LA LIQUIDACIÓN LIBERAL DE LAS SOBERANÍAS NACIONALES. ¿Quién abolió la democracia en Irán? Las protestas mediáticas occidentales por el régimen teocrático de Teherán persisten después de décadas y no dejan de aparecer hasta en la sopa. Pero, como ocurre habitualmente, tales rasgamientos (pseudo) «democráticos» de vestiduras omiten información asaz relevante, a saber, que si bien existe hoy una «tiranía» en Irán, la democracia cayó allí con el derrocamiento del mandatario electo Mohammad Mossadegh. Y no lo hizo Jomeini. Liberales eran pues quienes acabaron con el parlamentarismo iraní y liberales protestan ahora desvergonzadamente por la dictadura de los ayatolás. En efecto, el golpe de Estado contra Mossadegh fue perpetrado por EEUU para defender los intereses de una petrolera británica que un gobierno iraní elegido en las urnas pretendía nacionalizar. En su lugar, los liberales instauraron la dictadura del sha Reza Pahleví. Este fraude forma parte, empero, de un contexto manipulador y falsario mucho más amplio.

EL CRIMINAL NEOCOLONIALISMO DE LOS EEUU EXPLICADO POR UNO DE SUS EX AGENTES (1). LA CONFESIÓN

LA LIQUIDACIÓN LIBERAL DE LAS SOBERANÍAS NACIONALES

Desde hace más de medio siglo se nos ha venido vendiendo la película (sí, casi literalmente hablando, un filme) de que los aliados occidentales lucharon, en una cruzada «progresista» contra el tirano Hitler, por la libertad de los pueblos. En el frente oriental de esa «cruzada» (¡cristiana!) se situaban las tropas comunistas de Stalin que, como sabemos, cargaron con la mayor parte del esfuerzo bélico y no eran precisamente un ejemplo demasiado creíble del eslogan liberal. Pero, omitido ese pequeño —e incómodo— detalle, todavía constituye un lugar común que los EEUU, el Reino Unido y Francia representaban verdaderas democracias cuya motivación política fue liberarnos. Se habla así de liberación de Francia,  liberación de Bélgica, liberación de Holanda… Pretender que hubo una liberación de Polonia o de Hungría —y especialmente de aliados de Alemania en el este de Europa— suena ya un tanto más obsceno, pero también se usa y abusa de la feliz expresión. No obstante, un somero examen de esta parte de la leyenda pone en evidencia su cuestionabilidad. Inglaterra, el adalid de la libertad contra el «imperialismo alemán», era la cabeza de… un imperio, el mayor de la historia moderna. Así las cosas, dicho imperio no se había construido y mantenido repartiendo confetti entre los autóctonos colonizados, sino al precio de repetidos genocidios, crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad. Siempre en nombre de la Biblia, claro. Otro tanto puede aseverarse de Francia. El famoso «imperialismo alemán» de la propaganda aliada no era «malo», al parecer, por ser «imperialismo», sino por ser alemán, pero se nos cuenta y repite a machamartillo que Francia e Inglaterra luchaban contra el imperialismo alemán (y aun para «liberar» a los alemanes). La cosa apesta tanto, si no más, como la «liberación» comunista de Polonia. Conviene no olvidar en este punto que, a fin de cuentas, franceses e ingleses, supuestos «vencedores» del bando aliado, tuvieron que renunciar a sus respectivos imperios después de la Segunda Guerra Mundial. La primera guerra de independencia del Vietnam o el genocidio colonial de la guerra de Argelia acreditan que los franceses no lucharon contra el «imperialismo» y por la «libertad», sino única y exclusivamente contra Alemania. (¡Y encima en el bando equivocado porque lo perdieron todo!). Así pues, de la celebérrima «cruzada por la libertad» ya podemos descontar nada menos que tres potencias: la Unión Soviética, el imperio británico y el imperio francés (añadamos los brutales imperios coloniales belga y holandés, que no se caracterizaron precisamente por su respeto a los «derechos humanos»). Quedarían incólumnes empero los EEUU, verdaderos defensores de la «libertad»…

Otra mentira. Demoler este mito criminal de la supuesta bondad estadounidense es ahora la tarea y poco nos importa aquí que algunas esquirlas del derribo dañen la sacrosanta imagen del varón cristiano blanco (cuya reivindicación delata la última y desesperada estratagema de la oligarquía para conservar complicidades gentiles en la construcción genocida de Eretz Israel). Los estadounidenses tampoco destruyeron Alemania —con la inestimable ayuda, claro, de la URSS, el Reino Unido, Francia y otros muchos países «aliados»— en defensa de la «libertad»; no desmantelaron los imperios británico, francés, belga y holandés para acabar con el escándalo moral del colonialismo; no lanzaron la bomba atómica sobre civiles a la mayor gloria de los «derechos humanos»; no invadieron y arrasaron decenas de países, antes y después de Hitler, para rescatar a sus poblaciones de la «tiranía» local e instaurar «democracias», etcétera, sino que sustituyeron el imperialismo y el colonialismo europeos por el imperialismo y el neocolonialismo estadounidenses. Nunca ha existido, en consecuencia, una «liberación» de la «tiranía» hitleriana, sino la implantación de la dictadura de los bancos denominada (desvergonzadamente) «democracia liberal». Jamás se combatió la hegemonía alemana para beneficio de unos pueblos presuntamente oprimidos, sino que se subvirtió dicha hegemonía, cuya existencia era la única salvaguarda de la identidad cultural y racial de Europa, para establecer la opresión de una oligarquía financiera parasitaria ataviada como una ramera borracha con los disfraces de la «libertad».

¿ES ESPAÑA UNA NACIÓN SOBERANA?

PROFECÍA JUDÍA: SOMETER «LAS NACIONES»

Según John Perkins, el sicario económico yanqui arrepentido que denuncia las técnicas utilizadas por los EEUU para liquidar la soberanía de todas las naciones (excepto Israel, añadimos nosotros), la invención del método neocolonial estadounidnese contemporáneo se produjo durante el derrocamiento de Mohammad Mossadegh y, curiosamente, a propósito de defender los intereses de la petrolera británica Anglo-Persian Oil Company frente a los legítimos derechos del pueblo iraní. La diplomacia de las cañoneras (el doux commerce de la propaganda liberal), tan utilizada durante el siglo XIX, no era ya presentable a destajo por cuestiones hipócritas de «imagen», menos todavía contra una nación de las dimensiones de Irán, así que se ideó un procedimiento más sutil, alevoso, tramposo y cínico, más liberal (judeo-cristiano) en suma, para liquidar las soberanías nacionales sometiendo a los pueblos sin necesidad de intervención militar (le doux commerce) o recurriendo a ésta sólo como última opción. Para Perkins, dicha técnica neocolonial fue aplicada por primera vez contra Mossadegh, pero ya hemos ilustrado en otro sitio que, mucho antes de la operación orquestada en Irán por Kermit Roosevelt Jr., los EEUU manipulaban las elecciones en Italia a fin de impedir que pudiera formarse un gobierno democrático de izquierdas en un país supuestamente «soberano» «liberado» del fascismo.

Daniele Ganser: Los ejércitos secretos de la OTAN. La Operación Gladio y el terrorismo en Europa occidental, Barcelona, El Viejo Topo, 2005.

En la p. 107, leemos:

En 1947 nacían en Washington la NSC y la CIA. De modo que Italia debido «a la continua y amenazadora presencia de un Partido Comunista cada vez más fuerte», fue lo bastante desafortunada como para ser el primer país del mundo en ser objetivo de una guerra silenciosa y no declarada de la CIA. La tarea de la CIA era muy clara: impedir a la izquierda italiana ganar las primeras elecciones nacionales tras la segunda guerra mundial, el 16 de abril de 1948.

https://www.archivochile.com/carril_c/cc2012/cc2012-065.pdf

[Nuestras citas remiten a la paginación de la edición en papel, que no coincide necesariamente con la del pdf pero que, en todo caso, proceden del Capítulo 6, «La guerra secreta en Italia», de la tesis doctoral convertida en libro]. En la página 108:

Inmediatamente, la rama de acción encubierta de la CIA, la OPC, que bajo la dirección de Frank Wisner organizó y dirigió los ejércitos secretos de Gladio en Europa occidental, envió diez millones de dólares a la DCI [Democracia Cristiana Italiana], a la vez que comenzaron las campañas difamatorias contra comunistas y socialistas. Entre otros trucos sucios, la CIA publicó panfletos anónimos que calumniaban la vida personal y sexual de los candidatos del PCI (Partido Comunista Italiano), aparte de colgarles etiquetas fascistas y/o anticatólicas. Esta táctica, centrada en objetivos específicos en vez de efectuar un barrido completo, tuvo éxito en todos excepto en dos de los doscientos escaños seleccionados. En las elecciones siguientes la DCI consiguió 307 escaños en el Parlamento italiano con un 48 por ciento de los votos, mientras que la coalición de izquierdas, inesperadamente, consiguió sólo el 31 por ciento, y con 200 escaños se vio derrotada

(op. cit., p. 108).

Por tanto, no es exacto que el dispositivo de opresión neocolonial denunciado por Perkins empezara a funcionar en tiempos de Mossaddegh, porque ya lo había hecho desde 1948 nada menos que en Italia. No obstante lo cual, el caso iraní, ahora que tanto se habla de «teocracia islámica» en ese país, será ilustrativo del tipo de «democracia» (élections, piège à cons: J. P. Sartre dixit) desde la cual se cuestiona y denuncia la «dictadura» de los ayatolás. La propia Wikipedia, ese engendro de la propaganda estadounidense y sionista, reconoce la realidad del golpe de Estado occidental:

El 20 de marzo de 1951 [Mosáddeq] nacionalizó el petróleo. Tras bloquear a Irán y ejercer otro tipo de presiones, Estados Unidos y Reino Unido financiaron un golpe de Estado organizado por la CIA y alentado por el MI6, en 1953, que derrocó a Mosáddeq y estableció una dictadura monárquica en cabeza del sha Mohammad Reza Pahlavi.

Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Mohammad_Mosaddeq

O sea que fueron agentes el liberalismo capitalista occidental, supuesto «mundo libre» perpetuamente ofendidito y con la palabra «Irán» siempre en la boca, quienes liquidaron la democracia e impusieron una dictadura en el país. El «dato» no aparece, empero, en los artículos de prensa occidentales que denuncian la «teocracia» de Teherán. Régimen nacionalista instaurado en 1979 por el pueblo iraní no para acabar con una democracia (liberal por supuesto) que ya no existía en Irán desde 1953, sino para derrocar a un tirano corrupto, el sha Reza Pahlavi, que Occidente había comprado con el fin de favorecer los intereses económicos estadounidenses y británicos. El dictador pro-occidental no indignaba, en efecto, a los puritanos liberales, de lo cual podría inferirse fácilmente que el «mundo libre» combate o favorece la «dictadura» según convenga a los orondos propietarios del capital. Tamaña obscenidad nauseabunda es aquéllo que los periodistas, los políticos y los intelectuales liberales —casi todos, hoy— denominan «democracia». El dictador puede ser «bueno» (liberal) o «malo» (nacional-populista): si favorece a las multinacionales y bancos occidentales, no problem; si favorece al pueblo de la nación tiene que ser malvado: déspota, asesino, ridículo, corrupto, genocida, psicópata, etcétera. De ahí procede el actual significado de la palabra «fascismo» como epítome del nacionalismo y del populismo iliberales (personificados por Adolf Hitler). Incluso elegido democráticamente, el político nacional-populista encarnará, para la «prensa libre» occidental, la figura de un detestable dictador y hasta del «mal absoluto» (Chavez, Gadaffi, Nasser, Perón, Stalin, Sukarno, Mussolini, Putin, Sadam Hussein, Xi Jinping, Assad…) por sólo mermar los beneficios y el poder del gran capital usurero-parasitario propietario de esa misma prensa. Bien entendido que el autócrata puede pasar de bueno a malo o de malo a bueno según las circunstancias y tan rápido como sea necesario. Véase el caso de Sadam Hussein, Stalin o Maduro, por no hablar de los mismísimos Hitler y Mussolini, alabados en su momento como útiles muros de contención frente a la peligrosa expansión del comunismo.

UN SOCIÓLOGO DE FAMA MUNDIAL AFIRMA QUE LOS JUDÍOS CONTROLAN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

CÓMO ACABAR CON EL PATRIOTA IRANÍ

A continuación, reproducimos el relato de John Perkins sobre el caso Mossaddegh como ejemplo paradigmático y fundacional del neocolonialismo liberal-cristiano estadounidense:

El momento decisivo se produjo en 1951 con la rebelión de Irán contra una compañía petrolera británica que estaba esquilmando los recursos naturales del país y explotando a su gente. Esta compañía fue la antecesora de British Petroleum, la actual BP. En respuesta, un primer ministro iraní democráticamente elegido y muy popular (fue el personaje del año de la revista «Time» en 1951), Mohammed Mosaddeq, nacionalizó todos los yacimientos petrolíferos iraníes. Los indignados ingleses solicitaron ayuda a sus aliados de la Segunda Guerra Mundial, los estadounidenses. Pero ambos países temieron que unas represalias militares provocasen la reacción soviética en favor de Irán.

Vid.: John Perkins: Confesiones de un gángster económico. La cara oculta del imperialismo americano, Barcelona, Urano, 2009, p. 63.

Y aquí llegó la novedad, según Perkins:

Por tanto, en vez de enviar la Infantería de Marina, Washington despachó a Kermit Roosevelt, nieto de Theodore y agente de la CIA. Su actuación fue brillante.

Kermit era, como veremos, el Soros de la época o, a la inversa, Soros desciende de la misma abyecta canalla liberal que Kermit (como ustedes quieran):

Conquistó muchas voluntades mediante amenazas y sobornos. Con estas complicidades organizó algaradas callejeras y manifestaciones violentas, lo cual creó la impresión de que Mosaddeq era un ministro tan impopular como inepto. Finalmente Mosaddeq cayó (y pasó el resto de su vida en arresto domiciliario). El pro-americano Mohammad Reza Shah se erigió en dictador indiscutible. De esta manera, Kermit Roosevelt creó el escenario para una nueva profesión, la misma a cuyas filas me disponía a sumarme.

Hemos descrito los rasgos generales de esa profesión, la de gángster económico, en el primer artículo de esta serie sobre Perkins El criminal neocolonialismo de los EEUU explicado por uno de sus ex agentes (1). La confesión, publicado en CARRER LA MARCA el 31 de octubre de 2021. La reflexión de Perkins es muy importante para entender el fenómeno de las «revoluciones de colores« durante la segunda mitad del siglo XX y los inicios del siglo XXI: falsos disturbios populares que se presentan como movimientos democratizadores nacionales pero sólo pretenden sustituir a un dirigente político molesto por otro más dócil a los intereses oligárquicos.

Además de reconfigurar toda la historia del Oriente Próximo, la táctica de Roosevelt arrinconaba de una vez por todas las viejas estrategias de la construcción de imperios. (…) Restaba un problema, no obstante. Kermit Roosevelt había sido un agente de la CIA. Las consecuencias habrían podido ser funestas si lo hubiesen atrapado. Él orquestó la primera operación de Estados Unidos para derribar un gobierno extranjero. Era probable que se recurriese a este experimento muchas más veces, pero interesaba buscar un planteamiento que no implicase directamente a Washington.

(Op. cit., pp. 63-64).

Una técnica, como hemos dicho, mucho más rastrera, traidora y cobarde si cabe (el «amor al prójimo», un crédito para «ayudar» al país, le doux commerce…) , insistamos en este punto: más liberal.

Por fortuna para los estrategas, la década de 1960 fue también el testigo de otra revolución: el auge de las corporaciones multinacionales y de los organismos internacionales como el Banco Mundial y el FMI. Éstos dependían para su financiación principalmente de Estados Unidos y de nuestros primos europeos, también constructores de imperios. Se desarrolló una relación simbiótica entre el gobierno, las empresas y los organismos internacionales. / (…) A los gángsteres económicos jamás les pagaría ningún organismo público, sino que serían asalariados del sector privado. En consecuencia, su trabajo sucio, caso de resultar descubierto, sería atribuido a la codicia de las empresas, no a la política gubernamental. Las compañías que los contratasen, aunque pagadas por las agencias gubernamentales y sus colaboradores necesarios de la banca internacional (con dinero del contribuyente), no estaban sometidos a la fiscalización del Congreso ni a los criterios de la opinión pública. Además quedarían protegidos por un escudo legislativo cada vez más sólido, formado por leyes sobre la propiedad comercial, el comercio internacional y restrictivas de la libertad de información.

(Op. cit., pp. 64-65).

En definitiva, queremos aquí honrar, como verdaderos nacionalistas (un nacionalista nunca odia las otras naciones, sino a los enemigos de las naciones, de todas-las-naciones-excepto-una), la figura de Mohammed Mossaddegh, patriota social iraní. Su memoria debe ser rescatada por el pueblo de la nación persa sin olvidar que la umma musulmana juega, entre los pueblos de Oriente (excepto uno), el mismo papel que la iglesia cristiana entre los de Occidente. No en vano cristianismo e islam adoran al mismo dios judío Yahvé y representan las dos grandes alas del horrendo pájaro masónico, ese buitre sionista que anuncia —e impele entre los gentiles— el cumplimiento de la profecía judía.

Figueres, la Marca Hispànica, 27 de octubre de 2022.

LA HISTORIA DE EEUU ES EL EXPEDIENTE POLICIAL DE UN ASESINO EN SERIE

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