ACUSADOS DE NAZIS POR LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN, LOS TERRORISTAS ULTRAS SON DE HECHO PEONES DEL PENTÁGONO EN LA ESTRATEGIA ISLAMÓFOBA DEL SIONISMO NEOCON¿Nazis al servicio de Israel? Hete aquí la bazofia que, en el fondo, intentan vendernos los medios de comunicación oligárquicos. Porque la oligarquía reivindica presuntamente los derechos humanos y la democracia, de tal suerte que no puede verse involucrada en la matanza y es menester un adecuado chivo expiatorio. Así las cosas, y siempre a efectos de internacionalizar el llamado «conflicto palestino-israelí» —vale decir, el genocidio del pueblo palestino por los inmigrantes judíos que en 1948 se apoderaron del país— no basta con llenar Occidente de mezquitas donde se adoctrine a los musulmanes en la yihad para que perpetren los deseados atentados. Además, debe producirse una reacción autóctona violenta capaz de desencadenar la guerra civil de religión que convertirá en historia acontecida la teoría del choque de civilizaciones (Samuel Huntington) diseñada tiempo ha por la oligarquía.

El millonario Patrik Brinkmann, conexión europea entre la ultraderecha y el sionismo, durante una visita de sus correligionarios israelíes.

En el artículo anterior explicamos cómo consigue la oligarquía generar el caldo de cultivo social —requisito, condición necesaria, pero no suficiente— del terrorismo «islámico» en Occidente. Vamos a resumirlo muy brevemente:

1/ los inmigrantes africanos (o sirios), de religión mahometana casi todos ellos, atraviesan nuestras fronteras. Pero lo hacen con el consentimiento de las autoridades de la Unión Europea hasta el punto de que ha sido identificado uno de los oligarcas —el judío George Soros— encargado de financiar el complejo dispositivo técnico de mafias y ONGs que permite a estos presuntos invasores atravesar el Mediterráneo.

2/ ya instalados en nuestras tierras, los inmigrantes musulmanes, quienes en su inmensa mayoría no eran terroristas en el momento de desembarcar, resultarán acto seguido o, en cualquier caso, siempre a posteriori, encuadrados, adoctrinados y radicalizados. Y esto ocurrirá en mezquitas salafistas ubicadas geográficamente en Occidente pero financiadas por Arabia Saudí, vale decir, por un aliado de EEUU que juega un papel esencial en la estrategia criminal del Pentágono, la corona británica y el Estado de Israel.

Breivik tiene que ser un «nazi» y, por ende, estar «loco» incluso en su gestualidad, hete aquí el papel que representa por encargo del Mossad.

Cuando dicho caldo de cultivo —¡¡¡cocinado de principio a fin por la oligarquía occidental!!!— entra en ebullición social mediante las oportunas provocaciones de la propaganda pseudo periodística —por ejemplo, las caricaturas de Mahoma— o de la política sionista —una guerra de agresión contra Irak, la colonización de Cisjordania, una matanza impune de manifestantes palestinos en Gaza…—, las agencias de inteligencia occidentales —las cuales, insistamos en este punto, gracias a sus conexiones con los saudíes, conocen perfectamente quienes son los terroristas de la yihad en nuestro suelo sólo tienen que decidir qué planes para atentados permitirán que finalmente se consumen y qué atentados serán abortados por la policía. Es la teoría del grifo: una herramienta que se abre y se cierra según convenga haciendo llegar o no la información sensible correspondiente a los mandos de la lucha anti-terrorista.

El sionista Anders Breivik, tutelado por el Mossad, realizando el saludo fascista para encubrir la causalidad sionista en el atentado de Noruega.

EL SIGUIENTE PASO: PROMOVER ORGANIZACIONES DE ULTRADERECHA SIONISTA

La comisión de atentados supuestamente islámicos no sería suficiente para desencadenar un conflicto de grandes dimensiones, como el que busca la oligarquía, si no se produjera, antes o después, una reacción autóctona de análogas características. En este sentido, los partidos de ultraderecha juegan un papel funcionalmente equivalente, para los autóctonos, al del salafismo para los inmigrantes. Ni las mezquitas del salafismo ni los partidos de ultraderecha cometen los atentados, pero construyen sus condiciones de posibilidad ideológicas en el imaginario social. Sólo una pequeña parte de los salafistas se radicalizará para convertirse en «yihadistas» y sólo una pequeña parte de los ultraderechistas se radicalizará para convertirse en terroristas «nazis», pero tanto el salafismo cuanto la ultraderecha son los supuestos del terror y han sido paciente y minuciosamente diseñados por la oligarquía a base de ingeniería demográfico-social. Además, así como los atentados terroristas deben aparecer ante la opinión pública como «supuestamente islámicos», conviene subrayar que los atentados de la ultraderecha sionista se venderán en los medios de comunicación y la política institucional como «supuestamente fascistas». 

Manifestación anti-fascista tras un atentado de la ultraderecha sionista. Ni una sola pancarta contra Israel.

La cuestión crucial aquí es que estos partidos de ultraderecha son promovidos por el Pentágono, la corona británica e Israel y manifiestan claramente, sin ninguna clase de pudor, posturas ideológicas sionistas. A pesar de ello, la prensa de sucesos y las políticos profesionales acusarán a los ultraderechistas de «fascistas» o «nazis».  En los artículos de fondo, análisis u opinión, no obstante, algunos expertos han tenido que reconocer la oronda verdad aunque fuera a regañadientes. Por ejemplo, Rafael Poch en Anders Breivik, admirador de Israel.

Antes los neonazis y extremistas de derecha eran antisemitas y demonizaban a Israel como “Estado de los judíos”. Relativizaban o negaban el holocausto y limpiaban la cara de Hitler y sus matarifes. En ello podían conectar, incluso, con ciertos fanáticos árabes. Hoy la nueva derecha y los llamados “neocon” son partidarios decididos de Israel y de sus desmanes, así como furibundos adversarios de los musulmanes. La extrema derecha y los neocons occidentales han adoptado la loca ideología del Estado de Israel como inspiración de su propia quimera xenófoba: el “conflicto de civilizaciones”. La nueva derecha ha aprendido a utilizar en su provecho el antisemitismo y el holocausto, frecuentemente sin haber variado un ápice sus posiciones nacionalistas y ultraderechistas. El fenómeno está presente en la ideología de gran parte de los intelectuales, comentaristas y mentores de la actual xenofobia europea, cuya peor y más extrema manifestación encarna, desde el 22 de julio, el terrorista cristiano noruego, Anders Breivik.

La lectura de éste y otros centenares de artículos de opinión publicados por expertos y comentaristas no hace sino confirmar que la extrema derecha europea es sionista, no nazi-fascista. En algunos casos, eso sí, pseudo fascistas evolianos o cristianos y neo-nazis-Hollywood renegados han aceptado militar en un partido sionista de ultraderecha, pero terminan siendo expulsados de los mismos en cuanto la prensa ventila su pasado.

Josep Anglada, fundador de la PxC, con Patrik Brinkmann, el millonario sionista cristiano que ha propiciado los vínculos entre Israel y la extrema derecha europea actual.

¿CÓMO SE PRODUCEN LOS ATENTADOS DE FALSA BANDERA? (3). LA UNIVERSALIZACIÓN DEL CONFLICTO PALESTINO-ISRAELÍ

Imprescindible, en este contexto de manipulaciones, resulta el artículo de Xavier Vinader «El populismo anti-islam», donde, después de imputar al «fascismo» las atrocidades del Pentágono o el Estado de Israel («los nuevos fascistas no se cortan el pelo al cero, visten de Armani y moderan sus actitudes violentas, pero en su cabeza anidan las viejas ideas totalitarias de siempre»), tiene que reconocer la causalidad sionista —y, por tanto, añadimos nosotros, antifascista— de la extrema derecha europea contemporánea:

LA CONEXIÓN ISRAELÍ. En diciembre del 2010, tres líderes populistas europeos fueron recibidos oficialmente en una base del ejército israelí de la zona de Shomron. Eran Heinz-Christian Strache, presidente del FPÖ austriaco, Jimmie Akesson, máximo dirigente del SD sueco (Sweden Democrats), y un líder del Vlaams Belangs belga. Al salir de allí visitaron varias comunidades de colonos asentados en la zona de Cisjordania. El viaje había sido planeado cuidadosamente, formaba parte del último acto de una operación de blanqueo político destinada a quitarse de encima -a pesar del fuerte pasado nazi del algunas de estas formaciones- el sambenito de antisemitas y dar un vuelco definitivo a su estrategia que sellaron con un documento conjunto, llamado pomposamente Declaración de Jerusalén, en el que afirmaban que «estamos aquí, en la vanguardia del Occidente democrático (…) contra la amenaza totalitaria (…) del islam fundamentalista». / Los contactos para materializar ese curioso acercamiento los empezó a tejer Patrick Brinkmann, un empresario de origen germano-sueco, mecenas sin demasiado secreto de algunas de esas formaciones populistas antiislam en Europa. Brinkmann empezó por invitar a Berlín a David Ha’ivri, uno de los líderes más radicales de los colonos judíos establecidos en Cisjordania. David Ha’ivri se hizo conocido por haberse alegrado en televisión del asesinato del primer ministro Yitzhak Rabin en 1995 a manos del ultraderechista Yigal Amir. Y también fue condenado a seis meses de cárcel por haber profanado una mezquita. Él es la figura visible, pero el ideólogo que ha teorizado el acercamiento entre la extrema derecha israelí y europea no aparece en escena casi nunca. Es Hill Weis, un profesor universitario, con aspecto de sabio taimado, que afirma que «aunque estos nuevos amigos europeos hayan sido nazis en un pasado no muy lejano, son mucho menos peligrosos que Angela Merkel, David Cameron… que, en definitiva, están promoviendo un nuevo holocausto apoyando a los árabes contra los judíos». Para sus seguidores, los musulmanes en Europa son comparables a los nazis. Y se creen en la obligación de forjar las alianzas que sean necesarias para continuar combatiéndolos. / Después de aquel viaje inicial, en diciembre del 2010, las visitas a Jerusalén de miembros de delegaciones de partidos populistas se han ido sucediendo. Todas con programas idénticos -tour por las colonias más extremistas de la zona de Nablús- y siempre organizadas por la extrema derecha local. Un hecho que ha empezado a inquietar a los servicios de inteligencia de diversos países que temen que los turistas populistas puedan llegar a recibir entrenamiento en armas y explosivos en alguno de esos lugares. / En Francia, los miembros del Bloc Identitaire -que utilizan como símbolo un jabalí- se identifican perfectamente con los nuevos movimientos antiislamistas agrupados en Stop Sharia. No excesivamente numerosos, pero muy activos en performances callejeras y en internet, han acabado convirtiéndose en una especie de lobby influyente sobre la derecha clásica y que ha logrado que la misma Marine Le Pen retome algunas de sus tesis. / El truco siempre es el mismo. Exagerar al máximo y retorcer la retórica todo lo que se pueda. Se consideran «resistentes» frente a la invasión islámica –hablan de fascismo verde, de fascismo islámico– y son expertos en darle la vuelta completamente a los códigos de la extrema derecha clásica. Ninguno de ellos tiene complejo porque nunca han pertenecido al campo de los vencidos de la Segunda Guerra Mundial y tampoco están manchados por la colaboración. Se han travestido completamente y están dispuestos a la conquista del poder sin ningún prejuicio ideológico. Por eso son extremadamente peligrosos.

El periodista es tan sectario y tan incompetente como crítico que para él, según se desprende de sus palabras, no es el sionismo, sino los elementos fascistas que se han mimetizado en su interior, renunciando sólo en apariencia a la ideología nazi, aquéllo que los hace «extremadamente peligrosos». Peligrosos no son los Netanyahu, Bush,Trump, Ha’ivri y demás sionistas que arrasaron Irak y provocaron, como poco, 600.000 víctimas inocentes, sino unos entes metafísicos que, incluso después de dejar de ser nazis siguen siendo nazis, por cuanto lo suyo consiste en una suerte de substancia maléfica (el «fascismo») inscrita en su ADN (¿o en su alma?) que, en cambio, no afectaría a los benéficos judíos sionistas de extrema derecha, los cuales pueden cometer todo tipo de crímenes y hasta genocidios pero no por ello deberían ser considerados «extremadamente peligrosos», sino sólo víctimas del holocausto que, harto misteriosamente, hanse reconciliado con sus verdugos.

H. Ch. Strache, líder de la ultraderecha austriaca, en su visita a Israel.

Una lista exhaustiva de los dirigentes ultraderechistas conversos al sionismo cristiano podía hallarse en un artículo de la desaparecida «Tribuna de Europa»:

Encabezados por Filip Dewinter, del belga Vlaams Belang, una delegación de los máximos dirigentes de los principales partidos de la extrema derecha europea ha acudido a la conferencia internacional sobre “Estrategias de lucha contra el terror islámico”, celebrada estos días en Israel a instancias de ciertos círculos hebreos. A Dewinter le han acompañado, entre otros, los alemanes Patrik Brinkmann, de Pro NRW, y René Stadtkewitz, ex miembro de la CDU, los austriacos H. C. Strache, Andreas Mölzer y David Lasar (miembro de la comunidad judía vienesa), del FPÖ, el también flamenco Franck Creyelmans, del mismo Vlaams Belang, y el sueco Kent Ekeroth, de los demócratas suecos. Entre los anfitriones de la delegación ultraderechista estuvieron Ariel Shomer y el rabí Nissim Zeev. (…) También durante estos mismos días, otro líder europeo eurosionista, el holandés Geert Wilders, máximo dirigente del PVV, tenía previsto acudir a Israel, invitado por el diputado hebreo Ariel Eldad. Aunque no se sabe, no obstante, si aquellos y Wilders habrán coincidido en Israel en algún lugar y momento determinados. Pues parece poco probable si nos atenemos a cuanto se nos explica en el blog “Área identitaria”, controlado por Don Enrique Ravello (por lo demás amigo personal de Dewinter y Strache), según el cual el FPÖ, el VB o la PxC, en su criterio, nada tienen que ver con la línea política de Wilders… Y, en todo caso, según los conceptos que se nos aclaran tan sabiamente en el blog mencionado, el latiguillo de “prosionistas” contra el FPÖ, el VB o la PxC son debidos a “ciertos sectores minoritarios poco informados (quizás simplemente ignorantes o malintencionados)”, llevados por “algún tipo de resentimiento personal”, en “unos momentos en los que no deberíamos permitirnos rencillas puristas inoportunas”… H. C. Strache, en una visita de la delegación europea en la que se han incluido tanto el Museo del Holocausto de Yad Vashem como los asentamientos judíos en Cisjordania, declaraba: “Cuando uno llega a este lugar entiende cuál es el problema de verdad. ¡Nuestros corazones están con vosotros, Israel!” Del mismo modo que declaraba al periódico Kronen Zeitung que este viaje a Israel suponía una “señal importante”, tras haber mantenido durante muchos años relaciones de amistad con los representantes de Israel. Así como señalaba lo mucho que había en común entre los “patriotas” (austriacos) y la Fraternidad Theodor Herzl. Para el político ultra austriaco, ante el auditorio del Colegio académico de la ciudad de Ashkelón, “se tiene una responsabilidad especial con este país, cuyo florecimiento se debe a gente que vino de Europa, algunos voluntariamente, pero la mayoría huyendo de la persecución nazi”. En la agenda del joven y prometedor político austriaco también estaba programado declarar, en la ulterior y concluyente “Declaración de Jerusalén”, que “hemos superado sistemas totalitarios como el fascismo, el nazismo y el comunismo. Ahora nos enfrentamos a la nueva amenaza del fundamentalismo islámico. Somos parte en la lucha mundial de los defensores de la democracia y los derechos humanos”.

Creemos que las expuestas, aunque haya cientos de ellas disponibles en la red, son evidencias suficientes para acreditar la relación entre la ultraderecha europea islamófoba y el sionismo, análoga a la que existe entre el integrismo islámico europeo y el salafismo. Ambas pistas nos conducen, no a Irán, sino a países que son supuestos aliados de Occidente, a saber, Israel y Arabia Saudí. En consecuencia, no nos hallamos ante un choque de civilizaciones entre Occidente y el Islam, sino ante un escenario bélico perversamente orquestado dentro de Occidente por la oligarquía judeo-cristiana para internacionalizar el presunto «conflicto palestino-israelí», convirtiendo a Europa y EEUU en los aliados bíblicos naturales de los criminales sionistas.

¿Fascista? ¿Nazi? No. Judío sionista y, por ende, víctima del Holocausto. Que no te engañen.

A continuación nos ocuparemos 1/ del caso Breivik para ilustrar cómo se pasa en Europa de la subcultura política ultraderechista al atentado terrorista de extrema derecha; 2/ del caso Vox como ejemplo de partido español de ultraderecha sionista, con todas las consecuencias que de ello se puedan derivar en el futuro. Sea como fuere, podemos anticipar aquí nuestra conclusión: los atentados de la extrema derecha islamófoba no son episodios de fascismo sino de sionismo respecto de los cuales cabe imputar buena parte de la responsabilidad a los servicios de inteligencia occidentales, el Pentágono, el Mossad y el Estado de Israel. Y todas estas instancias, por lo que parece, han sido, son y serán antagónicas del fascismo, hecho que explica su interés en asimilar a esta ideología los crímenes que ellas mismas cometen y a hablar incluso, con total desparpajo, de una amalgama denominada islamo-fascismo.

Figueres, la Marca Hispànica, 26 de febrero de 2020.

TERRORISTAS JUDÍOS FINANCIAN VOX

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