EEUU VASALLO DE ISRAEL (1). LA FUENTE ACREDITADA
EVIDENCIAS ABRUMADORAS ACREDITAN QUE ISRAEL OCUPA LA CÚSPIDE DEL PODER GEOPOLÍTICO EN EL HEMISFERIO OCCIDENTAL. Suele sostenerse —con aires de cinismo realista y desencantado— que no hay amor americano e Israel es sólo una avanzadilla de los EEUU en Oriente Medio. En sus análisis sobre temas internacionacionales o geoestratégicos, ésta es la versión habitual de la izquierda progre, cuyas críticas al capitalismo acostumbran, acto seguido, a reducir todas las cuestiones políticas a intereses económicos. Israel queda así subordinado a EEUU; y los EEUU, a negocio, como, por ejemplo, la guerra de Irak, motivada sólo por el petróleo. Semejante discurso caracteriza la disidencia controlada izquierdista y despliega una perfecta pantalla encubridora para el nacionalismo judío que, en la mayor parte de los casos, constituye empero, sin descartar otros factores secundarios, la clave explicativa más profunda de los acontecimientos. La segunda guerra de Irak (2003) se desencadenó, en efecto, en único y exclusivo beneficio del Estado de Israel. Y no ha habido compensación petrolífera por los servicios prestados al pueblo escogido con sangre y dinero estadounidenses. Israel no es el «portaaviones» de los EEUU en Oriente Medio, sino EEUU el brazo armado de Israel en el mundo entero, Ucrania incluida. Dentro de la izquierda pensante, solamente un crítico excepcional dice las cosas por su nombre: el sociólogo estadounidense de izquierdas James Petras. La prueba del algodón sobre su honestidad es el artículo de la Wikipedia, donde omítense todas sus críticas al sionismo y la lista de libros publicados concluye abruptamente en 2007.
LA JERARQUÍA DEL PODER EN EL HEMISFERIO OCCIDENTAL
La jerarquía de poder en el hemisferio occidental está bastante clara excepto en un punto crucial. Existen unos países neocolonizados (periferia) cuya función es ejercer de fuentes de materias primas baratas en beneficio del centro. Pero el centro no es igualitario, sino que se articula también internamente de forma jerárquica. Europa y Japón están subordinados al bloque formado por EEUU/Reino Unido/Israel, verdadero meollo de Occidente. De dicho Occidente anglosajón opuesto a Europa forman parte antiguas colonias británicas como Australia, Nueva Zelanda y Canadá. Su rango en la escala de poder es superior al de, por ejemplo, Alemania, una potencia económica despojada casi completamente de poder político y, sobre todo, militar. Dentro de Occidente existe, además, la postrera jerarquía que lo decide todo y ahí el Reino Unido y sus colonias se subordinan a los EEUU. La cuestión objeto de este artículo es empero la cúspide del poder occidental. Dicho lugar no lo ocupan los EEUU, sino Israel. Las pruebas que James Petras aporta en su obra The Power of Israel in the United States (2006) —traducida al castellano en 2013— son literalmente espectaculares. Pero han sido ignoradas por los medios de comunicación y la Wikipedia ni las menciona. Las razones antójanse obvias.
UN SOCIÓLOGO DE FAMA MUNDIAL AFIRMA QUE LOS JUDÍOS CONTROLAN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN
EL PODER DE ISRAEL EN LOS EEUU
A continuación resumimos el libro de Petras (Capítulo 2) dedicado a las evidencias más abrumadoras sobre la existencia de una relación de vasallaje entre Israel y los EEUU donde el vasallo es precisamente la presunta primera potencia mundial. El autor procede exponiendo primero tu tesis general y, acto seguido, extrapola a partir de varios casos concretos cuya gravedad excluye que Israel sea un país vasallo de los EEUU, sino, antes bien, todo lo contrario. Dichos casos concretos son los siguientes: 1/ el caso del ataque israelí (1967) impune —y ocultado— al navío militar estadounidense USS Liberty; 2/ el caso Jonathan Pollard de espionaje israelí a EEUU; 3/ El caso Marc Rich, estafador multimillonario judío que escapó de la justicia gracias a las autoridades estadounidenses —y que es sólo un ejemplo de una categoría más general que Petras resume así: ¿cuáles son las consecuencias, para el sistema de justicia penal estadounidese, de la existencia de un territorio «libre» para los criminales judío-estadounidenses? (op. cit., p. 36); 4/ la impunidad de la criminal política israelí contra el pueblo palestino, que la ONU no puede sancionar a causa del veto sistemático de los EEUU en el Consejo de Seguridad de la organización; 5/ la oscura relación entre Israel y el atentado del 11-S, cuyos indicios han sido sistemáticamente ocultados por las autoridades y los medios de comunicación estadounidenses; 6/ el papel de judíos sionistas estadounidenses en la invención del bulo de las armas de destrucción masiva de Sadam Hussein y la extraordinaria docilidad con que los EEUU fueron conducidos a una guerra para único y exclusivo beneficio del Estado de Israel; 6/ la extraordinaria ayuda económica y militar de los EEUU a Israel, que convierte a los ciudadanos estadounidenses en contribuyentes-siervos de una potencia extranjera. Algunos de estos temas ya han sido tratados por CARRER LA MARCA, así que nos limitaremos a los han quedado pendientes de análisis.
Petras resume su tesis en los siguientes términos:
Se han descrito las relaciones entre los Estados Unidos e Israel de distintas formas. Los políticos se refieren a Israel como el aliado de los Estados Unidos en Oriente Próximo, incluso del mundo entero, en el que más se puede confiar. Otros consideran a Israel como un aliado estratégico. Algunos opinan que Israel y los Estados Unidos comparten valores democráticos comunes en la lucha contra el terrorismo. En la izquierda, los críticos definen a Israel como una herramienta del imperialismo estadounidense para debilitar el nacionalismo árabe y como un baluarte para defenderse del terrorismo islámico fundamentalista. Muy pocos escritores citan el «exceso de influencia» que el gobierno israelí ejerce sobre la política estadounidense a través de poderosos lobbies judíos y de individuos en los círculos financieros, gubernamentales y de medios de comunicación, o el ejercicio de dicha influencia para el beneficio principal de Israel, independientemente de cómo esto afecte al bienestar de los Estados Unidos (op. cit., p. 33).
Sólo aclarado este punto decisivo de la política internacional podremos llegar a entender la actual guerra de Ucrania y el peligro inminente de una Tercera Guerra Mundial. Porque esto no te lo contará, por la izquierda, Beatriz Talegón:
Ni, por la derecha, César Vidal:
Todos lo tapan. Todos los comentaristas independientes desarrollan su «crítica» a la versión oficial de la guerra, necesaria y sin duda acertada, pero… insuficiente, deteniéndose todos sin excepción ante el punto esencial, tan incómodo al parecer que significaría poco menos que darle su parte de razón al «mal absoluto» Adolf Hitler. Extremo que, sea cual sea la verdad de los hechos, nadie querría para sí so pena de excomunión humanitaria y ostracismo social. En el caso de Vidal, llega incluso, contra el más elemental sentido común, a caracterizar como «nazi» el régimen oligárquico del judío Zelensky.
Se procederá de forma metódica resumiendo primero los casos y ejemplos expuestos por Petras y, acto seguido, desarrollaremos nuestro propio análisis en aquellos aspectos en que, a nuestro entender, tampoco Petras profundiza lo suficiente como para comprender y explicar cómo es posible que una minoría religiosa, los judíos, que no supera el 5% de la población estadounidense, haya podido llegar a usurpar las instituciones democráticas del país poniéndolas al servicio de una potencia extranjera. Estado, Israel, que promueve además una ideología racista, supremacista y genocida incompatible con los principios democráticos (¿?) propugnados por el liberalismo occidental. ¿O no eran incompatibles? [Por razones técnicas de actualización de la página, este artículo continuará en una próxima entrega donde se abordará el caso del USS Liberty].
Figueres, la Marca Hispànica, 31 de marzo de 2022.
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