Léo Taxil, pseudónimo de Gabriel Jogand-Pagès.

UNA ESTAFA QUE EL PROPIO DELINCUENTE CONFESÓ PERO SIGUE PROPALANDO LA EXTREMA DERECHA EN INTERNET. El 19 de abril de 1897, en una conferencia ante la Sociedad Geográfica de París, el estafador profesional Gabriel Jogand-Pagès, más conocido por el pseudónimo de Léo Taxil, entre otros, confesó haber mentido en multitud de libros sobre el supuesto satanismo de la masonería. El fraude había llegado hasta el Papado, que consideraba las obras de Taxil una fuente creíble. Sus invenciones inspiraron a su vez a otros muchos autores de ideología ultracatólica que presentaban a los masones como judíos adoradores del Satanás. La extrema derecha parece haber olvidado, sin embargo, la confesión de Taxil. En la actualidad todas las teorías de la conspiración ultraderechistas, incluidas las relativas a la procedencia y fines de la pandemia, son variaciones sobre dicha estafa, que se añade al famoso libelo, también fraudulento, los Protocolos de los Sabios de Sión (1902) y a las Memorias para servir a la historia del jacobinismo (1798-1799) del abate Barruel (polemista ultracatólico y masón que ya hemos comentado en anteriores artículos de esta serie sobre la masonería). Sin contar aquí el relato oficial y forzoso de «el Holocausto», todas estas imposturas han desacreditado el fundamento racional de la teoría de la conspiración y reducido de antemano al ridículo cualquier crítica del judaísmo. 

EL FRAUDE DE LA PRESUNTA MASONERÍA ATEA, COMUNISTA Y SATÁNICA (2). MASONES CATÓLICOS

LÉON MEURIN, MAURICIO CARLAVILLA Y LA SINAGOGA DE SATÁN

En 1893, cuatro años antes de la confesión de Taxil, el alemán Léon Meurin, arzobispo de Ascalón (Palestina), había publicado La francmasonería, sinagoga de SatánEn aquel momento, Meurin no podía saber que la obra de Taxil era un fraude, pero tampoco nos consta que, después de la confesión, el eclesiástico católico se retractara de las afirmaciones de su libro, donde cita expresamente como fuente a Taxil (y a otros autores inspirados por él). En el año 1957, medio siglo después de la confesión de Taxil, el policía ultraderechista español Mauricio Carlavilla —cuyo pseudónimo literario era Mauricio Karl— tradujo del francés y publicó la obra de Meurin en dos tomos, titulados Filosofía de la masonería y Simbolismo de la masonería. El segundo va acompañado de un largo Epílogo del propio Carlavilla. Por supuesto, en la traducción no se explica que Taxil reconoció haber inventado todos sus bulos sobre la Sinagoga de Satán. 

El culto masónico a Bafomet inventado por Taxil.

Un retrato nada hostil pero revelador sobre la personalidad de Mauricio Carlavilla nos lo ofrece Eduardo Connolly, quien conoció personalmente al embaucador. En efecto, Carlavilla cuenta con muchos fans entre la extrema derecha española, quienes beben de sus obras para propalar los fraudes inventados por Taxil. Mentiras conscientes con que Carlavilla, a sabiendas de su falsedad, intoxicó a la gente. Menos conocida es empero la evolución ideológica de Carlavilla, que pasó de filo-nazi geoestratégico a ferviente proamericano después de la Segunda Guerra Mundial, cuando llegó a publicar una obra hoy inencontrable titulada El dinero de Hitler. Allí afirma sin pestañear que los judíos financiaron a Hitler contra el comunismo. Hete aquí sus propias palabras según Connolly:

No es un libro antisemita. Para serlo deberían serlo los autores de la obra y del prólogo racistas, y no lo son ellos ni lo es la editorial. La condenación totalitaria, indistinta de todo el pueblo judío -y tal es le verdadero significado del antisemitismo- sólo es lógicamente posible profesando un anticristianismo absoluto. Es decir, negando al judío, por serlo, el ser hombre redento por Cristo, el ser objeto de Gracia y, por último, creerlo determinado fatalmente al mal por su sangre y raza.

Los judíos habían dejado de encarnar al enemigo absoluto («satánico») y «el comunismo» ocupaba a la sazón su lugar. De hecho, el judaísmo desaparece de la lista de lacras que los patriotas tienen el deber de combatir y extirpar, pero se mantiene la masonería, que pasa de judía a comunista sin el menor reparo o escrúpulo del panfletista católico.  

EL FRAUDE DE LA PRESUNTA MASONERÍA ATEA, COMUNISTA Y SATÁNICA (1). MASONERÍA Y COMUNISMO

El embaucador ultraderechista Mauricio Carlavilla.

Léon Meurin ya había explicado en su Francmasonería, sinagoga de Satán (véase Filosofía de la masonería, p. 34), que los masones no eran auténticos judíos:

Los kabalistas modernos no representan a la sinagoga ortodoxa ni a la verdadera doctrina de Moisés, inspirada por Dios mismo, sino al paganismo de que fueron poseídos algunos judíos sectarios cuando la cautividad de Babilonia. Basta con estudiar la doctrina de la Kabala judía y compararla con la de los antiguos pueblos civilizados, indios, persas, griegos, babilonios, asirios, egipcios y otros, para tener la seguridad de que en todas ellas está presente la misma idea panteísta de emanación. 

Por tanto, cristianos y judíos forman aquí un bloque contra los pueblos paganos, incluidos, por cuanto se menciona explícitamente a los griegos, los paganos europeos. En definitiva, puede afirmarse que la verdadera causa de estos patriotas ultracatólicos es la lucha contra Europa haciendo causa común con el «verdadero» judaísmo, el cual viene a ser uno con el cristianismo (judeo-cristianismo, en suma) porque «la doctrina de Moisés» ha sido «inspirada por Dios mismo». Quien quiera oír, que oiga.

Figueres, la Marca Hispànica, 29 de diciembre de 2021.

RELIGIÓN, CIENCIA Y PANDEMIA

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