MÁS ALLÁ DE LA NEGLIGENCIA. Aunque todos los políticos del sistema oligárquico sean unos criminales por el simple hecho de beneficiarse del mismo, la responsabilidad por cada crimen cometido sigue siendo estrictamente individual y personalísima. Así funciona el derecho penal: no son jurídicamente válidas las imputaciones colectivas por hechos delictivos. Otra cosa son las responsabilidades políticas y morales. Pedro Sánchez no tiene absolutamente nada que ver, desde el punto de vista penal, con la tragedia de Valencia, pero sí mucho que ver con el genocidio de Palestina. Por este motivo, desviar hacia el presidente del Gobierno español el foco de la culpabilidad por los hechos del 29-X sólo puede significar una cosa: alguien intenta exonerar a Carlos Mazón y, de paso, limpiar la fachada del Partido Popular, organización mafiosa disfrazada de partido político de la que este abyecto criminal forma parte. Por no hablar de las responsabilidades de Vox, formación no menos mafiosa que fijó como requisito de un pacto de gobierno con el PP la supresión de la Unidad Valenciana de Emergencias creada por el gobierno anterior de Ximo Puig (PSOE). En consecuencia, las manifestaciones de la ultraderecha frente a la sede del PSOE en Madrid sólo confirman lo que ya sabíamos y hemos acreditado por otros medios, a saber, que grupúsculos como Núcleo Nacional se encuentran en las antípodas de la Revolución Nacional y no son otra cosa que la partida de la porra de un bloque formado por PP, Vox y partidos ultras locales como España2000, incluidas sus ramificaciones «asociativas» al estilo de NN, Revuelta y otras. Los nacional-revolucionarios deben marcar una línea divisoria estricta con la ultraderecha o ser absorbidos por ese agujero negro de la ignominia nutrido por escoria marginal tatuada hooligan y skin-head, ultras parapoliciales, confidentes Gladio e infiltrados pro-Vox de la peor calaña.

Carlos Mazón no sólo omitió su deber de enviar una alarma a los ciudadanos valencianos cuando ya disponía de la correspondiente información acreditada de la AEMET, sinó que apareció en los medios de comunicación la mañana del 29 de octubre tranquilizando a los valencianos y anunciando que los efectos de la dana eran poco menos que inocuos y habrían remitido a las 18 horas. Grabación bochornosa que luego fue eliminada, aunque, afortunadamente, han quedado copias.

El peor momento de Mazón.

Al estilo Rafa Nadal, a las 10.45 horas del martes de la semana pasada, 29 de octubre, Carlos Mazón mordía el certificado Aenor a la sostenibilidad del turismo valenciano. Todo iba bien. Aunque las cosas se empezaban a poner feas en Utiel y el río Magro recibía un caudal que horas después devastaría l’Horta Sud en la inundación con más muertes de este siglo en Europa. El jefe del Consell estaba al tanto de esas lluvias porque tras ese acto realiza un ‘canutazo’ para informar de la previsión del temporal. Según dijo, se desplazaba hacia Cuenca y reduciría su intensidad por la tarde. Fue su última comparecencia tranquila. El vídeo de esa declaración, que subió a redes sociales horas después, fue borrado más tarde.

Los valencianos entendieron, tras el mensaje del presidente de la CCAA, que la situación estaba controlada y no se daba una situación de riesgo, cuando la realidad era muy diferente según la información científica disponible.

La gente acudieron confiados a sus puestos de trabajo y a hacer sus compras como si se tratara de un día normal, pero les esperaba el horror. Familias enteras exterminadas, más de 200 muertos y 1900 desaparecidos son las cifras provisionales… Una matanza que supera la del 11-M, de la que, curiosamente, también es responsable el PP.

Mazón sólo envió el mensaje de alarma a las 20:00 h., cuando ya había concluido la jornada laboral. Parece evidente que el retraso responde a intereses empresariales: evitar un absentismo laboral masivo por causas justificadas de fuerza mayor que le habría supuesto a la oligarquía una importante pérdida de beneficios. Las vidas de los valencianos poco importaban…

Una fechoría más del sistema oligárquico.

Tomamos nota para el día de la venganza, cada vez más próximo.

Figueres, la Marca Hispànica, 6 de noviembre de 2024.

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