes. A continuación reproducimos íntegro el artículo del alternativo «The Unz Review». En este caso se informa tanto sobre la reacción china y la autoría de las «informaciones» en que se funda la decisión del presidente de los EEUU.
China señala que el mismo periodista que impulsa el engaño del laboratorio de Wuhan impulsó el engaño de las armas de destrucción masiva en Irak.Anteriormente: No hay nada interesante en los correos electrónicos de Fauci
China se está acercando peligrosamente al peligroso antisemitismo.
RT :El Ministerio de Relaciones Exteriores de China criticó el resurgimiento del interés en la teoría del origen del laboratorio Covid-19, y señaló que el periodista detrás de un informe sobre la enfermedad de los científicos de Wuhan es el mismo que vendió mentiras que llevaron a la Guerra de Irak.
El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Wang Wenbin, apuntó a Michael R. Gordon, corresponsal de seguridad nacional del Wall Street Journal y uno de los autores del informe que avivó las especulaciones sobre el origen del laboratorio de Covid-19.
“No hace mucho, Michael R. Gordon, un periodista estadounidense, al citar un llamado ‘informe de inteligencia estadounidense previamente no revelado’, insinuó [a] una conexión inverosímil entre los ‘tres empleados enfermos’ en el laboratorio de Wuhan y el Brote de Covid-19 ”, dijo Wang en una sesión informativa el viernes.
“Hace diecinueve años, fue este mismo reportero quien inventó información falsa al citar fuentes sin fundamento sobre el ‘intento de Irak de adquirir armas nucleares’, que condujo directamente a la Guerra de Irak”, acusó, refiriéndose a la invasión estadounidense de 2003.
El Wall Street Journal pieza, publicada el 23 de mayo, cita “un informe previamente no revelado de inteligencia de EE.UU.”, como diciendo que tres investigadores del Instituto Wuhan de Virología cayó gravemente enfermo en noviembre de 2019 síntomas “coherente” con Covid-19, así como una gripe estacional. El informe fue recogido por otros medios de comunicación, que recientemente comenzaron a cambiar su cobertura sobre los orígenes de Covid-19 desde descartar las teorías de que el virus fue creado por el hombre a admitir que una fuga de laboratorio sigue siendo una posibilidad.
Gordon supuestamente no es judío, pero coescribió los artículos del New York Times con la judía Judith Miller.
Además, personalmente no señalaría a Gordon como la fuente de la «hipótesis de fuga del laboratorio de Wuhan», sino al neoconservador judío Josh Rogin.
Rogin, como Gordon, pasó años promoviendo varios engaños de atrocidades en el Medio Oriente y promoviendo guerras para Israel, y es la fuente original de la versión de la «teoría del laboratorio de Wuhan», que está circulando actualmente, escribiendo una columna del Washington Post que promueve el engaño. el 14 de abril de 2020.
El punto, por supuesto, es que dondequiera que mires, hay neoconservadores, la mayoría de ellos judíos, promocionando este material del Laboratorio de Wuhan. Ellos son la fuente absoluta de la afirmación: ellos y una mujer feminista de la CIA de Falun Gong Hong Kong, Li-Meng Yan.
Ella afirma ser una «denunciante», a pesar de que de ninguna manera cumple con la definición de ese término. El término necesariamente implica conocimiento interno; por lo general, un denunciante es un empleado o ex empleado de la organización a la que está denunciando.
Aunque ninguno de los medios que la promocionan lo dice abiertamente, todos ellos sugieren implícitamente que trabajó en el Instituto de Virología de Wuhan. Pero es falso. Trabajó en una universidad en Hong Kong cuando Steve Bannon la financió para escribir un artículo en el que afirmaba que el supuesto coronavirus es un arma biológica china.Bannon se ha asociado recientemente con Guo Wengui, un multimillonario que fue exiliado de China por fraude y varios delitos. En junio del año pasado, Bannon declaró que Guo es ahora el verdadero gobernante de China en un extraño video en un barco.
Nadie entendió lo que estaba pasando, e incluso Fox News informó sobre «confusión» con respecto a las pancartas y la transmisión en vivo en el barco. Desde entonces, la transmisión en vivo ha sido eliminada y no hay noticias del Estado Federal de Nueva China. Pero hay una página de Wikipedia que documenta este evento increíblemente extraño.
Guo también tiene un sitio web de noticias falsas (uso ese término en el sentido más literal) donde publicó los videos de footjob de Hunter Biden.
El punto es: esta es una operación muy extraña, y es absurdo tomar en serio a alguien financiado por estas personas, como Tucker Carlson lo ha hecho vergonzosamente.
(No estoy atacando a Tucker por esto, en general es genial y, a veces, es muy lento en la asimilación, desafortunadamente, pero es vergonzoso involucrarse con una mujer de Hong Kong a la que, literalmente, Steve Bannon y su «Federación de New China» compraron para escribir un artículo científico falso).Fingir que es una denunciante, fingir que las organizaciones políticas que financian artículos con un resultado predeterminado es una ciencia seria, no es un comportamiento serio.
La primera vez que escuché la teoría de las fugas en el laboratorio de Wuhan, estaba siendo promovida por el extremista neoconservador Tom Cotton. Luego fue promovido por el extremista neoconservador Mike Pompeo, quien entonces estaba en el proceso de intentar iniciar una guerra con China. Ahora, está siendo promovido por los judíos de CNN.
No hay nadie involucrado en afirmar que el supuesto coronavirus provino de un laboratorio chino que no tiene intereses creados en comenzar una guerra con los chinos. Esto se aplica a todos estos judíos, así como a Steve Bannon, quien en realidad ha declarado que “derrocar al gobierno de China” (sus palabras) es su objetivo.
Es muy obvio ver cómo la gente que quiere una guerra con China usaría este engaño, y es genial que China esté estableciendo un vínculo con el engaño iraquí de las armas de destrucción masiva. Realmente es lo mismo.
Estados Unidos es un país con muchos problemas. Ninguno de esos problemas es culpa de China. China no está promoviendo el sexo gay entre los niños, no nos está inundando con millones de personas morenas, no nos robaron nuestras elecciones, no nos quitaron todas nuestras libertades y colapsaron la economía.
Nuestros enemigos son domésticos y judíos. Cualquier intento de infundir miedo y atacar a China tiene la intención de ser una distracción de lo que está sucediendo en este país y tiene la intención de avivar una guerra.
Además, esta tontería de «fuga de laboratorio» está diseñada para que la gente siga creyendo en este engaño del coronavirus.
(Reeditado de The Daily Stormer con permiso del autor o representante).
CARRER LA MARCA seguirá informando sobre la procedencia del coronavirus, un tema espinoso que no permite todavía pronunciamientos rotundos a pesar de que el principal sospechoso de haber provocado la pandemia haya que buscarlo en los EEUU.
Figueres, la Marca Hispànica, 22 de junio de 2021.
Deja una respuesta